Se cuenta que una ciudad muy importante y próspera, gracias a una claque, está perdiendo todas sus cualidades. Mataron unión, dignidad y coraje de
sus habitantes, con la complejidad de supervivencia, ilegales ultrajes seriados e impunidad. Nadie se queja, ni se rebela, ni piensa ya, en la
ciudad que está siendo encogida con manoseo, desfiguro y violación.
Resiembran jardines, angostan amplias avenidas, y agrandan glorietas, para dificultar al máximo la libre circulación. Los parques, desde sus adoquines, si son cuadrados, los cambian por hexagonales, si son grises los cambian por color beige o ladrillo. Igual con las fachadas de edificios de gobierno; ya sea poniendo techos en el exterior, para que los empleados se fumen felices las jornadas, durante la extenuante espera del siguiente pago; o modificando detalles insignificantes de diseño, para dejarlos como vieron en los yunaites.
Arrasan igual con personas, establecimientos y empresas, no miembros de esa claque. Cobran, recaudan, multan y remultan a la población, porque el presupuesto no les alcanza para tantos caprichitos a costos estratosféricos. Derriban, remueven, cambian e intercambian piezas, monumentos, capillas y cualquier construcción, para aniquilar la memoria de la colectividad y de paso decorar las propiedades de don Peculado, con lo que se extravía en las maniobras.
Los encargados de cuidar lo antropológico e histórico, igual, permitiendo y progresando. La pobreza, que por ninguna parte se asome, pues desprestigia informes, versiones y promociones. Se removió a zonas más inefables, inaccesibles, donde apesta a incuria, a infamia, y a literal penumbra.
Cerraron con concreto, toda posibilidad de acercamiento de los infortunados a los nuevos escaparates y balcones que han ampliado, para que en los festines, todos los integrantes de la claque, puedan tomados de la mano, jadeantes y extáticos, otear a quienes
tienen convertidos en una masa neutra, enferma y deforme, que asfixia su lamento prohibido, para solamente lanzar proyectiles de pensamientos y miradas del odio acumulado, antes de que exploté sus vísceras.