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domingo, 30 de septiembre de 2018

El poema de regalo

Tras muchos años de feliz relación, quería regalar a su mujer un poema. Pues aunque ya le había regalado de todo, jamás un poema de su inspiración. Se emocionaba al imaginarla cuando lo leyera.

Ella dormía... le pareció tan hermosa así, iluminada por la luna, que se levantó a escribirlo...

Amada mía -No, muy trillado.
Amor -tampoco, así le digo casi siempre, mejor voy directo.

Escribió sobre ese momento. Para ser su primer poema, iba muy bien. Pero la complicación empezó con unos verbos irregulares, como asir, en que dudó decir: "asgo tu mano" -qué feo suena.

Luego, en: Yo fui uno antes de ti, pero cuando fui aquella tarde a donde te conocí. ¿Cómo, cómo! ¿Fui con ser y también con ir? Pensó que ambos verbos le estaban jugando una broma pesada. Los eliminó.

Puesto que ya habían vivido  juntos, en todos los tiempos del verbo, volvió a sufrir con los tiempos compuestos. No hallaba si decirle, te he-había-hube-habré-habría-haya-hubiera-hubiese amado... verbo auxiliar en el tiempo correcto, más participio del verbo que fuera.

Usó los tiempos simples, pero quedaba tan lacónico, que no lo satisfizo.

A las 5 de la mañana, en la cocina y ya furibundo, fumando y bebiendo café, desistió de los compuestos y optó por el condicional y el subjuntivo en presente. Cerrando con imperativo.

Lucía: yo te amaría más de lo que ya te amo, si tú me regalaras para mi cumpleaños un diccionario de conjugaciones de verbos con explicación de usos adjunta. Si lo estudiara, sería feliz y tú más. Hazlo.

Le dejó la nota en el imán del refri antes de salir a trabajar. La besó antes muy sutilmente para no despertarla.

Ella en confidencia:

-Te lo juro que no tiene abuela, seguro ha de traer alguna amante o no sé qué le pase. Se acabó el romanticismo, en las noches se levanta y me deja sola durmiendo. Ya no sé ni a que hora se va en las mañanas, Hoy ni se despidió, ni nada. El colmo... me ha pedido. Nooo, qué  va, me ha ordenado que le regale un diccionario para sentirse feliz, ¿qué es eso? ¡Un diccionario! Y deja tú, no un diccionario cualquiera, lo quiere ¡de verbos, el muy señorito! De veras... no sé qué voy a hacer.

jueves, 27 de septiembre de 2018

Allá lo llevan

Estaba en el jardín, dispuesto a leer, cuando vio el hormiguero.

"Si no las molesto no pasará nada, ellas han de tener importante función ecológica", y tomó prudente distancia.

Iba en la página 20, y las hormigas mantenían su actividad. "Admiro su constancia", pensó y siguió leyendo.

Ya hacían montón, ya exploraban, ya pasaban en fila india con un abejorro herido, un chapulín, un gusano, una cucaracha, hojas, semillas, piedras.

Él se mantenía en la lectura y admirando a los perseverantes bichitos, inofensivos, simpáticos.

En la página 50 más o menos, por detrás de él para no ser vistas, pasaban con sus cargamentos, cada vez más valiosos. Incluso un gato.

A la página 120, él apenas y tuvo los reflejos, para saltar de su silla y correr, cuando ya lo tenían a las puertas del hormiguero.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Cosas, casas, una

Estamos muy acostumbrados a ver que les pasen cosas a las cosas. Nosotros se las provocamos, sí, yo sé, pero no me diga que no decimos: se quebró el vaso, se cayó la taza, el mueble o cualquier objeto, se desclavó, destornilló, desbarató. Se le cayó una pata. Se le venció el respaldo, se estropeó, se echó a perder, se hizo añicos. ¿A poco no?

Amigo, no imagino a las cosas, ellas, todas inanimadas que son, tomando ese tipo de decisiones... no sé, no lo creo, aunque he visto de todo, me falta por ver.

Bueno... Pero con esa casa, se lo aseguro, pasó cosa diferente... yo seguido había oído, que las casas se hacen grandes con el tiempo en que vuelan los hijos o que se muere la gente, como dando de sí, igual  como nos pasa con los zapatos, que ya luego nos quedan flojos ¿verdad? Pero, en serio, esa casa sufrió un fenómeno inverso, créame, como que yo mismo se lo estoy diciendo.

Se fue escogiendo, que ahora ya no le entraría ni un palillo. Siendo que le cabían: fiestas, risas, voces, convivencia, ecos, juegos, música, cantos, uno que otro chirrido, incluso llantos y ayes, como en cualquier casa. Mucha gente, claro.

Pues...  se hizo tan pequeña, que ya no le cabe nada de nada. Se lo juro. Tendrán que derrumbarla. Solo espero que luego no vayan a decir, que se derrumbó.

lunes, 17 de septiembre de 2018

En el bazar

Era la encargada de la bodega de un gran bazar de beneficencia, donde pronto obtendría su jubilación. 

Una labor aburrida, solitaria y extenuante, pero la necesidad la capacitó para disponer hasta de pesados menajes completos sin ayuda y, de montañas de ropa, en las que hubiera podido desaparecer. 

De los fallecidos,  era común recibir el total de sus pertenencias...

Así, llegó un escritorio, lleno. "Vaya gente, ni siquiera tuvieron la delicadeza de conservar o destruir sus documentos personales." Se dijo, mientras lo vaciaba de papeles, actas, credenciales, certificados, un título universitario, fotografías, cartas...

Lo hacía casi sin ver, por no violar la intimidad de alguien desaparecido, no obstante que los deudos la habian dejado expuesta.    

Pero cuando iba a llevar todo a un contenedor para basura, vio una foto de ella, en la que estaba abrazada a un caballero. Muy jóvenes y alegres. 

"No puede ser" Nunca volvió a saber de él, después de que se fue a estudiar a la capital. Revisó las fotos y los documentos. Sí, era él. Lloró con profunda pena. Tomó las cartas, "son todas... ¡para mí!", gritó. "La que se quedó soltera. La que jamás volvió a salir con nadie. La que cargó con todas las obligaciones de la familia al morir papá y... la que jamás volvió a amar, ni se acordó, ni tuvo tiempo. Y la que viene a enterarse de tu muerte ¡Así! No, no puedo con tanto." Nunca antes había reparado en su situación. 

Consiguió quedarse con esas pertenencias de él y en su casa leyó las cartas tapizadas de amor, ternura y sueños. Estaban numeradas. En el último sobre, solo había una nota: "úsalas, son tuyas" con una dirección y unas llaves. 

No se atrevía a ir. Leía de nuevo las cartas. En todas él le reiteraba su amor puro, dulce, el sueño de volver a verla. Ella pensaba ¿Para qué ir? ¿Qué encontraré? ¿Por qué no regresaste, si tanto me querías? ¡Yo te amaba!

Pasaban los días y no se atrevía. 

Cuando se jubiló, después del austero festejo, inmersa en una espiral emocional y de dudas; se decidió a ir al domicilio.  

Era una casa. Quiso desistir, se alejó, pero se detuvo y regresó. "Que sea lo que tenga que ser".

Abrió y entró muy temerosa. La casa estaba totalmente amueblada. Parecía que la ocupaban.  

Era él... vivo. A pesar de lo que también soportó, durante su desaparición forzada. 

viernes, 14 de septiembre de 2018

Requi...

sitos: sitos sería masculino de citas, si es que no tuvieran "c", y en cambio fuera terminación del diminutivo de princesas.

Re qui si tos, hoy aquí, así pausados, por dar a entender lo que demoran los trámites... que nos pasamos más de la mitad de nuestra vida haciendo.

Como si la vida fuera un gerundio de principio a fin de los verbos reunir, tramitar, gestionar, esperar, llenar, reuniendo actas, certificados, comprobantes, formatos. Papeleo y más papeleo, que ahora con la era digital  y "el respeto" a la ecología (no lo creo, acaban de morir un montón de pingüinos recién nacidos, porque el humano ha venido acabando con la hospitalidad y mata de todo. Nosotros mismos vamos muriendo con los efectos que producimos, por vivir al "ahí se va", "a la brava").

Les contaba... con la era digital en la que nos sumieron por la fuerza, aun a quienes como yo nos gustaba el olor a papel -llegará el día en que tendremos que comprar frasquitos de esencia de papel, imagínense: este aroma es de edición especial, tiene una mezcla de papel couché, con un toque de kraft y acentos rústicos de estraza salvaje, con sutiles notas de papel de china- jajaja, ya mismo lo compro.

Ah, les decía antes del "divague", que ahora además todo piden en digital y hay que volver a tramitar, lo que nos tomó un siglo re qui si tar antes. Y todo para qué... para saber quiénes somos, que ni les importa en resumidas cuentas, pero no les basta con tenernos de frente y de cuerpo entero, para darse cuenta de cómo somos, -que además sí somos los que parecemos y decimos que somos- y constatar nuestras habilidades, antecedentes, torpezas, necesidades y "cuantimás" en persona ¡Nooo, qué va! Y todo para qué, si cuando nos morimos a nadie le importa nuestra trayectoria de nada, ni siquiera la trayectoria que dibujamos en la caída hacia la fosa. Que por cierto hasta después de muertos, seguimos cumpliendo con requisitos para que todos los que decían quererse tanto, se peleen entre sí. En eso yo no, no tengo nada que heredar. Ni deudas favorablemente, ya ven que ahora hasta eso se puede heredar. Bendito sea el sistema feudal mundial.

Luego sigo, que nada de eso iba a contar hoy. Y para que no se me olvide, dejaré aquí *Bazar como recordatorio, sobre eso de los papeles personales. Creo que será un cuento. Ya veremos si sale.


domingo, 9 de septiembre de 2018

Diacrítico o día crítico

No hay sol que me inspire
ni luna que me caliente.
Será que hago todo al revés.
Empecé a perderlo
al mismo tiempo en que lo tuve.
Y ahora, en esta noche
espléndida y sin lluvia
- noche clara y de
inquietos luceros - qué cursi
canción -
yo queriendo -ando, endo, yendo-
que estuviera él, implícito en mí,
de preferencia subyacente,
o al menos yuxtapuesto;
en vez de ser
este accidente gramatical,
que profunda pena
me provoca, con su
"no está aquí", "tampoco allá"
y me hace disparatar.
La noche divina
y yo con esta disonancia aguda,
aunque sea palabra
grave.

*El sustantivo aquí, es un libro.
Dónde andará el muy
prosódico, o ¿será prosaico?

jueves, 6 de septiembre de 2018

La ganga

"Casa en venta, acepto propuestas, urge", seguido el domicilio, sin número de teléfono.

Fue un imán ese anuncio. Llevaba tiempo en bienes raíces y me ilusionaba encontrar alguna propiedad asequible, para empezar a comprar, acondicionar, vender y dejar poco a poco, en segundo plano, la intermediación. 

"En esa parte antigua de la ciudad, seguro será muy barata pero con buen potencial. Muchos estarán deseando volver a vivir en zona más céntrica... Si no completo, consigo un préstamo, la vendo pronto y de allí voy..."

Llegué antes de terminar de organizar mi plan. Ah, de inicio estaba en una esquina estupenda, con cochera muy amplia, bella fachada y bonito barandal, jardín. Allí en una banca de cantera junto a un ventanal, estaba un niño de unos once a catorce años. A veces uno no calcula bien edades... por las épocas.

- Hola, mij...

- No llame. Al fondo, derecho, pase... que la esperan. Lucía aburrido o pensativo.

Subí los tres escalones y la puerta estaba abierta, de madera espesa y labrada, muy bien conservada. Entré.

Un vestíbulo con fotos de familia, la típica mesita banco con teléfono, antiguos. A la derecha, la  amplia la sala. Crucé ese recibidor y un patio-cubo de luz, muy colorido por flores en macetas, puerta a un pasillo, que distribuía dos recámaras  a cada lado, para desembocar en la salita de juegos y t v., que me condujo al comedor y al fin la cocina. Un patio-jardín muy grande y bello al fondo.

Una mujer muy joven, alegre y bonita, con un pañuelo en la cabeza, vestido que resaltaba su estrecha cintura y con delantal blanco. Estaba amasando sobre la mesa, al centro de la impecable cocina, con  aroma de canela y otras especias dulces, que parecían decirme: "quédate". Era como estar en una postal vintage.

- Buenos días, señora, disculpe que haya entrado...  él niño... vi el anuncio.

- Nada, qué bueno que llegó. Nos iremos, aquí ya no podemos seguir. Póngale precio. En cuanto termine... auf... que luego ya no leuda igual, augh.... la acompaño, señaló la casa con la vista. Tome asiento.

- Ahora sí, disculpe la espera. Si no hago el pan muy temprano... blabla.

Me agradó... muy pocas mujeres y de su edad en estos tiempos hacen pan, le dije y reímos. 

Recorrimos la propiedad, estaba en muy buen estado. Hice un levantamiento de medidas, pues ella no tenía noción de su tamaño y en las amarillentas escrituras no anexaban plano ni especificación alguna.

- Usted proponga y hacemos trato, dijo sonriente al despedirme.

Miré hacia su teléfono de la mesita.

- No,  hace tiempo que no tenemos servicio. Tendrá que regresar.

Salí. El niño me respondió con desgano, al despedirme de él.

Hice cálculos, consulté con otros y sí podría comprar. Pedí cita al Notario y yo fascinada con mi hallazgo.

Sólo que...

Al día siguiente me llamó el señor Notario.

- Esa casa no existe, hace bastante tiempo derrumbaron la cuadra entera y están por construir un centro comercial.  Pero la casa estuvo deshabitada por algunos años, cuando... incluso quedó intestada ¿Estás segura de la dirección? Pues en el Registro de la Propiedad.... blabla. ¿Estás segura? Te habrás confundido. Quizá necesites descanso.

Sí, me tomé un muy largo descanso.... luego, cambié de giro. Y no, nunca regresé ni siquiera por el rumbo. Absolutamente no. Ni lo haré jamás. 

lunes, 3 de septiembre de 2018

Crónica de una persona amable

Una persona que se distinguía por su amabilidad, era muy frecuentada.  Pues siempre que podía, apoyaba y se relacionaba con generosidad, alegría y discreción. Así pasó mucho tiempo y todos muy contentos.

Hasta que fue testigo del abuso de una de esas personas hacia un anciano, al que le estaba pagando menos de lo convenido por un servicio brindado.

La persona amable, defendió al anciano, pero no logró que le pagaran. Entonces, al verlo  defraudado y profundamente triste, le pagó el resto.  

Sin buscar al conocido, tiempo después se presentó la oportunidad de tratar de hacerlo recapacitar sobre aquel acto, sin siquiera cobrarle lo que había pagado al anciano,  pero tampoco lo logró. Con tal de no  volver a discutir y a la vez, sentir mayor enojo, se retiró, pero antes le dijo: Eres un estúpido.

Desde entonces, abundaron los chismes, habladurías y groserías sobre la persona amable y todos la excluyeron. Siguió haciendo su vida normal y sintió hasta alivio sin tanta gente alrededor.  Pero llegó el momento en que no pudo ignorar una tremenda grosería y respondió con total violencia física y verbal.  

Se convirtió en la persona más respetada y allí incongruentemente, recuperó su prestigio de persona amable.