Me hiciste regalarte para llevar, todas mis palabras bonitas, admirarte y cantarte, tocando, acariciando el piano de tus costillas. Hasta que al fin pudiste encontrar
el día más pintado de sol enmedio de nuestro siempre indeseado invierno.
el día más pintado de sol enmedio de nuestro siempre indeseado invierno.
En cuanto amaneció, ataste mi corazón a tu cintura, con un rayo recién nacido y unas flores secas de bugambila, en lo que yo te llenaba de los besos, caricias y suspiros, que fueras a necesitar para siempre.
Ahora... No sé cómo se hace esto, de que tu día sea mi noche. De que tu luz, sea mi aplastante oscuridad, que me llora y me gime y me grita, inundando el hueco donde iba mi corazón y me pone helada, tiesa, muda y sin ti.
No sé cómo se hace esto,
de que mi corazón sea tu cometa, si el tuyo ha sido mi ancla. Que bien pasara lo que pasara, con quien fuera, nada pasaba, teniéndote a ti. Hay que reconocer, que todos tenemos una ancla, para vivir.
Ahora, con Cuca, tu frondosa hembra, camino y corro, espero y olfateo la casa y nuestro vacío, esperando el milagro de los tres días después...
Tendré que desintegrar mi egoísmo una vez más. Aunque ahora no sé por donde volver a empezar, sin ti, mi amo, mi rey, de menos de tres kilos, muchos ladridos y pelos. ¡Gracias, chiquito!
* 27 enero, 7:27, murió Wango, el perro Chihuahua de pelo largo, de 17 años, de quien fui su más fiel compañera. Veo que le gustaban los 7.
** Sí, hay personas para querer, blabla. Pero además hay otros seres, que se nos meten profundo, sin siquiera preguntarnos. Hasta hacernos absolutamente suyos.