Aún con el Internet, Giralda escribe tantas cartas, que la oficina de correos debería reconocérselo de alguna forma. Adora acudir a la oficina postal, dirigirse a la ventanilla con su paquete de sobres, comprar los timbres y, divertirse con la perplejidad de los empleados, a causa de que exista alguien que todavía envíe cartas por esa vía.
El contacto de la goma de las estampillas en su lengua, le provoca gran placer, al imaginar el agrado de los destinatarios al recibirlas y leerlas.
Piensa que impacta con sus escritos, aunque no sabe en realidad si los leen, pues solo le contestan a su correo electrónico, con “forwards” masivos, sin agregar por lo menos un ¡Hola! Personalizado.
– Muy fácil dan clicazos al mouse, sin decirle algo que valga –piensa-
Ningún comentario alusivo a los temas de sus cartas manuscritas, con tinta negra, depositadas por ella misma, en el buzón de carátula metálica, con la palabra “aéreo” realzada de tipo "Georgia" y entregadas por el cartero de camisa blanca, pantalón azul y cachucha distintivos; quién avisa con el sonido de su silbato, a las puertas de los destinatarios, su nueva edición de sucesos.
– Si contestaran, me compartirían sus asuntos más profundos, estoy segura. Se pierden del encanto de comunicarse a la antigua. –Se entristece-
– ¿Por qué no harán el pegamento de los timbres con sabor? De acuerdo a los destinos, por ejemplo:
Oriente de té.
Lugares tropicales: de piña, tamarindo, cítricos.
Europa, de anís, nuez moscada, romero…
Canadá, obvio de maple –ríe-
Colombia de café.
Estados Unidos ¿Pop Corns?, en sobres que al abrirse saltaran las palomitas como recién hechas ¿Quién evitaría leer y releer una misiva con tan divertida presentación? ¡Sorpresa! ¡Plot, plot, plot!
El correo nacional, podría ser de melcocha, cocada, alegrías, chongos morelianos, jamoncillo, mazapán… según lo típico de cada región. De igual forma todas las ciudades en cada país. Estableciendo el sabor que represente a las capitales de los países anualmente, según el índice más alto de venta por ciudades.
Sería un ¡Bum! ¡El renacimiento del correo! Después de cierto tiempo, las ciudades podrían adquirir su sabor mediante concurso, para que el uso fuera más equitativo, ya que siempre habrá sabores de mayor demanda y aceptación.
Se abarrotarían las oficinas postales. Las personas harían muchas amistades, nuevos contactos en los lugares de sus sabores predilectos. Intercambiarían destinos, estampillas y direcciones.
Los menos sociables enviarían cartas en blanco, a destinatarios ficticios, solo por el gusto de paladear sus timbres predilectos. Mientras tanto, las oficinas postales con sus cajas registradoras a ¡chiticlin, chiticlin!
Harían degustaciones de los sabores de reciente lanzamiento. Ya veo a las señoritas: Disculpe… ¿Ya probó el sabor de “banana y choco chips” para Boston de este año?
Si no tiene a quien escribirle en ese lugar, aquí le obsequiamos la lista de direcciones de personas que adoran los sabores dulces de México, para que todos se deleiten y de paso se comuniquen.
Instalarían después, máquinas expendedoras de timbres, que saldrían en bolsitas higiénicamente selladas.
Para evitar la contaminación con tanto celofán de los empaques, los fabricarían en materiales reciclables con micro-grabados, pinturas y dibujos para coleccionar. El gusto por el arte se inculcaría de una manera muy natural por consecuencia.
Luego, quienes reunieran cierto número de envolturas, en su oficina de correo predilecta, elegirían la causa social, a la que destinarían el porcentaje de donación equivalente a su participación postal, para disminuir el superávit financiero del correo, mediante la aplicación de fondos directamente a instituciones de ayuda a los necesitados.
Las ONG sufrirían menos por la procuración de fondos y cada vez serían menos necesarias con tanta creación de nuevos empleos y empresas derivadas de la actividad del carteo. Los poderosos, ya podrían dedicarse exclusivamente a actividades de esparcimiento en sus ratos libres, en vez de inventarse labores humanitarias.
Las ONG sufrirían menos por la procuración de fondos y cada vez serían menos necesarias con tanta creación de nuevos empleos y empresas derivadas de la actividad del carteo. Los poderosos, ya podrían dedicarse exclusivamente a actividades de esparcimiento en sus ratos libres, en vez de inventarse labores humanitarias.
Por consiguiente los países pobres con buenos sabores se desarrollarían más pronto, tal vez firmarían muchos Tratados del Libre Carteo... Unión Europea del Carteo a las Finas Hierbas, o Le Cordon Bleu, Foro Latinoamericano Tamarindo o Piña Colada de las Nuevas Tendencias de Redacción, Plan Oriente-Occidente del Libre Tránsito Postal, y…