Pero, con tal de acompañarla y sin dejar de refunfuñar, accedió.
En la galería, por supuesto, no tuvo la mínima cortesía de callar... en cuanto ingresó, comenzó la retahíla. Ella, acostumbrada a su tajante y extremista percepción, lo ignoró y se evadió de los comentarios, a tal grado, que llegó a sentir que iba sola, recorriendo aquellos cuadros de su pintor favorito.
En realidad, iba sola. Él, se quedó estático ante el cuadro "azul", con las palabras en su mente, con que ella siempre le replicaba: "siéntelo", "siéntelo", siéntelo, ten valor y atrévete, déjate llevar por la intensidad de la imagen".
En aquella mezcla de azules que iban del bondi al índigo, del capri al royal, del acero al cobalto, al marino, al oxford y hasta el prusia, entre un lapislázuli y un celeste (aunque le cueste), más uno que otro estratégico sepia... él se quedó atrapado y dentro de aquel cuadro, en un fenómeno, como secuencia de animación de película muy chafa de Hollywood. Lloraba, reía y trataba de resistirse, mas ya nada podía hacer, con todas las sensaciones y emociones agolpadas desde su visión y que corrían hacia cada uno de sus sentidos, hasta dejarlo incrustado como una ínfima parte del cuadro, una mancha blanca grisácea, entre lo que podría ser la bifurcación de dos ríos, o la yuxtaposición de aristas centelleantes y profundas, o lo que fuera.
Ella, gran conocedora del abstracto y de su marido, lo pudo localizar de inmediato y muy complacida, compró el cuadro "azul" y dispuso que lo ubicaran frente a la réplica de Las Meninas, que él le hubo obsequiado. Muy bello y único, jamás lo negaría... pero en donde ella veía la mismísima imagen de la tía Carlota de él, tan intolerante como él, tan machacona como él y tan denostadora del arte abstracto como él. Tía a la que ella tanto detestaba (como a él posteriormente, por esa naturaleza) y que tenía siempre presente en Las Meninas, desde cualquier ángulo del salón y del que no podría desprenderse, sin la segura ruptura con su marido, quien adoraba a la tal tía Carlota.
Al fin soltó lo que se había guardado por cerca de 20 años:
"¡Esta es igualita a tu tía Carlota, no te parece, mi cielo? quedará muy cerca de ti para siempre... y celebró con una helada carcajada.
Brindemos, amor: ¡Por tu adorada tía Carlota, por su dulce y eterna permanencia juntos!
Siempre me encanta tu manera de terminar los relatos. Estoy fuera de casa y me paso poco por el blog. Un abrazuco
ResponderBorrarDisfruta de tu tiempo fuera de casa. Gracias.
BorrarBesos.
Y con lo que me gusta el azul, ahora voy a ver a Carlota!!! Un relato genial, Sara, un abrazote!
ResponderBorrarEs bonita... Nada más no la escuches y todo bien, jaja.
BorrarGracias.
Abrazo grande.
Lo mejor es la celebración.
ResponderBorrarBesos.
Se ve que lo está disfrutando,:)
BorrarGracias.
Besos de anís.
Vaya con la tía Carlota, tendrá que verla de por vida a no ser que se le ocurra alguna idea para sacarla de en medio y llevarla al trastero.Besicos
ResponderBorrarMe parece que lw tomará cariño. Jeje.
BorrarBesos.
Debe ser una buena forma de que cuando la tía Carlota los visite se queden tía y sobrino abstraídos y callados frente al al cuadro y ya no la molesten con sus comentarios.
ResponderBorrartequendama.
Estaría muy bien tu solución propuesta, jaja.
BorrarBesos.
Qué final tan bueno... inesperado, ocurrente. La pena es que tía Carlota esté entre azules y menos mal que no tiene estrellas... Hay amores enfermizos.
ResponderBorrarBesos y sonrisas.
El individuo es el que se quedó de azul.
BorrarGracias. Un abrazo.
Me encanta como escribes,cariños.
ResponderBorrarGracias, Fiaris. Tu cariño te lo hace ver así. :)
BorrarBesos.
Que bien has relatado la visión del cuadro con esa mezcla de azules. Me ha encantado el inesperado final del relato con ese puntito de buen humor.
ResponderBorrar¡Genial!
Abrazos.
Algo de humor negro de cez eb cuando, para reír un poco.
BorrarBesos.
Pobre tia Carlota... :)
ResponderBorrarBesos y salud
Pobrecilla : )
BorrarFuerte abrazo.
Escribes muy bonito amiga.
ResponderBorrarAbrazo
Gracias. Con buena letra y ortografía (broma) jaja.
BorrarBesos.
Yo quiero ese cuadro lleno de azules, mi color favorito!
ResponderBorrarDicen que el azul es un color tranquilizador, quien sabe aplaca a la tía Carlota😊
Besos!
Mi color favorito también. Hay uno muy bello, de donde salió esta historia, que bien podría quedarme viéndolo, sin poder dejar de hacerlo. Sí atrapan ciertos cuadros. Cómpralo.
BorrarAbrazo.
Que bonito relato amiga y que inesperado final. Saludos.
ResponderBorrarMe alegra que te guste. Gracias.
BorrarUn abrazo.
Y pensar que ese tipo de personas existen y son molestas como una piedra en el zapato.
ResponderBorrarRosa
Y luego del zapato, hacen piedrecitas en el hígado, si las dejamos ser.
BorrarUn abrazo.
Sara...tu relato tiene un arte exquisito.
ResponderBorrarGracias por tan grata lectura :0)
Qué linda eres, Loola. Muchas gracias.
BorrarUn abrazo.
😘💙👌
ResponderBorrarGracias, Carmen.
BorrarUn abrazo.
Genial tu relato y genial tu descripción.
ResponderBorrarAbrazos.
Muchas gracias, Vicente. Por tu generodidad.
BorrarAbrazo.
Una vez le iba a poner a un bloguero: eso es importante y puse: eso es impotente. Menos mal que me di cuenta. :). Un beso
ResponderBorrarPudiste evitarlo y no te sucedió como a mí.
Borrar:) mi alegras con esa sonrisa que me brindas. Muchas gracias.
Besos de anís.
Buen final para un estupendo relato.
ResponderBorrarUn beso SARA.
Muchas gracias, Amalia.
BorrarUn fuerte abrazo.
Muy buen relato, Sara. Creo que no conocía ni la mitad de los azules, eres tremenda... jajajajaja.
ResponderBorrarEs fantástico que al final se puedan decir las cosas y brindar por la eternidad.
Un abrazo inmenso!!
Raquel, qué alegría mas grande me has dado con ru visita. Espero que en todo te esté yendo de maravilla y que estés de lo más feliz. Gracias.
BorrarMi abrazo, igual de inmenso.
Original final Sara, por fin le cantó las cuarenta también para la eternidad. Cariñoso abrazo.
ResponderBorrarHasta que pudo hacerlo :) Muchas gracias, Mara. También te extiendo un abrazo así de cariñoso.
BorrarMuy divertido Sara, ese punto de humor final me ha encantado.
ResponderBorrarBesos
Muchas gracias, Conxita. Me alegras.
BorrarUn abrazo.