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martes, 30 de mayo de 2017

La puerta al hastío

El ser humano tiene una predisposición y una afición a traspasar las puertas indebidas en los callejones de su vida. Y si encuentra un letrero como aquellos del Lobo Estepario, de H. Hesse: "No para cualquiera" o "Solo para locos", su ingreso está garantizado.

En la realidad actual, en vez de leyendas como las de la famosa novela, es como si aparecieran múltiples letreros de puertas hacia el hastío. Ese desánimo, pesimismo, falta de identidad, de energía de los jóvenes, quienes obtienen de donde sea, los recursos para la evasión, adictos a tantísimas cosas que ni imaginarían muchos adultos y en contraste, no encuentran ningún recurso para la creación de su vida y un destino. Incapaces de discernir, de discriminar lo que les perjudica. Incluso son aficionados a herirse, al suicidio, a la depresión, al sufrimiento, a la muerte.

Por supuesto que sí existen maravillosas excepciones de chicos admirables. Pero esa masa autómata va en alarmante expansión, compuesta de individuos, encerrados en su ser, conectados a su pantalla inteligente, viviendo su ficción "selfie" de cada día, incapaces de participar en vivencias mínimas en su entorno, que rechazan un abrazo o un beso y en cambio mueren por la falta de un "like" en sus publicaciones en redes. Ni siquiera pueden sostener una conversación en vivo, más allá de monosílabos o movimientos de cabeza, sin violentarse.

Es muy necesario que quienes no fuimos arrastrados por esa corriente, actuemos con todo el rigor posible para revertir los resultados paradójicos de esta era de incomunicación, justo cuando existe la máxima facilidad para la comunicación, en que cada vez están más jóvenes agolpados, ansiosos por traspasar las puertas hacia el hastío y sus sombrías derivaciones.

Yo creo que estamos todavía a tiempo de lograrlo.



sábado, 27 de mayo de 2017

Somos como somos

Somos como somos y nadie puede cambiarnos si no queremos.

Compartir alegría, no le servirá de nada a quien se aferra a la tristeza.

Plantear soluciones, no servirá de nada a quien no quiere resolver sus problemas.

Brindar compañía, no servirá de nada a quien vive lamentando su soledad.

Y así con todo lo que podamos citar.

Porque unos ven negro, otros blanco y otros de colores. Aunque la vida nos ofrezca un gama muy amplia de oportunidades y colores.

Pero ni la tristeza, los problemas, la soledad o la oscuridad de otros, pueden frenar a quien tiene las ganas de ayudar, porque también así es, como es... cree que necesitan ayuda cuando los escucha llorar.

Somos como somos y cada uno tenemos diferentes tiempos para llevar a cabo los procesos. Es demasiado simple, quizá algunos nacieron sabiéndolo, pero a mí me ha costado demasiado tiempo entenderlo.  Aunque entenderlo tampoco me sirve, porque no cambiaré mi forma de ser. Soy como soy.




martes, 23 de mayo de 2017

Bendita generación

Pertenezco a una bendita generación, que de niños salvábamos pájaros caídos del nido, hacíamos trampas para gatos feroces, curábamos perros sin dueño y regábamos jardines.

Jardines donde en las noches en familia, como siempre eran las noches, mirábamos al cielo. Y allí colgábamos anhelos en las estrellitas más a la mano.

Una generación de guerreros inocentes, que íbamos al cine, a pie, en grupo con toda la pandilla del barrio o de la mano de mamá y papá... y que en los intermedios, mejor que ir a la dulcería,  jugábamos a correr, rodar o a las luchas por la alfombra de toda la sala. Al frente siempre los más valientes, fuertes y diestros. Pero entre todos, socorríamos al que saliera lastimado.

Esa generación de valientes, que aún con calcetas y pantaloncillos (ellos) y vestidos (ellas) queríamos cambiar lo que estaba mal en el mundo. Después logramos "igualarnos" con ellos, a través de los jeans.

Una generación de valientes revolucionarios, rebeldes que marchamos, protestamos y gritamos, manifestándonos contra injusticias, desigualdades y desequilibrios, seguros de la fuerza de la unidad.

Pero... no pudimos, no fuimos más fuertes que el mal. Y ahora vamos a bordo de barquitos de papel en la mar de incomprensión por la bendita generación actual.

Pertenezco a una generación "emparedado", más maldita que bendita, contenidos por los de antes de nosotros con brutal represión y por los de después de nosotros, con brutal indiferencia. Y solo los sin remedio,  seguimos inconformes y dispuestos, aunque nadie nos perciba.


sábado, 20 de mayo de 2017

Mar abierto

Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo; primero has de evocar en los hombres el anhelo de mar libre y ancho.

       Antoine de Saint-Exupéry


miércoles, 17 de mayo de 2017

Además de mal encachados,

Mal pagados...

Hoy en el periódico El Universal publican que "solo 2.7 millones de mexicanos ganan un salario arriba de 12 mil pesos mensuales.  En contraste con 14.3 millones no llegan a 5 mil."

Ejercicio a grosso modo del costo de vida muy humildemente de dos personas:

Renta de una casa:  $ 2000.00
Pago de servicios,
Luz, agua, teléfono: $ 1000.00
Alimentación:           $ 3000.00
Transporte (en
colectivo).                  $ 3600.00

$9600.00. Sin pensar en compra de ropa, composturas y mantenimiento de casa, paseos, diversiones, etc. Obviamente queda prohibido enfermarse, porque el servicio médico gratuito "universal" es pésimo y hay que pagar por un servicio particular si se desea aliviarse.
Tampoco pensar en hijos, que se duplican los costos.
¿Y vacaciones? ¡Ni soñarlo!

La tasa de desempleo en los últimos 10 años ha bajado significativamente. Ya solo hay 1.6 millones de desempleados.

Se llena la boca "el señor presidente" Peña Nieto, en cuanto foro internacional habla sobre el tema de nuestra buenaventura laboral. Y cuando anda atrayendo inversionistas (señores feudales, con su venia).  A ese precio y a los tratos que dan a la gente...

¡Puagh!

¿Cómo no ser unos malencachados? Alguien que me explique.

*Mal encachado. Entiéndase mal aspecto, mal carácter.

Y no me lo creerán... la gente sonríe y sigue siendo divertida. Cómo no creer en Dios, que los sostiene a pesar de todos los pesares.

     

jueves, 11 de mayo de 2017

Cuesta

Cuesta mucho ver bosques convirtiéndose en desiertos, por incendios, falta de conciencia y ya de agua...

Cuesta más, ver a niños trabajando o pidiendo "un peso" a los fuereños, para conseguir una tortilla, porque su maíz ya no nace...Y mujeres solas, las mamás de esos niños, luchando como titanes, artesaneando, rogando al cielo que este día, alguien que llegue, les compre...

Con sus hombres fuera, tratando de abrirse camino. Lejos, muy lejos de sus tierras, sus propiedades ancestrales -de donde los siguen despojando, como siempre y ya lo están logrando- Y ni cómo saber si pudieron llegar.

Cuesta mucho, ver a perros desmayándose, tiritando.Vacas y chivos en los huesos...caballos y burros con la mirada perdida. Secuestrados todos por los estertores. Amagados, dominados por los fantasmas de sembradíos, ahora terregales infértiles, infames.

Cuesta muchísimo no morir de llanto y asfixia, al pie de cualquier árbol gigante, centenario y totalmente carbonizado... Para por lo menos, ser alimento de zopilotes, hormigas o de algún lobo perdido y pertinaz.

Porque uno piensa que como quiera, muriendo, tal vez se daría alimento a otra esperanza.

                                       
                         

martes, 2 de mayo de 2017

Informalidad

Me encanta la charla informal, esa que se da sin que nadie trate de impresionar, en que el silencio no aterra y haya que romperlo de inmediato con palabrería.

Cuando se dejan fluir las ideas y no es competencia de dominio de temas muy fufurufos. Cuando hay total libertad y apertura en el qué y en el cómo decir.

Odio los soliloquios en que no queda más alternativa que menear la cabeza de vez en cuando, mientras se bosteza disimuladamente, o se abandona con el pretexto más inverosímil porque ya no aguantamos. Yo me pierdo y dejo que funcione el automático, con una que otra pregunta, para que la persona continúe y continúe y continúe. Y yo no me entero de nada.

Las mujeres tenemos fama de parlanchinas. Yo hablo poco cuando no estoy en un ambiente informal. Soy informal, muy bromista, malhablada, bastante risueña. Pero necesito estar en confianza, no con todo mundo ... soy muy cortante y fría cuando no me cae bien alguien!!

Con la gente discursera, me pasa que me pongo a divagar, a contar todo lo que hay alrededor, a multiplicar, a restar, dividir, lo que veo. A revisar el decorado de donde estemos. Pensando:  Esa pared se vería mejor verde, amarilla, azul. Esos pisos son de 30, 40, 60 cms. por 10, da tanto..   por el otro lado, son tantos metros cuadrados. O a mirar zapatos. Las ventanas, el estilo, a calcular la altura de las paredes.  Siempre miro los zapatos. Según yo, dicen todo lo que somos.

Me fijo más en los diferentes tonos de voz, en la gesticulación, en las manos, no si bonitas o feas, sino como las mueven.  Claro en los ojos, la boca. Si mienten, si tratan de convencer(se), reafirmarse. Dejo que sea lo que no dicen, lo que más hable.

Pero también qué maravilla es cuando puedo charlar con alguien y que no haya fin, que bien pudiéramos pasar la vida charlando.  Eso es milagroso, mágico.