Antaño, ser criados por la abuela, era una garantía de buena educación: modales adecuados, cultura, valores. Hoy la abuela no siempre llega a ser esa institución educativa y formativa tan respetable.
Resulta que los jóvenes se están tomando demasiado a la ligera el matrimonio. Con toda la gama existente de métodos anticonceptivos, no se protegen y todavía en muchos casos, se casan por motivos de embarazo, lo que ya no debería suceder.
Al poco tiempo se divorcian. Sus hijos les estorban, porque desean seguir siendo libres, retoman todas las actividades que interrumpieron el día que irresponsablemente ni siquiera se dieron cuenta de que engendrarían a un nuevo ser.
Entonces, depositan a sus hijos en manos de su madre, o sea en la abuela de los niños. Quienes los aceptan.
Estas abuelas, experimentan sentimientos encontrados, por un lado se sienten fastidiadas por su incapacidad de no haber sabido criar hijos maduros y abren una guerra subterránea en contra de ellos, a través de los niños, ganando su predilección, con una exagerada permisividad. Lo logran y los niños ya no desean la compañía de sus verdaderos padres, porque la pasan mejor con la abuela.
Los padres, por comodidad se desentienden para gozar de su juventud y sólo cuando se les antoja ser padres, con lujo de violencia verbal y física si es preciso recuperan a sus hijos, dejando a la abuela en un mar de llanto, por ser despojadas.
Pero, muy pronto se los regresan. Las abuelas, encantadas los vuelven a recibir. Sienten que rejuvenecen con ellos, llegan a creer que ellas son sus verdaderas madres. Pero, ya sin la energía de cuando tuvieron la edad de ser madres, los niños les toman el número muy pronto y las abuelas bailan al son que les tocan.
Por otra parte, muchas de esas abuelas, tratan de llenar sus vacíos con la compañía de esos niños y satisfacen sus necesidades afectivas, pero no las de ellos. Por lo que los someten a sus rutinas, a sus pláticas, a sus fracasos. A veces, hasta intrigan con los niños en contra de sus verdaderos padres, logrando confundirlos en grado extremo.
Los pleitos entre abuela y padres por la forma de educarlos es interminable y por supuesto los niños siempre están presentes. Ellos a nadie obedecen, conscientes de que son la manzana de la discordia y se hacen maestros del chantaje y de la manipulación, porque se van para donde más les conviene.
Se les castiga y se les premia de acuerdo a los estados de ánimo de los adultos, más no cuando los niños lo ameritan, así que esos pequeños se van haciendo ingobernables, dominando a todos los miembros de la casa y cuando quieren gobernar a la sociedad, muchos terminan en la cárcel, en los centros de rehabilitación, etc.
Resultado evitable si las madres, cuando fue su turno, hubieran educado a sus hijos, para cuando estos, ya maduros contrajeran sus propias responsabilidades, ellas les dijeran con todo el amor existente:
¡Felicidades hijo(a), ya creciste, ya serás padre o madre, independiente, con tu propia casa, tu familia, tus logros y tus problemas.
En esta casa, la de tus padres siempre serás bienvenido(a) cuando desees visitar...Punto.