Cuando no tenemos un tema de qué hablar, sacamos lo del clima. Eso pasó en la entrada anterior. No me importa el clima.
Conozco a personas que nunca pasan a otros temas. Todo va por encima, porque en todo somos lo contrario, postura opuesta.
Cuando no se puede hablar de religión, ni futbol, ni política, así se pone la cosa. Por eso yo prefiero juntarme con personas afines en esos temas, con quienes nos podemos expresar lo que pensamos libremente, sin temor a desavenencia.
Así me sucedió con mi hermana mayor, pasamos toda la vida hablando de "nada" y "estando muy bien"...
Y cuando quise que habláramos de otras cosas, de realidades, de nuestra vida, de nuestros buenos y malos momentos, qué creen, me dejó de hablar para siempre. Hace poco... Hasta me enfermó nuestra separación de por vida, que ya será poca.
Hay quienes no soportan que uno ose traspasar sus fronteras. Y yo que es lo que más hago.
Se crean personajes en los que viven y cuando hay quienes no les creen su personaje... ¡Bronca!
Conocí a un chico, hace 3 años, de la edad de mi hija en un viaje, en dos horas nos contamos más de nuestra vida que mi hermana y yo. Y somos los grandes amigos por siempre, nos comunicamos casi a diario. más que si fuéramos de la misma familia. Y, nunca se nos terminan los temas. Bendito viaje que hubiera sido muy aburrido si nos nos hubiéramos conocido.
En fin... Es química, es... no sé qué, lo que provoca que hay quienes somos muy compatibles a la primera. Y otros que en toda la vida nos repelemos aunque seamos de la misma familia.