Paradójicamente: "La muerte llena de vida" el zócalo de la ciudad de México.
Color, sabor, música, alegría estruendosa por todos los rincones, con todo el corazón de quienes participan.
Artesanos, diseñadores, modistos, cocineros, dulceros, comerciantes, cantantes, músicos, bailarines, acróbatas, coreógrafos, fotógrafos, camarógrafos, iluminadores, miles de turistas y gente local; unidos por la majestuosa fiesta de la muerte. La reina del sino humano.
Después de dos años de ausencia, por las restricciones sanitarias, las calles del centro de la capital del país, vuelven a ser fiesta total, al celebrar la vida, tomados de la mano de la fascinante y seductora muerte, quien con todo su esplendor, luce todos sus rostros.
Fusión de vida y muerte, atados con lazos transparentes, dorados o multicolores, de fraternidad, admiración, agradecimiento, devoción y respeto.
Es sin duda "El gran acontecimiento", vivido con todos los sentidos, al retumbar en el pecho, en la mente, la conciencia y aceptación del misterio del existir.
México, increíblemente bello y alegre, país en que a pesar de toda tragedia, hasta la misma muerte está bien viva, dotando de la fuerza necesaria para seguir luchando con la mayor alegría que hay.