Un día se les dio la gana recaudar más por concepto de impuestos a los estados del mundo. Multiplicar las ganancias de los laboratorios farmacéuticos. Llenar los consultorios médicos. Incrementar ventas de compañías aseguradoras, perfumerías, fabricantes de purificadores de aire, extractores, filtros y todo tipo de productos para eliminar el olor, rastros y partículas de tabaco, dar trabajo a agencias de publicidad por campañas en su contra, así como a terapeutas en psicología, medicina alternativa, etc.
Entonces: Aquello que fuera permitido en todos los ámbitos, distintivo de elegancia, estatus, inteligencia, liberalidad, fortaleza, feminidad, virilidad, convivencia. Cómplice y testigo de la creación de los mejores versos, libros, arquitectura, obras de arte, inventos, tratados, convenios y momentos.
A una costumbre ancestral, con efectos curativos, relajantes, ceremoniales y hasta divinos, ahora se le sataniza. Para de esa forma, poder sacarle todo el provecho, por toda una partida de industrias reparadoras de sus efectos. Modificando su anterior etiqueta de costumbre o hábito, a la de adicción.
Causa revuelo general el aumento del IVA del 15 al 16 en productos y servicios y en cambio, nadie dice nada porque en el tabaco se pague más del 320% de impuestos. Pues a base de publicidad, la sociedad, tan buena para endilgar etiquetas, ya ve al fumador como un adicto, antisocial, causante de muertes ajenas, suicida, peor que delincuente. Y, el fumador confundido y con su autoestima muy cuarteada, en vez de defender su gusto, haciendo valer sus derechos, baja la guardia y se deja vapulear, aceptando el rechazo de los no fumadores y el nuevo precio y condiciones sin protestar.
No conformes con eso, agregan a los diseños de sus cajetillas, las fotografías más terroríficas con fondo negro y letreros enormes de que provoca la muerte y abortos; no solo de quien fuma, sino de toda su familia y seres queridos. Las niñas ahora en vez de comprar anticonceptivos o la píldora del día después, optarán por empezar a fumar. Los del movimiento emo, darketo o barroco, se sienten comprendidos al fin y a los más empedernidos fumadores les causan gracia los fetos de astracán en cuna de cigarrillos.
Al mismo tiempo, están machacando que las personas que fuman tienen menor coeficiente intelectual, que daña el cutis, que es vulgar, que envejece, que se viven menos años, que… una lista enorme de desventajas. Y, en paralelo se lanzan los argumentos a favor de la marihuana y su legalización.
Quienes no fuman, creen que hasta el olor puede fulminarlos como si fuera insecticida. Siendo que lo que dañaría sería el humo, no el olor. Los fumadores, ya tan acomplejados y marginados, por la intimidación constante; mantienen su gusto de consumir bocanada tras bocanada, esas partículas espiritosas, en lugares solitarios, apartados, ocultos, escondidos, como si estuvieran inhalando cemento, lo más lejos de las miradas despreciativas y narices fruncidas, de quienes pudieran observarlos.
Si es un acto tan legal, puesto que es principal generador de ingresos al estado por gravámenes, bien podrían los fumadores:
Exigir que el producto sea elaborado con el tabaco de la mejor calidad, sin aditivos que si provoquen daño.
Crear centros de acopio de las horrendas cajetillas, para enviarlas periódicamente en contenedores a los legisladores que las aprobaron.
O regresarlos, como hiciera el productor de los Raleigh hace tiempo en USA, antes de que les piratearan la idea los del Teletón y los de Iniciativa México, en que por cada determinado número de cajetillas remitidas, ellos donaban sillas de ruedas, aparatos ortopédicos y prótesis a quienes lo necesitaran, sin discriminar a los no fumadores. Sirviéndoles a las compañías de igual forma para deducir impuestos de manera filantrópicamente mañosa.
Mientras se organiza el gremio fumador, que al pagar tan altos precios, tiene todo el derecho de exigir; si tu fumas y te fascina hacerlo, por el momento compra una bonita cigarrera para que rechaces las imágenes que te han impuesto de manera tan arbitraria, o puedes optar por fumar unos maravillosos Cohíba, Montecristo, H. Upmann, o hasta unos Populares, que como van las cosas, saldrán mucho más baratos que los cigarrillos que hasta el mes de diciembre podrás adquirir a precio de empleado de país subdesarrollado.
Además, no te escondas, ni te dejes intimidar, es tu gusto, tu dinero, tu organismo y nadie mejor que tu sabes y sientes si te ayuda o te perjudica. Hasta ahora no nos hemos enterado de que nadie haya matado, secuestrado o extorsionado por comprarse unos Marlboro; se violente, se ponga “hasta atrás”, o pierda la conciencia de lo que hace., por unos cigarrilos de más. Pero si es notorio, con cuanta satisfacción paladean ese humo mágico, de la manera más amistosa, pacífica y placentera.
Respeta a quienes no soporten el aroma de tabaco y fuma lejos de ellos, también si puedes y lo deseas forma tus clubes, asociaciones, agrupaciones, empresas, etc. etc. “Solo para fumadores”, en donde puedan criticar y debatir, por ejemplo, acerca de la falta de tolerancia de no fumadores.
También recuerda que todo en exceso es malo y mortal, así que fuma por el gusto de hacerlo, de una manera moderada, ejercítate mucho, come equilibradamente, sin grasa, ni harinas blancas, con suficientes vitaminas, bebe bastante agua y deposita las colillas en el cesto de basura, cerciorándote de apagarlas bien y nunca fumes en la cama, si estás cansado, pues allí si corres el riesgo del abrasador sueño eterno.
Así pensaba cuando fumaba, hasta que dejé de perder el tiempo buscando justificaciones y dejé de fumar, me ha ido de maravilla, al liberarme de esa atadura... Se vive mejor, todo es mejor!
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