Ser o no ser. Ser o parecer. Soledad de quien no concuerda con las apariencias. Soledad de quien conserva la conciencia y no vende su voluntad, ni su dignidad.
"Te excluyo. No me importas. Nada me aportas, si nada tienes".
"Tu corazón no es oro, no tiene valor para mí. Eso ya no se usa. Hoy, querer es muy mediocre. Actualízate".
"Todo es negociable. Te cedo este regalo que me hicieron y no me gustó. Úsalo tú. A ti sí te hace falta. Despierta".
"¿Tu interior?, no me lo deja ver tu ripioso aspecto del fracaso. Todo te lo comes y no compras ni un sillón. Así es tu vida hoy. Pscht".
Soledad de quien se atreve a decir: No permitiré que me humilles con tus palabras.
"Sigue hablando, que no te escucho, ni me interesa. Tengo otras prioridades. No soporto lloros, hazme el favor de aprender a ser persona positiva. Sonríe. Y sabes... No perderé mi tiempo en aclarar lo que me reclamas".
"¡Piensa lo que quieras!"
*Son ejemplos de como descartan. Es terrible cómo desechan al ser humano, sin tener ninguna consideración. Como si fueran objetos. Estoy en contra del descarte.
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jueves, 30 de enero de 2020
domingo, 26 de enero de 2020
Mi gallo, fin de la historia
(...Viene de 3 anteriores)
Casi al anochecer, llegó un niño, de entre 11 a 13 años, recién bañado, muy perfumado, impecable y propio.
- Buenas tardes, soy César, me dijo mi tío que tiene un gallo.
- ¿Tú? Yo pensé que vendría...
- Alguien mayor... No, yo crîo gallinas, señora y me hace mucha falta un gallo. Démelo a mí, por favor, por lo que más quiera en este mundo. Lo voy a cuidar muy bien. Confíe en mí. Dónde está.
Por sus ruegos, pensaría que había otros candidatos a dueño.
- Claro, claro. Será tuyo. Vamos a buscarlo, por aquí anda, a ver cómo lo atrapas, está muy arisco, se ha llevado varios sustos. Si lo ofrecí... a un señor que vive por... Quedó de mandar a sus hijos mañana por él.
- No, señora, con él no es conveniente. Se le escapará. No cuida a sus animales. En cambio yo... Le aseguro que lo cuidaré como nadie.
- Además, en una granja que está... (Continué, ya saben, probándolo).
- Nooo, por nada, allí ni lo piense, esos son galleros. Lo harán pelear y si no tiene suerte...
Pense: Es el dueño que necesita Diógenes. Para esto, yo ya sabía el nombre del gallo.
Buscamos por todas partes y nada de gallo. Al fin, después de mucho, me dijo muy bajito y gustoso:
- Ya lo vi, ya lo vi, allá está... arriba, mírelo.... Aaah, es muy hermoooso y fino. Uh... Es increíble, señora, se lo voy a agradecer siempre.
El gallo estaba arriba de un árbol, ya con su pijama puesta y terminando de rezar a su ángel de la guarda, casi por dormirse.
El niño subió, pero el gallo voló hacia los columpios, luego a la parte superior de un resbaladero.
Entonces planeó: - Yo subo los escalones muy despacio, para que no me sienta, pero si vuela, usted lo atrapa desde acá. Llego rápido y entre los dos ¿de acuerdo?
- Sí... muy bien, fácil. Así le hacemos. Yo lo atrapo por acá ¿Cómo? Sí, yo puedo. Muy fuerte lo agarro y listo...
Pero el animalazo, sacó de no supe dónde, unas alas tamaño de halcón y me sobrevoló, que ni en sueños, le hubiera alcanzado a tocar una sola pluma.
A partir de allí. A correr calle arriba, calle abajo, alrededor, porque está en círculo. Más corriendo el niño y más gritando y estorbando, yo, que poder empatar las velocidades de ellos.
El gallo, se nos(me) escapaba por el piso, por el aire, en nuestras(mis) narices, entre nuestras(mis) piernas, de árbol en árbol, de casa en casa. Y cuando ya lo perderíamos en el hocico de un perro que lo esperaba detrás de su barandal... el niño se lanzó como jugador de fut americano y logró aferrarlo de la cola. Dejando al perro, furioso y a mí brincando y aplaudiendo.
Con enorme sonrisa, muy triunfante, mi niño campeón, vino a mí con su gallo, el cual ni pío le dijo, siendo que a mí me decía y gritaba de todo, en días pasados.
César lo acarició y le habló con tanta suavidad, que Diógenes fue desacelerando su corazón, hasta tranquilizarse y nosotros también. Celebré su osadía y me respondió con tremendo estilo:
- Como si hubiera tenido que pelearme cuerpo a cuerpo con el perro, por salvarlo.
El niño, me agradeció y me bendijo muchas veces, me besó las manos. Nunca nadie me había agradecido así algo. Luego, se disculpó por retirarse tan pronto, "porque todavía iba a ordeñar." Su rancho, está muy lejos de mi casa.
Me contó que él mantiene a su madre y a sus hermanos. Un niño hecho hombre, encantador y muy formal, al que vi alejarse derrochando felicidad, con su gallo giro, dormido en sus brazos. Un momento glorioso.
Casi al anochecer, llegó un niño, de entre 11 a 13 años, recién bañado, muy perfumado, impecable y propio.
- Buenas tardes, soy César, me dijo mi tío que tiene un gallo.
- ¿Tú? Yo pensé que vendría...
- Alguien mayor... No, yo crîo gallinas, señora y me hace mucha falta un gallo. Démelo a mí, por favor, por lo que más quiera en este mundo. Lo voy a cuidar muy bien. Confíe en mí. Dónde está.
Por sus ruegos, pensaría que había otros candidatos a dueño.
- Claro, claro. Será tuyo. Vamos a buscarlo, por aquí anda, a ver cómo lo atrapas, está muy arisco, se ha llevado varios sustos. Si lo ofrecí... a un señor que vive por... Quedó de mandar a sus hijos mañana por él.
- No, señora, con él no es conveniente. Se le escapará. No cuida a sus animales. En cambio yo... Le aseguro que lo cuidaré como nadie.
- Además, en una granja que está... (Continué, ya saben, probándolo).
- Nooo, por nada, allí ni lo piense, esos son galleros. Lo harán pelear y si no tiene suerte...
Pense: Es el dueño que necesita Diógenes. Para esto, yo ya sabía el nombre del gallo.
Buscamos por todas partes y nada de gallo. Al fin, después de mucho, me dijo muy bajito y gustoso:
- Ya lo vi, ya lo vi, allá está... arriba, mírelo.... Aaah, es muy hermoooso y fino. Uh... Es increíble, señora, se lo voy a agradecer siempre.
El gallo estaba arriba de un árbol, ya con su pijama puesta y terminando de rezar a su ángel de la guarda, casi por dormirse.
El niño subió, pero el gallo voló hacia los columpios, luego a la parte superior de un resbaladero.
Entonces planeó: - Yo subo los escalones muy despacio, para que no me sienta, pero si vuela, usted lo atrapa desde acá. Llego rápido y entre los dos ¿de acuerdo?
- Sí... muy bien, fácil. Así le hacemos. Yo lo atrapo por acá ¿Cómo? Sí, yo puedo. Muy fuerte lo agarro y listo...
Pero el animalazo, sacó de no supe dónde, unas alas tamaño de halcón y me sobrevoló, que ni en sueños, le hubiera alcanzado a tocar una sola pluma.
A partir de allí. A correr calle arriba, calle abajo, alrededor, porque está en círculo. Más corriendo el niño y más gritando y estorbando, yo, que poder empatar las velocidades de ellos.
El gallo, se nos(me) escapaba por el piso, por el aire, en nuestras(mis) narices, entre nuestras(mis) piernas, de árbol en árbol, de casa en casa. Y cuando ya lo perderíamos en el hocico de un perro que lo esperaba detrás de su barandal... el niño se lanzó como jugador de fut americano y logró aferrarlo de la cola. Dejando al perro, furioso y a mí brincando y aplaudiendo.
Con enorme sonrisa, muy triunfante, mi niño campeón, vino a mí con su gallo, el cual ni pío le dijo, siendo que a mí me decía y gritaba de todo, en días pasados.
César lo acarició y le habló con tanta suavidad, que Diógenes fue desacelerando su corazón, hasta tranquilizarse y nosotros también. Celebré su osadía y me respondió con tremendo estilo:
- Como si hubiera tenido que pelearme cuerpo a cuerpo con el perro, por salvarlo.
El niño, me agradeció y me bendijo muchas veces, me besó las manos. Nunca nadie me había agradecido así algo. Luego, se disculpó por retirarse tan pronto, "porque todavía iba a ordeñar." Su rancho, está muy lejos de mi casa.
Me contó que él mantiene a su madre y a sus hermanos. Un niño hecho hombre, encantador y muy formal, al que vi alejarse derrochando felicidad, con su gallo giro, dormido en sus brazos. Un momento glorioso.
viernes, 24 de enero de 2020
Mi gallo, continuación 3a. parte
Casi resignada a lo que no me iba a perdonar jamás y harta de tanto desaire, como por no dejar, le pregunté a una mujer que estaba saliendo de su casa y con pinta de tener buen corazón, si conocía a quién pudiera tener gallineros cerca.
Cuando estaba por negarse a hablar conmigo, llegó un hombre, al que le dijo: La señora anda buscando quien quiera un gallo... haciendo un gran esfuerzo por contener la risa, por mi "ridículo" interés por ¡Un insignificante gallo!.
"Deberá estar mal de la cabeza", intuí que pensaban.
El hombre, sí se rió abiertamente.
- ¿Por qué no se lo ha comido, señora?, me dijo.
- ¿Qué, qué, cómo cree que yo cometería ese asesinato? Le respondí.
- ¿No me diga que no come pollo?
- Sí, pero, cara de qué me ve. No sería capaz de... Y pase mi mano por el cuello, horrorizada.
Después de divertirlos a sus anchas, y no se crean, yo también, me dio las señas para encontrar a quien probablemente lo querría. Fui, pero no lo encontré.
De regreso, localicé al hombre que mmírefirió con el otro y lo obligué a que me prometiera que él le avisaría.
- Dígale que se apure, porque peligra mucho ese gallo. Entre perros, gatos, niños, gente, carros, nevada...
- Tranquila, yo le digo, hoy mismo le llamo. De seguro va a buscarla...
Por el retrovisor vi lo divertido que se quedó, con mi proceder. Y aunque no lo crean, yo también me reí de mí. De mi empeño utópico.
(Continuará...)
Cuando estaba por negarse a hablar conmigo, llegó un hombre, al que le dijo: La señora anda buscando quien quiera un gallo... haciendo un gran esfuerzo por contener la risa, por mi "ridículo" interés por ¡Un insignificante gallo!.
"Deberá estar mal de la cabeza", intuí que pensaban.
El hombre, sí se rió abiertamente.
- ¿Por qué no se lo ha comido, señora?, me dijo.
- ¿Qué, qué, cómo cree que yo cometería ese asesinato? Le respondí.
- ¿No me diga que no come pollo?
- Sí, pero, cara de qué me ve. No sería capaz de... Y pase mi mano por el cuello, horrorizada.
Después de divertirlos a sus anchas, y no se crean, yo también, me dio las señas para encontrar a quien probablemente lo querría. Fui, pero no lo encontré.
De regreso, localicé al hombre que mmírefirió con el otro y lo obligué a que me prometiera que él le avisaría.
- Dígale que se apure, porque peligra mucho ese gallo. Entre perros, gatos, niños, gente, carros, nevada...
- Tranquila, yo le digo, hoy mismo le llamo. De seguro va a buscarla...
Por el retrovisor vi lo divertido que se quedó, con mi proceder. Y aunque no lo crean, yo también me reí de mí. De mi empeño utópico.
(Continuará...)
miércoles, 22 de enero de 2020
Mi gallo, continuación 2a. parte
(...Viene del anterior)
Los "fascinantes" niños, los perros, los gatos, los vecinos corredores de la fórmula 1, los que vagan, juntaron muchísimos peligros para un solo gallo, el que por más serena que lograra llegar a él, no me permitía acercarme, más allá de su "ahí déjame el banquete donde me entere, sin que me asustes".
Ah, por cierto... ya se presentaba a mi casa, a las 17:00 en punto, a indicarme que era hora de comer, con un yo tan sólido y determinado, que era imposible no atenderlo. Muy bravo y exigente con su única amiga, dispuesta a solapar sus desplantes. Y yo, encantada ¡Para eso me tenía!
... Antes de dormir, pensaba en el gallo, al despertar, el gallo... cuando me iba, cuando regresaba, ubicando siempre dónde andaría, por sus quiquiriquís y la alharaca de su renegar, por todo su amplio territorio libre y emergente. Y yo, queriendo por todos los medios, su supervivencia.
Luego, llegó el fatídico pronóstico de posible nevada en la próxima semana. Otro peligro sobre la misma fragilidad de su ser y de mi corazón, consciente de su circunstancia.
Por eso, en cuanto amaneció el sábado, me fui a buscarle un mejor sitio de hospedaje. Visité varias granjas, no muy lejanas, segura de que encontraría a su dueño, quien muy afable y renacido, recibiría mi noticia del paradero de su gallo. Me invitaría a pasar a su casa, quizá a tomar café... Me presentaría a su familia... antes de acompañarme a recoger a su gallo y quedaríamos amigos por siempre.
¡Ja!, pues no. A donde me presentaba, me revisaban de pies a cabeza, de cabeza a pies, con reprobación, con esa mirada y esa sonrisa de burla que se siente y que cala... "De dónde dice que viene, qué gallo, por qué supone que es de aquí, etc." Yo les exponía que peligraba mucho su vida, que tenía mi alma en vilo y que deseaba ponerlo a salvo, una y otra vez, ante caras de estupefacción.
Muchos, me cortaron de tajo, dándome el portazo en la nariz, como se dice. Y otros abiertamente me dijeron, está loca, vaya y cocínelo. Acaso no tiene mejor cosa qué hacer.
Me fui desanimando y muy triste, alicaída, desmadejada e incomprendida pensaba ¿Por qué me sucede a mí, lo de ese gallo, en un mundo de compradores de pollos de supermercado? ¿Qué haré? No soportaré su muerte en cualquier momento.
(Continúa...)
Los "fascinantes" niños, los perros, los gatos, los vecinos corredores de la fórmula 1, los que vagan, juntaron muchísimos peligros para un solo gallo, el que por más serena que lograra llegar a él, no me permitía acercarme, más allá de su "ahí déjame el banquete donde me entere, sin que me asustes".
Ah, por cierto... ya se presentaba a mi casa, a las 17:00 en punto, a indicarme que era hora de comer, con un yo tan sólido y determinado, que era imposible no atenderlo. Muy bravo y exigente con su única amiga, dispuesta a solapar sus desplantes. Y yo, encantada ¡Para eso me tenía!
... Antes de dormir, pensaba en el gallo, al despertar, el gallo... cuando me iba, cuando regresaba, ubicando siempre dónde andaría, por sus quiquiriquís y la alharaca de su renegar, por todo su amplio territorio libre y emergente. Y yo, queriendo por todos los medios, su supervivencia.
Luego, llegó el fatídico pronóstico de posible nevada en la próxima semana. Otro peligro sobre la misma fragilidad de su ser y de mi corazón, consciente de su circunstancia.
Por eso, en cuanto amaneció el sábado, me fui a buscarle un mejor sitio de hospedaje. Visité varias granjas, no muy lejanas, segura de que encontraría a su dueño, quien muy afable y renacido, recibiría mi noticia del paradero de su gallo. Me invitaría a pasar a su casa, quizá a tomar café... Me presentaría a su familia... antes de acompañarme a recoger a su gallo y quedaríamos amigos por siempre.
¡Ja!, pues no. A donde me presentaba, me revisaban de pies a cabeza, de cabeza a pies, con reprobación, con esa mirada y esa sonrisa de burla que se siente y que cala... "De dónde dice que viene, qué gallo, por qué supone que es de aquí, etc." Yo les exponía que peligraba mucho su vida, que tenía mi alma en vilo y que deseaba ponerlo a salvo, una y otra vez, ante caras de estupefacción.
Muchos, me cortaron de tajo, dándome el portazo en la nariz, como se dice. Y otros abiertamente me dijeron, está loca, vaya y cocínelo. Acaso no tiene mejor cosa qué hacer.
Me fui desanimando y muy triste, alicaída, desmadejada e incomprendida pensaba ¿Por qué me sucede a mí, lo de ese gallo, en un mundo de compradores de pollos de supermercado? ¿Qué haré? No soportaré su muerte en cualquier momento.
(Continúa...)
lunes, 20 de enero de 2020
Mi gallo
De buenas a primeras, pasó un gallo ante la puerta de mi casa. "Eeeh, y ese, de dónde será... Ya vendrá su dueño por él", pensé.
Muy orondo, se paseaba por las aceras, por la calle y por los dos parques. Ya era invierno y su dueño, no apareció, ni ese día, ni los siguientes.
Los vecinos adultos, fácil se adivina... no se enteraron de su presencia. Pero sí sus niños, y estos, solo para tratar de lastimarlo.
Lo que fui resolviendo al modo convencional:
¡Ey, déeeeeejalo, no lo toques, no lo apedrees, no lo aprietes, no le retuerzas el pescuezo... es un animalito indefenso... por Dios, mocoso del carajo, que lo dejes, entiende! ¡Te haré yo a ti, lo que tú le hagas a él, ¡recabróoon! ¡Suelta!
Así de cordial y fina, fue mi dinámica de convivencia, con esos ángeles, hijos de quienes tampoco eso supieron, porque viven ajenos a lo de sus hijos.
Ante su triste abandono, decidí alimentarlo. Pero ya muy desconfiado y arisco, por los constantes ataques de los tales por cuales mocosos; con gritos pavorosos y amenazas de acabar conmigo a picotazos, me ahuyentaba.
De tal forma que gritaba él, gritaba yo, se asustaba él y me asustaba yo... Nos íbamos alternando.
Entonces, me concreté a dejarle rápido, en algún lugar lo más lejos de él, comida y agua, que devoraba, en cuanto se aseguraba de haberse quedado solo, en sus dominios.
Fue el comienzo. (Continuará)
viernes, 17 de enero de 2020
¿Existe o no existe?
En varias ocasiones he escuchado o leído esta irónica definición:
"Democracia, es el sistema en que los ciudadanos, votan por, o, votan a, los personajes que han sido previamente elegidos".
Tú, ¿qué piensas al respecto?
"Democracia, es el sistema en que los ciudadanos, votan por, o, votan a, los personajes que han sido previamente elegidos".
Tú, ¿qué piensas al respecto?
martes, 14 de enero de 2020
El yo
Primero, YO, al centro del mundo.
Luego, YO, enfrentando al defectuoso mundo.
Después, YO, con los contemporáneos, queriendo cambiar el mundo.
Más adelante, YO, en la conquista del mundo, con o sin otros.
Más tarde, tratando de entender que es el yo.
Finalmente, deseando ser una mínima parte del inmenso mundo, sin yo, ni en minúsculas.
sábado, 11 de enero de 2020
Luto
Ayer nos cubrió en mi país, México, una pena inmensa, que yo no sé cómo procesar. No lo soporto. Me duele muy profundo. Creo que me dejará por siempre una marca.
Un pequeño de 11 años, en el Estado de Coahuila, dentro de su escuela disparó contra su maestra, un maestro y algunos compañeros. La maestra murió. Los demás, parece ser que podrán sobrevivir. El niño se suicidó. Hacía unos 3 años, había sucedido un caso similar en otra escuela de Monterrey.
Hay todo tipo de posturas, todas acusatorias, contra el colegio, contra los padres, contra... Todos los hubieras del mundo. Estupideces de gente que no sabe lo que están pasando los niños hoy, simplemente porque cierran los ojos, cuando los problemas están frente a todos nosotros.
Basta de no mirar. Basta de no enterarnos. Los niños, deben ser protegidos por todos los que somos adultos, aunque sean de otros padres.
Por estos problemas, insisto tanto en el tema "hijos" en mi blog, que no va de eso.
"Hoy es el día", tal parece que dijo el niño, antes de su crimen.
"Hoy es el día", yo les digo a todos quienes lean aquí.
Estos casos no deben suceder más. En el súper, en la calle, en el cine, en el parque, en el transporte, en nuestro barrio, en cualquier parte. Hasta dentro de nuestra casa, a veces escuchamos el llanto de algún niño, los gritos o golpes de alguna madre o padre. Siempre hay alguno o algunos niños, en situación de riesgo, de maltrato o vulnerabilidad.
Nada nos cuesta apoyarlos. Denunciar por lo menos. Y mucho vamos a lograr, si entre todos los que nos tocó vivir en un mundo más amable, antes de toda esta locura, actuamos aunque sea un poquito en lo que esté en nuestras manos, para revertir los efectos de un feminismo muy mal entendido, de un desarrollo desbalanceado, de una desintegración familiar atroz. De la sexualidad desbocada e irresponsable, el uso desmesurado de Internet, guerras y mil factores violentos, a los que están expuestos y que hemos consentido, con nuestra indiferencia y falta de conciencia, manteniéndolos inmersos y atados a un infierno insostenible.
¡Actuemos. Hoy es el día!
Lo siento, amigos... hoy no puedo aportar alegría.
miércoles, 8 de enero de 2020
La alcancía infantil
La infancia, es una especie de alcancía, en la que se ahorra gran parte de las emociones positivas, de las que echaremos mano en la adultez, para afrontar los problemas. Allí se fija la autoestima y la inteligencia emocional de la manera más natural.
Por eso es tan importante prodigar y demostrar todo el amor a los hijos, de pequeños. Ellos recordarán los besos, los cuentos, los juegos, los abrazos... Nunca el coche del año, ni la residencia.
Tristemente, hoy existen parejas más enfocadas a buscar lo material, que en demostrarles su amor. Y también los niños que no reciben estímulos positivos.
Y a propósito de esto y de mi entrada anterior, les comparto estos versos que me encantan, del poeta Yehuda Amihal:
"Mi madre me cocinó el mundo entero de dulces pasteles.
Mi amada rellenó mi ventana con pasas de estrellas.
Y la nostalgia está encerrada en mí, cual burbujas de aire a un pan."
Por eso es tan importante prodigar y demostrar todo el amor a los hijos, de pequeños. Ellos recordarán los besos, los cuentos, los juegos, los abrazos... Nunca el coche del año, ni la residencia.
Tristemente, hoy existen parejas más enfocadas a buscar lo material, que en demostrarles su amor. Y también los niños que no reciben estímulos positivos.
Y a propósito de esto y de mi entrada anterior, les comparto estos versos que me encantan, del poeta Yehuda Amihal:
"Mi madre me cocinó el mundo entero de dulces pasteles.
Mi amada rellenó mi ventana con pasas de estrellas.
Y la nostalgia está encerrada en mí, cual burbujas de aire a un pan."
lunes, 6 de enero de 2020
Orgía de sabores
El chocolate, me trae los inviernos, nunca con frío, gracias a mi madre. Saboreado muy despacio, hasta potenciar todas las vías de la felicidad de su amor.
Las infusiones, me recuerdan a Malicha, que siempre nos las tenía, para todos los casos de alegria, enfermedad, frío, calor o tristeza.
El mazapán y los polvorones, me hacen regresar con una hermana, a la escuela primaria. Qué dichosa era de niña, con ella.
Los helados, me saben a un hermano. Sentada a su lado en cualquier banca, escalón o al borde de una acera, viendo coches y gente pasar, siempre riendo. Nada malo me podía suceder, si mi héroe estaba conmigo.
El café, me trae a mi padre, en los mejores domingos por la mañana, de toda nuestra vida. Ya grande yo, cuando nos hicimos amigazos.
Estoy bebiendo una taza de agua caliente, para entrar en calor. Y mientras la servía, la mente me llevó a un recodo, donde había una orgía de sabores y recuerdos. Decidí beber el agua sola, para no perder la nitidez de la inmensa dicha que contiene cada uno.
Las infusiones, me recuerdan a Malicha, que siempre nos las tenía, para todos los casos de alegria, enfermedad, frío, calor o tristeza.
El mazapán y los polvorones, me hacen regresar con una hermana, a la escuela primaria. Qué dichosa era de niña, con ella.
Los helados, me saben a un hermano. Sentada a su lado en cualquier banca, escalón o al borde de una acera, viendo coches y gente pasar, siempre riendo. Nada malo me podía suceder, si mi héroe estaba conmigo.
El café, me trae a mi padre, en los mejores domingos por la mañana, de toda nuestra vida. Ya grande yo, cuando nos hicimos amigazos.
Estoy bebiendo una taza de agua caliente, para entrar en calor. Y mientras la servía, la mente me llevó a un recodo, donde había una orgía de sabores y recuerdos. Decidí beber el agua sola, para no perder la nitidez de la inmensa dicha que contiene cada uno.
viernes, 3 de enero de 2020
Repelente de mala onda
"¡Qué importa!"
La llave mágica anti miedo, enojo, angustia, preocupación, tristeza.
Te ignoran... Qué importa.
Te fastidian... Qué importa.
Te provocan... Qué importa.
Te lo que sea... Qué importa.
Qué importa, frase salvavidas.
Y lo que será, será.
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