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jueves, 30 de mayo de 2019

Perdido en azul abstracto

Siempre rechazó la pintura abstracta y argumentaba: "lo que no se entiende, no es arte"  o, "lo que no es bello, no es arte y, lo abstracto no es bello." "¿Qué te puede gustar de ver brochazos, chisporroteos y baldazos de pintura, a diestra y siniestra?"

Pero, con tal de acompañarla y sin dejar de refunfuñar, accedió.

En la galería, por supuesto, no tuvo la mínima cortesía de callar... en cuanto ingresó, comenzó la retahíla. Ella, acostumbrada a su tajante y extremista percepción, lo ignoró y se evadió de los comentarios, a tal grado, que llegó a sentir que iba sola, recorriendo aquellos cuadros de su pintor favorito.

En realidad, iba sola. Él, se quedó estático ante el cuadro "azul", con las palabras en su mente, con que ella siempre le replicaba: "siéntelo", "siéntelo", siéntelo, ten valor y atrévete, déjate llevar por la intensidad de la imagen".

En aquella mezcla de azules que iban del bondi al índigo, del capri al royal, del acero al cobalto, al marino, al oxford y hasta el prusia, entre un lapislázuli y un celeste (aunque le cueste), más uno que otro estratégico sepia... él se quedó atrapado y dentro de aquel cuadro, en un fenómeno, como secuencia de animación de película muy chafa de Hollywood.  Lloraba, reía y trataba de resistirse, mas ya nada podía hacer, con todas las sensaciones y emociones agolpadas desde su visión y que corrían hacia cada uno de sus sentidos, hasta dejarlo incrustado como una ínfima parte del cuadro, una mancha blanca grisácea, entre lo que podría ser la bifurcación de dos ríos, o la yuxtaposición de aristas centelleantes y profundas, o lo que fuera.

Ella, gran conocedora del abstracto y de su marido, lo pudo localizar de inmediato y muy complacida, compró el cuadro "azul" y dispuso que lo ubicaran frente a la réplica de Las Meninas, que él le hubo obsequiado. Muy bello y único, jamás lo negaría... pero en donde ella veía la mismísima imagen de la tía Carlota de él, tan intolerante como él, tan machacona como él y tan denostadora del arte abstracto como él. Tía a la que ella tanto detestaba (como a él posteriormente, por esa  naturaleza) y que tenía siempre presente en Las Meninas, desde cualquier ángulo del salón y del que no podría desprenderse, sin la segura ruptura con su marido, quien adoraba a la tal tía Carlota.

Al fin soltó lo que se había guardado por cerca de 20 años:

"¡Esta es igualita a tu tía Carlota, no te parece, mi cielo? quedará muy cerca de ti para siempre... y celebró con una helada carcajada.

Brindemos, amor: ¡Por tu adorada tía Carlota, por su dulce y eterna permanencia juntos!

martes, 28 de mayo de 2019

Algo qué contar

Debería tener algo que contar.
Algo suave, sutil o dulce,
algo para estimular, animar
o siquiera motivar a sonreír.

Pero, desde hace rato
andan unos versos girando,
merodeando y distrayéndome
y no sé qué hacer para librarme
de ellos. O atraparlos.

Mas, no estoy segura
de querer hacerlo. Lucen muy bien
en su libre vaguear tan desenfadado,
que mejor los contemplo,
deseando tener suerte de que me inviten
a ir con ellos.

... Pluaf, verso soy y volando me voy.



miércoles, 22 de mayo de 2019

Lo imposible

Casi desnuda, esa alma se echó a andar, con unos cuantos harapos de suspiros, adheridos a su ya transparencia de veneno, como las "aguas malas" insistentes, horadando con crueldad su corazón.

Abandonaba la tierra que pisaba y que tanto la pisó con desprecio,  sin piedad. Por discriminaciôn, por su acento, por desconocimiento, por rechazo hacia una cara nueva ¡Qué sé yo, conciencias elitistas degradadas!

Tambaleándose, casi muerta, escapó del rechazo; con más miedo que esperanza. No podría ser de otra forma, en su condición.  Antes pudo hacerlo.

Cruzó los límites y recuperó la fuerza en su propio terreno, con todas las dificultades imaginables -ya no pertenecía a ningún círculo-

En perspectiva, aquello es añorable y dulce, como lo que despierta el espíritu que emana al abrir un frasco de perfume muy deseado por prohibido e inalcanzable, en que alguien tuvo la ciencia de atrapar todos los sentidos a su única voluntad.

Quedó libre al fin, pero cautiva de lo imposible.


viernes, 17 de mayo de 2019

Insistió

Muy temprano cada día, de lunes a viernes, Elio, sale cargando una silla plegable, agua y alguna fruta.

Camina tres kilómetros hasta una frondosa sombra, al lado de una parada de transporte colectivo,  donde abre su silla para sentarse en ella y con cálida actitud, saluda o saca plática a quienes van o llegan.

Ya hasta tiene amistades, después de varios meses, en que solo le respondían con indiferencia, silencio, algún insulto o gesto de desprecio.

Insistió en hacerlos sentir importantes para alguien, en apartarlos del teléfono durante esos ratos, en escuchar y aligerarles preocupaciones o pesares.

Regresa satisfecho, con muchos temas nuevos para compartir con su esposa, que lo espera linda, llena de alegría y también con mucho qué contarle, tras ese periodo de espacio individual. La misma mujer que ya estaba muy gruñona y que lo juzgó de loco, cuando él le dijo lo que haría, el día que el médico y todos los pronósticos a su edad, le advirtieron que no volvería a caminar normalmente después de la operación.

Elio se rehabilitó por completo, en su poderoso afán por llegar a ayudar a ese colectivo lo más lejos de casa, en vez de confinarse a la inmovilidad y dependencia. Relegó su circunstancia a segundo plano, hasta olvidarla en definitiva. 

- Sabes, mujer... Voy a montar un taller de... de cualquier cosa o de muchas cosas en el portal. Y una área de juegos. Conozco infinidad de chicos que pasan todas las tardes solos, pegados a las computadoras y... No me mires así. No estoy loco y no me dirás que no, incluso tú podrías ayudarme en mil aspectos. Hay tantísimo que debemos enseñarles. Están sedientos de atención. Tú verás. Será muy divertido. No te aceptaré negativas.

- ¿Y si incluimos teatro o danza también? Respondió ella radiante.

sábado, 4 de mayo de 2019

Continuación y fin de vaguedad

La lluvia despertó a Marino casi al amanecer, era sábado.  Sigiloso, fue a preparar café y regresó con dos tazas. Daría lo que fuera por conservar siempre esa dicha de observar a Juana mientras dormía. Se sentó en el sillón junto a la ventana. La lluvia, el café, ella... nada más qué pedirle a la vida.

Ella despertó casi enseguida,  con un gesto muy tierno, al verlo contemplándola de igual manera.  Él se acercó, la besó con gran dulzura y le dio su café, que ella aceptó gustosa.

- ¿Qué crees, mujer? Tuve una pesadilla terrible... discutíamos no sé porqué y me perseguías furiosa empuñando un paraguas, querías matarme. Me echabas de la casa muy violentamente. Pero no conforme seguías detrás de mí, por muchas calles, en una gran ciudad que no conozco. Calles y más calles, eran interminables, ganas sentía de volar...

- Y yo soñé que teníamos 5 hijos... y me dedicaba solo a criarlos, no trabajaba, ¡imagínate!. Estaba algo abrumada, quizá frustrada.

- ¿Cuántos? ¡Qué locura!

Rieron a carcajadas.

- Falta mucho para eso, y solo un hijo, dos máaaximo... Pero, falta mucho.

- Mucho tiempo que falta, reafirmó Juana.

- Vamos a pasear, bajo esa lluvia. Dale, Juana, vamos.

- ¿De verdad? Sí, sí, claro que vamos. Y si quieres hasta cantamos I'm singing in the rain, cantaba ella, mientras se vestía.

- Pero sin paraguas... regresamos hasta que nos empape.

La cabaña vibró entera con la sonoridad de sus risas. Y así fue el comienzo de ese primer fin de semana juntos en la montaña, donde decidieron vivir hasta... hasta que se pueda. Con las intenciones de que siempre, aunque nunca se sabe a ciencia cierta, que el amor es más arte que otra cosa y la vida juntooos... una especie de juego donde cambian las reglas a cada paso.  

                        FIN


*Ay sí, no podía quedarse en drama el culebrón. 

jueves, 2 de mayo de 2019

Continuación de vaguedad

Y... resulta que la relación de Juana y Marino, se había enfriado bastante. Los 5 hijos pequeños y el sinfín de actividades de su crianza, salirse de trabajar para atenderlos, hizo que Juana dejará de ser la misma de la que él se enamoró. Aunado a más compromiso por parte de Marino en la empresa, para proveer lo que antes entre los dos... En fin, eso suele ser así.

Bueno:
Esa tarde Juana sintió una punzada en el corazón, esa sensación de inseguridad y desasosiego, al terminar de colocar las cortinas que acababa de coser, cuando la tarde, la llamó a contemplar la puesta de sol, espléndida, después de la llovizna, incluso había arcoiris.

Desde la altura de su departamento, pudo ver a una pareja radiante, encantadora que iba muy divertida.  Una pareja perfecta, abrazados y compartiendo paraguas. (Ni sé porqué, pues la lluvia era de ideas y no de agua, pero ya el lector cogió por ese rumbo y por ahí me voy yo también,  dócil me ajusto a su imaginación).  Suspiró Juana al verlos,  proyectándose a un pasado reciente, con su Marino.

Pero al observarlos, oh, oh, el encanto se disolvió... ¡Era él! Justo allí, por su calle. Su Marino con otra mujer. Y además bellísima. Juana se desplomó... o zapateó con rabia... o arrancó las cortinas y lanzó el jarrón contra la pared... o lloró. No sé qué hizo. Pero...

Ya se imaginarán el tango* cuando el susodicho llegó, "muy cansado de tanto trabajo", pero con brillo en los ojos, sonrisa boba, evasivo, sin hambre, blabla...  muy lejos de la facha y actitud de quien viene exhausto del trabajo. (Él nunca imaginó que la linda señorita vivía a la vuelta de su casa y menos que Juana, siempre saturada con sus labores, fuera a descubrirlo en su mágica aventura).

* Nota: No tenía continuación, pero el comentario de María Cristina dio pie, por eso asterisco en la palabra tango, pues ella es de Argentina. Y ya, que cada quien le dé el final de su elección, porque conociéndome, ¡yo los divorcio, que ya me siento indignada con el hdp Marino!!
: )