Si no fuera por su verdadera aflicción con cierta vergüenza, y porque lo conozco como un hombre de gran rectitud... Hoy a las 7 de la mañana, me despertó el abogado de la casa de enseguida, llamándome por la puerta de mi recámara que da al patio, para que le permitiera salir por mi casa a la calle. Trajeado, de portafolios, lap y todo lo que cargaba, quien saltó una barda bastante alta entre el patio de su casa y el mío.
-Por lo que más quiera, le pido que me disculpe y espero que no vuelva a suceder -y salió apresuradísimo, con gran soltura para salir de casa ajena, que hasta me hizo pensar en el supuesto de que tuviéramos décadas de casados, me alegré de las ventajas de la soltería-
-¡Eso es lo que yo espero!, pensé, pero solo pude decirle... ¡Ay! ¿qué le dije? Si ni lo recuerdo, estaba tan dormida todavía, algo habré balbuceado, pero no sé.
Apenas iba a reírme cuando sonó el teléfono. Era Doña Hortensia la esposa: -Sarita...Vecina, le pido encarecidamente que venga a mi casa para explicarle, mi esposo está muy apenado con usted, bueno, los dos, yo también... pero no tuvimos otra opción que recurrir a usted, necesitamos que nos ayude, es algo espantoso... y pues, siendo nosotros un matrimonio de tantos años juntos, de una época diferente a la suya, quizá sea más fácil para usted que es más liberal que nosotros, ¡imagínese!, lo que se estará diciendo por toda la colonia ya de nosotros y siendo mi marido tan conocido. Acá le explico, si me lo permite. Ah! venga por donde mismo mi marido entró a su casa. O sea: por el patio.
Qué me quedaba hacer, cuando ya se habían apoderado de mi mañana, de mi intimidad, de mi "liberalidad" y de mi soltería, los vecinos. Así que muy obediente recargué mi escalera y allá fui, con el nuevo método de acceso entre nosotros. Con la escalera de ellos todavía del otro lado, mi descenso pudo ser quizá más elegante que el de él, si no fuera por mis pijamas... O el descenso de él, en su práctica improvisada de "parkour" con traje, corbata, mancuernillas, decencia y demás...
Regresé y cumplí con mi encargo, que prometí no divulgar con nadie. Fingí ante los recolectores de basura, que era mío aquel regimiento de zapatos rojos, que impedía abrir la puerta principal de los vecinos, y de verdad, no lo pienso divulgar, fuera de aquí, por supuesto, como deben ser los secretos:
Resulta que el abogado está llevando un asunto mercantil a unas teiboleras, de quienes sus zapatos se han sentido mucho más cómodos siendo calzados por él... Hombre muy dado a "empatizar" con todos sus clientes defendidos, lo que llamamos "ponerse en los zapatos del otro" de tal forma que a diario, después de sus largas e inhumanas jornadas, llegan hasta su casa en taxi o como pueden, los zapatos por sí solos, esperanzados a ser mejor utilizados por alguien tan sensible como él, que por sus dueñas. Al principio eran dos o tres pares, lo que para la pareja era fácil de disimular, pero los zapatos han ido propagando su buen prestigio de defensor...
Por favor, tampoco lo cuenten a nadie más.
Jajajajaja, un surrealista relato digno de una gran pluma, que adquiere más sentido después de enterarme lo que son las "teiboleras".
ResponderBorrarBesos.
¡Gracias Pitt! Espero no haberte puesto en el camino del pecado, Jajajaja!
BorrarBesos con cadencia toncs!
Bueno al menos se pone en los zapatos y no en los calzones de ellas ¿Te imaginas? Jaja.
ResponderBorrarMe haces reír Sara
Un abrazo
Me alegro Malque!!! y tú mucho más a mí.
BorrarFuerte abrazo acrobático, jajajaja!
¡ja! ¡guardaré el secreto Sara!
ResponderBorrarImagínate... quedaría como una indiscreta, Jajajaja!
BorrarAbrazo, Lao!
Bien. Por las dudas que no se ponga en los míos... Igual las alpargatas no creo que le queden.
ResponderBorrarLas tuyas tampoco.
Abrazos, querida Sara.
Jajajaja! eres genial Alicia, cómo me haces divertirme con tu gran imaginación improvisativa, o viceversa!
BorrarAbrazo!
Jajaja Sara, sospecho que si empiezo el día riendo por acá es buen presagio! Siempre al comienzo de tus relatos, creo que el cuento va en serio!
ResponderBorrarBesos!
Qué bella eres... mi querida Soñadora. me lo voy a tomar en serio... o en risa mejor ¿verdad? Jajaja!
BorrarBesos.
La solución seria poner una zapateria... :))
ResponderBorrarBesos y salud
Jajajaja! Ya estamos empezando Genin, de socios tu y yo. Te animas? Jajajaja!
BorrarBesos.
Que bien escribes Sara, y tu vecino qué buen abogado debe ser para coleccionar tal cantidad de zapatos, lástima que no sean ni de su estilo, ni de su talla. Pero algo habrá que hacer con tanto zapato.
ResponderBorrarUn abrazo y gracias por hacer mi día alegre!
Eres un amor Carmen Rosa... otra socia para la tienda de Genín!
Borrarme alegra alegrarte, mucho... de verdad!
Fuerte abrazo.
Ei, te gustaron las ocas con zapato de tacón, eh? un relato divertido!! y suele ser tan difícil calzarse el zapato ajeno, bien por ese abogado. Besos!
ResponderBorrary que los abogados dificilmente lo logran, creo que muchos ni lo intentan siquiera... Por eso es un gran tipo y que pase por mi casa cuanta veces lo desee, ya le di permiso... de todas formas aunque no se lo otorgara, ya ves :?Sobre todo para no despertarme tan de madrugada, jajaja.
BorrarBesos.
jajajaja te juro que guardaré el secreto,jajajajaj
ResponderBorrarcariños Fiaris
Grcias Fiaris... Indiscretas ¡jamás! jajaja.
BorrarBesos.
Te prometo que no se lo diré a nadie.
ResponderBorrar¡¡Gracias por hacerme sonreir!!
Un besito.
Ay Amalia, que linda eres y más así de sonriente. Luces espectacular!
BorrarBesos.
No se lo diré a nadie, faltaría más.
ResponderBorrarBesos
Qué alivio Vero, son cosas que NO debe saber nadie, como lo prometí al abogado. Jajaja!
BorrarBesos.
Ja, ja,ja,ja,ja,ja,...bueno, yo tampoco sabía lo que eran teiboleras. Nunca te acostarás sin saber una cosa más. El relato, super divertido, de "altos tacones", diría yo, nunca mejor dicho.
ResponderBorrarUn abrazo, Sara
Fina
Ya te sabes otra denominación de las bailarinas exóticas, jajaja!
BorrarBesos Fina!
Vale, te guardo el secreto... pero quiero unos zapatos. Por esto de ponerme en los tuyos ante tal situación :-P
ResponderBorrarUn relato divertidísimo, Sara
Besos
De acuerdo... Por allí te llegarán unos de lo más estravagantes pero tabién muy cómodos. Me alegra que te divirtiera leerlo.
BorrarBesos!
Muy bueno Sara... jaja. Ojalá el mundo estuviera lleno de vecinos abogados como el tuyo, aún quedan pero pocos y los que hay, las pasan canutas para defender sus principios y llegar a fin de mes. Muchos besos guapaaa
ResponderBorrarYa quedan poquísimos, si es que no están totalmente extintos. Gracias bonita!
BorrarBesos para ti!
Jajaja!!!! Shhhh!!! No hablemos muy alto, de lo contrario correrá la noticia y etso puede culminar en un verdader escándalo! Me fascina tu manera de narrar, Sara. Eres muy cotidiana y al mismo tiempo logras un finura estupenda! Aplausos y un abrazo para tí!
ResponderBorrarEso quiero con esta entrada, que cualquier mujer que lo lea, piense... Ah! como los que le gusta usar a mi marido de vez en cuando... O, eso ya es otra cosa, verdad? Jajajaja!
BorrarGracias Bee! Un abrazo enorme!
Oi, querida amiga, Sara O. Durán !
ResponderBorrarQue lindo o teu trabalho literário.
Parabéns. Estou com muita saudade.
Um carinhoso abraço, aqui do Brasil.
Sinval Silveira ( coração tagarela).
Sinval: Gracias desde lo más profundo de mi corazón. Encantada de verte en esta pequeña casa. Un abrazo muy fuerte para ti.
BorrarJo Saldi que si la próxima vez que esto te pase una de dos o pides peajes o...te o quedas siempre que sea un tío bueno ehhhh.
ResponderBorrarBesossss
Inma! Has dado en el clavo... Ya sé como agenciarme un dinerito extra, que gran idea lo de los peajes, jajajaja! y lo del tío, pues muy ágil, pero me lo imagino setentón, para la próxima lo espero despierta para poder mirarlo bien, jajajaja!
BorrarBesitos para mi Sala hermosa y para ti, por supuesto.
Sí, Sara, después de leer tu entrada he visto las imágenes de Fedora y me han parecido tus vecinos un tanto alocados.
ResponderBorrarBesos
Sí que son algo extraordinarios los que exhibe nuestra amiga Fedora... Y los vecinos... No, esos de lo más tradicionales, envueltos en una circunstancia algo rara. Bueno, pero que si al señor luego de tanto le gustara, ya será otra cosa, ajajaja!
BorrarBesos!
Me gustó mucho este relato Sara, Muy ingenioso.
ResponderBorrarIré a tu enlace sugerido.
Un fuerte abrazo querida amiga.
Gracias! me alegra tu comentario, de verdad! Te van a gustar aquellas imagenes, de seguro.
BorrarUn gran abrazo para ti, hermosa!
Sara es un placer leerte con tanta comodidad, es preciosa tu manera de escribir. En este caso particular, muy ingeniosa.
ResponderBorrarTe dejo un abrazo grande!
Gracias Magah! Un honor que te sientas cómoda al leerme, es como caminar sin piedritas en los zapatos, que alegría!
BorrarAbrazo grande!
Es un relato muy elocuente y expresivo. Prometo no contárselo a nadie.
ResponderBorrarSara un cariñoso abrazo.
Yo sé que si lo sabe el universo, podrá ser un secreto solo entre tú y yo... y eso me tranquiliza mucho!
BorrarAbrazototote!
HOLA SARA: UN PLACER LEERTE Y DISFRUTAR DE ESTA HERMOSA ENTRADA.-
ResponderBorrarBESOS ENORMES.-
Gracias Thony! primero por hacerme un lugarcito en tu ocupada agenda y luego por tus palabras tan cariñosas.
BorrarBesos, mi buen amigo!
Bueno, querida Sara, yo creo que ya es hora de hacer un libro, no? Ya sé que alguno tienes por ahí... así que.... algún otro para más adelante? ¡¡¡Bien escrito y muy divertido!!! Besos
ResponderBorrarMe alegra enormemente tu comentario y lo sabes bien, porque me importa tu opinión crítica y sincera. Veremos, si puedo explotar mi lado cuentero divertido, jajaja!
BorrarBesísimos!
Un secreto no es tal si no se difunde. Jajajá.
ResponderBorrarPerdería su magia, jajaja!
BorrarBesos M. Luisa.
Sara, me ha encantado el relato y... también los zapatos. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana amiga.
ResponderBorrarjajaja, gracias Pepe!
BorrarFuerte abrazo.
jajajajaja qué pobre señora mayor no poder disfrutar tan lindos zapatos juajuajuajuajua
ResponderBorrarabrazos agradecidos por la carcajada.
Ya no está para "striptises" la doña.
BorrarMe gusta mucho que rías!
Besos!
Y yo que pensaba que huía de su mujer... y no, resulta que ella también estaba en el ajo :)
ResponderBorrarDivertido relato, Sara.
Un abrazo :)
Gracias Ximo... viniendo de alguien que nos provoca tanta diversión, tiene gran significado para mí.
BorrarAbrazo!
jajajaja La verdad no me lo imagino al abogado de tacos altos rojos.... Pero quedate tranquila... mi boca está sellada. Besos desde Argentina
ResponderBorrarDifícil imaginarlo, jajaja! Besos, Lelé!!
ResponderBorrar
ResponderBorrarEscucha el silencio del poeta al pronuncia sus versos,
Escucha el silencio de los sentimientos al decir te quiero,
Escucha el silencio de la aurora al besar las cumbres del olvido,
Escucha el silencio del rocío al acariciar los pétalos del pensamiento.
Escucha, el silencio del teclado creando sueños imaginarios antes de quedarse dormido…
Escucha en silencio las rimas de las palabras que han sido pensadas para ti.
Un abrazo y feliz fin de semana estimada amiga!!
Atte.
María Del Carmen
Cómo no podría tener un fin de semana espléndido, con un regalo tan maravilloso de versos!!!
ResponderBorrarMuchas gracias María del Carmen, lo mismo para ti con mucho cariño!
jjaajajajajjaajajjajajajaja... No será fácil guardar este secreto...
ResponderBorrarUn abrazo Sara.
Jajajaja... yo creo que ya se difundió. El abogado ya anda cambiando de profesión y un poco su esctructura moral, creo que pondrá un table dance!!! Jajajaja!
BorrarGracias, Carlos! encantada de tu visita.