Llorando estaba por una decepción, en un rincón alejado del patio, de la casona, misma en donde habían vivido varias generaciones de su familia.
Las lágrimas, provocaron que no calculara un relieve del adoquín, y casi se cae, cuando iba a sentarse. Al trastabillar golpeó el equipal, y se desprendieron dos tachuelas, que sujetaban el cuero del asiento en el redondel.
Al tratar de clavarlas con el tacón de uno de sus zapatos, notó que había algo dentro. Era un cuaderno de la abuela con recetas misceláneas, que con una caligrafía muy estilizada decía en la hoja central:
“Tristezas por flores”
Cuando haya tristeza, siembra una semilla, que cuidarás con esmero, a la que pedirás razones suficientes para olvidar y perdonar. Al ver la flor naciente, su belleza borrará todo vestigio de malestar.
La sola idea le animó mucho y más tratándose de una pertenencia tan íntima de su abuela.
Sembró una semilla de geranio, en la primera maceta que encontró abandonada y en pocos días vio brotar la primera flor de un naranja muy intenso. Pero se veía muy sola. Así que fue consiguiendo semillas, hasta que llenó aquel jardín con macetitas con gardenias, margaritas, girasoles, hortensias, jazmines, nardos, rosas, claves… Cada flor le invitaba con su color y aroma a sembrar otra y otra y otra.
Comprendió el amor que desconocía de la abuela hacia las flores, a quien no alcanzó a conocer en persona, y encontró motivos muy bellos para sonreír, aún en los malos momentos. Hizo en el patio, la morada de la felicidad multicolor y aromática, que cuidaba con la alegría de su convivencia simbólica con la abuela, cada vez que requería dosis de equilibrio.
Cuando estaba sola la casa, las macetas jugaban mucho, en su ejercicio por catalizar las emociones negativas recibidas. Trepaban al techo para platicar, cantar, corretear o simplemente tenderse y dormir mientras se asoleaban para mantenerse esplendorosas... Así fue como estaban un día al regresar antes de la hora habitual. En fila, muy derechitas, pero tan nerviosas tratando de disimular y sin poder aguantar sus risas.
Encontró a la anciana sentada en el jardín de atrás, entre las flores, aquellas que nunca dejaban de sorprenderla por su color, por su esplendor, por su belleza. Era su lugar favorito.
ResponderBorrarSiempre habían extraños, llegados desde los lugares más recónditos del país, guiados por la fama de la jardinera, de su abuela.
Se acercó en silencio. Frente a su amada Tata, como le gustaba llamarla, se encontraba un hombre con traje de seda, bien parecido y con evidentes signos de poseer mucho dinero. Su rostro estaba desfigurado por el llanto, el dolor de aquel ser humano se irradiaba y era fácilmente percibido por todos los que estaban cerca.
Hablaba de su angustia, de su dolor, de su desesperanza y de su vida vacía. Su abuela escuchaba en silencio, como siempre lo hacía. Cuando aquel hombre terminó su relato, ella tomó su mano, mirándolo a los ojos le pidió que la abriera y acto seguido le entregó una semilla de flor y le dijo algo al oído, tan bajito que nadie más pudo escuchar sus palabras.
El hombre esbozó una pequeña sonrisa, abrazó a mi abuela y se marchó.
-Siempre haces lo mismo abuela- le dije- ¿Qué es lo que le dijiste al oído?
-Le dije lo que necesitaba oír- me dijo enigmáticamente- Cada ser humano posee una semilla de “su flor” plantada en el corazón desde que nace. Si no la regamos, jamás florecerá y nuestro corazón quedará estéril de toda vida. Yo solo le di a ese hombre un poco de agua para que empezara a regar su flor.
Un abrazo
ibso
¡Que belleza Ibso!, has venido a darle forma a la narracioncita que inicié.
BorrarEstoy segura de que muy feliz que se sentirá José Vicente, al ver como su semilla sembrada en su blog, para la colaboración en equipo, ha venido a germinar hasta este jardincito. Lo subiría a la entrada, si no fuera porque eso lo inició él... No me gusta ser pirata de ideas, jejeje.
¡Gracias! besos y muchas flores muy sonrientes.
En ocasiones, el leer reflexiones o narraciones de otros amig@s virtuales, incluso con fotos o dibujos, me han inspirado para dejar un comentario en esta forma, que no trata de ser un complemento o desarrollo de lo ya escrito, más bien es una especie de "regalo compartido”.
BorrarPor lo tanto, el agradecido soy yo por la inspiración de leerte.
Si me lo permites (tú y José Vte.) lo colgaré en "Camino a Utopía".
Un abrazo
Ibso
Comparto al 100% lo que dices. Por supuesto que te lo permito, sería un regalo más. ¡Eres de un generoso! Hazlo por favor. Me encantaría. No creo que J. Vicente tenga ningún inconveniente, conociéndolo sé que le gustará también.
BorrarOtro abrazo.
Flores si niña pero por favor que no sean malvones,abrazo.
ResponderBorrarJajaja Fiaris, los malvones son los geranios ¿qué no? fue la primer semilla que sembró el/la protagonista de la historia. Por decir cualquíer flor, jajajaja.
ResponderBorrarBesos sin malvones, jajaja.
Pues a mi me encantan los geranios (ya aprendí que también se llaman malvones) y lo siento por Fiaris :)
ResponderBorrarbonita historia, Sara; un abrazo
Mariluz ¡Eres un amor! Tal vez le den alergia a Fiaris, o le traigan malos recuerdos. A mi si me gustan todas las flores, sin discriminar ninguna.
BorrarBesos.
Madre mia, como para ponerse a competir o a emular tu relato y el de ibso, que preciosidad. Las ideas están ahí, éstas son libres y no pertenecen a nadie.
ResponderBorrarPero muchas gracias por la parte que me toca.
Un beso
José Vicente, de verdad que eres de un lindo y de un fino que encantas a cualquiera de los que te conocemos. ¡Gracias! creo que Ibso se pondrá muy contento de lo que nos has comentado, así como yo me siento.
ResponderBorrarBueno, también recuerdo que en alguna ocasión Ibso hizo una entrada abierta, en la que cada comentario se agregaba, ¿lo recuerdas?
En vista de que no se ha inventado el agua tibia, en esta ocasión, les doy muchos aplausos a los dos, pues nada más hermoso que ir sumando ideas
¿Qué mejor manera de tomarnos de la mano que esto? Me entusiasma mucho, que sucedan cosas así. Podríamos ir conformando el club de los locos del fin del mundo, jajajaja.
Un beso muy grande y que los geranios aromaticen nuestras neuronas, para ver que hacemos con los astronautas y los extraterrestres en la tuya historia, jajaja.
Un hermoso relato mi preciosa niña.
ResponderBorrarAsí también nos ocurre a nosotros, si queremos recoger alegría, bienestar y demás hemos de ir sembrado semillitas con todo nuestro amor.
Gracias cielo por compartir algo tan bello.
Un fuerte abrazo mi Sara preciosa
Mari Carmen, personas como tú, para quienes tenemos la dicha de concerles y estar cerca, son una bendición, pues tu siempre ofreces fuertes cantidades de optimismo, amor y ganas de dar y generar cosas lindas. ¡Gracias, siempre!
BorrarTe doy un abrazo muy fuerte y feliz.
miles de gracias querida y admira poetisa por acariciar nuestros sentidos con la belleza y sensibilidad de tus letras. Muchos besinos con todo mi cariño y feliz domingo.
ResponderBorrarOzna, mis deseos de felicidad para ti ¡Siempre! que sea dulce y sensible esa felicidad, como la ternura que trasmites cada contacto con quienes somos tus amigos. Un beso asturiana.
Borrar¡Hola!
ResponderBorrarUn relato que inspira nostalgia y felicidad.
Saludos de J.M. Ojeda.
Hola J.M. Que delicia proporcionan los contrastes de tonos de amor ¿verdad?
BorrarMe encanta que vengas a verme, un saludo cordial.
S.D.
Si, las cosas sencillas nos afianzan y nos dan seguridad y esa pequeña felicidad cotidiana.
ResponderBorrarPepe, Si regresáramos a la sencillez, cuantos contratiempos, malestares, molestias, enojos, estréses nos ahorraríamos ¿verdad?. No sé tú, pero yo si ando en ese plan desde hace unos años. Nada preocupada por el verbo tener.
BorrarUn beso y le das una mitad a Pitt.
Pues tu bella historia, que he descubierto a través de Camino a Utopia, me ha llevado a recordar lo que acaeció ya hace alrededor de seis meses y es que, un vecino ya mayor y enfermo falleció y al visitar a la familia en el Tanatorio me sorprendió una por lo visto costumbre de ahora, que ofrecen al visitante que quierea llevarlo un plantón diminuto, en este caso un pino.
ResponderBorrarPor original me llevé uno y crece y crece alegre en el tiesto en que lo transplanté; ni que decir que cada vez que lo riego, me recuerda al señor vecino Lucio y tambien éste año lo adorné con pequeñas cosas navideñas que pesaban poquito.
Espero que este relato lo tomen como lo que es...tan natural como el pino y la muerte.
Un abrazo.
Hola Ysupais, espero que estés comenzando de maravilla este año y que siempre estés rodeada de lo mejor, la mejor gente con los mejores pensamientos y sentimientos. Lo que me cuentas muy a lo japonés, es algo muy bello. "Alguienes" por acá, hacemos eso, es precioso ver donde hay muerte, al mismo tiempo algo vive y se desarrolla. Proporciona paz y armonía.
Borrar...Y tan natural como la vida y la amistad y el amor ¿verdad?
Abrazo también.
En mi tierra crecen por doquier numerosos geranios. Son flores que se reproducen con maravillosa facilidad, y explosionan de colores cuando se llenan de flores. Es, además, mágico, el poder de las plantas para absorber las energías negativas. No me extraña que esa abuela conociera su significado, y tampoco me extrañaría que cuando no las miramos ellas mantuvieran increíbles diálogos. Nuestras generaciones se han ido despegando bastante de esta unidad que debimos formar con todo el conjunto natural que habita la tierra, y con el que debimos vivir en equilibrio.
ResponderBorrarEs muy hermoso tu cuento, y muy triste no saber escuchar ya a las plantas.
Besos amiga
Hola Ana, se fue olvidando todo conforme se fue "evolucionando", ya casi con todos los recursos naturales agotados, empezamos a soñar otra vez con flores. Ojalá que le demos la vuelta a nuestas costumbres, para retomar estas prácticas.
ResponderBorrarLo tristes que se ponen ellas. Acá entre nos te digo, ellas me mandaron un mail para que hiciera esta entrada... Me dijeron que están cansadas de tanta indiferencia (jajajaja)
Besos
Con "ellas" hablo de las flores por supuesto, jajaja.
ResponderBorrarMuy bonita terapia Sara, reemplazar tristezas por flores inevitablemente traerá sonrisas al corazón.
ResponderBorrarBesitos¡
Hola Soñadora, que cosa más grande que detenernos a apreciar lo pequeño,
ResponderBorrarBesitos también.
Hola mi entrañable Sara.
ResponderBorrarHoy nos hablas de flores, unos geranios , que se hacen los dueños de las macetas, no necesitan muchos cuidados, su belleza es como una espiral al cielo, crecen tan sencillamente con poca cosa como los gitanillos. Así me lo decía mi madre
con ternura
sor. Cecilia
Sor Cecilia, como todo lo que más vale. Gracias por tu compañía y ternura. Un beso cariñoso.
ResponderBorrarQué bonita y aleccionadora historia! De un traspiés, fíjate dónde llegó. Gracias, mi mejicana. Besos
ResponderBorrarHada, hay momentos en que parece que estamos cayendo cuando en realidad nos estamos elevando. Gracias a ti, me alegra que andes visitando. Besos.
BorrarQué preciosa historia Sara. Mi hijo mediano, se ha ido a trabajar a otra ciudad, aquí en España, a 300 Km. Al principio, decía que su apartamento no le parecía "su casa" y le fuí plantando semillas en macetitas, ahora tiene varias de ellas, las ve crecer y dice que le hacen mucha compañía y que además le "hacen hogar". Gracias por tus comentarios en mi blog, no sabes lo que me gustan y me alegran. Eres amorosa, amiga.
ResponderBorrarCampanilla, el amor es el único lenguaje que debiéramos usar. Me alegro mucho por la manera como a través de las plantas y flores le dices te amo a tu hijo y él lo siente así. Gracias, me haces sentir bien. Un abrazo grande y sentido.
ResponderBorrarSi por cada tristeza sentarnos una flor, al ver ese jardín, quién pensaría en tristeza más.
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