Esto me sucedió tan rápido, que
igual debo contarlo antes de que se me olvide su secuencia. Me dirigía a
realizar una gestión personal, en un día con nada peculiar que deba considerar,
cuando al estar por ingresar al edificio al que iba, me encontré con un niño de
grandes ojos, rostro expresivo y actitud
tan afable que no pude pasar por alto. Sentí que me estaba esperando o que yo
había ido a su encuentro, no sé bien.
-¡Vamos… entra!, me dijo. Lo
obedecí y juntos cruzamos la puerta. En
lo que fueran las oficinas a las que me dirigía, había una importante cantidad
de imágenes y escenarios en color sepia, que me resultaban tan familiares, como
sucede con los sueños y los recuerdos.
Rompiendo mi desconcierto, me
dijo: Soy Pablo… y ¡Ya tengo 10 años! Su naturalidad y soltura, aunados al
orgullo de su edad, me enternecieron y, le respondí: ¡Ah! Entonces ¡Ya eres muy
grande!
-¡Sí!, y suspiró reafirmándose.
-¿A dónde me llevas?
-¡Espera, mujer, no seas tan ansiosa!
Cierra los ojos, que tengo que lograr que abras tu imaginación. Seguidamente
recitó unos versos (como a manera de abracadabra), tan rápido que no alcancé a
entenderlos, además su acento era muy diferente al mío.
-¡Ya puedes abrirlos! Estamos en Valencia y en mi infancia.
Situados ante un imponente mar,
que me embelesó. Su murmullo, esplendor y vaivén, junto con el cielo en todas sus apariencias,
constituyeron el marco de los sueños, juegos, travesuras, miedos, alegrías,
sorpresas, “pecados”, hurtos, amores, desafíos, llantos y sufrimientos de Pablo
y sus amigos; compañeros y cómplices… unidos todos por el hilo de la esperanza
de salir airosos de la mala acción que el destino les había fraguado con la
polio, a los niños de España y el mundo entero entre 1950-1960.
Enfermedad que si bien fue devastadora,
no pudo impedirles a sus sobrevivientes que ejercieran su condición de niños
como los demás o puede ser que hasta mejor, sobreponiéndose en muchas ocasiones al nefasto trato de
personas faltas de sensibilidad, mientras por otra parte se aferraban con toda
su fuerza a la vida, gracias a las instituciones, bajo la tutela de piadosas
religiosas y personal profesional muy capacitado; pero también con toda la rigidez
que implicaba someter a una disciplina, en la rutina extenuante del tratamiento
rehabilitador; razón por la cual era necesario que permanecieran en sanatorios,
lejos de su familia.
El bloguero y escritor José Vte. García Torrijos, acaba de
lanzar al mercado su libro “Sueños de Escayola”,
su tercer libro y primera novela que
desde el título estremece, y debe ser leído por la mayor cantidad de personas
posible.
Es conmovedor y trágico, pero
también divertido, ingenioso y poético, con el estilo cálido, elocuente y
elegante, que ya lo distinguen.
* * * *
¡Gracias, amigo! Por compartirnos
la historia de todos esos niños. No dudo que tu libro sea el más importante
paso que hayas dado sin muletas en tu vida. Porque creo que de esta manera te
libraste al fin del sentido de ácida frialdad de los hierros, los tornillos y
demás artilugios, junto con toda esa pandilla de niños que fueron tu familia
durante el momento más difícil de su vida, quizá. Tiempo tan extenso, casi eterno
–supongo-, que marcó positivamente tu ser para siempre, a través del
sufrimiento, hasta forjarte como el hombre completísimo y extraordinario que
eres. Y a la vez tan fácil de ser querido por quienes tenemos la dicha y el
honor de conocerte, de tratarte y de seguirte. No sé si fuiste el Pablo de tu
relato, pero sí sé quién eres en la vida real y la verdad es que eres ¡Un gran guerrero!
¡Te felicito de todo corazón!, así
como a las tres mujeres de tu familia, que son quienes te disfrutan a diario y
a todo color y a las cuales respeto.
Deseo con toda la fuerza posible que
esta historia pudiera ser llevada a la pantalla y que parte de sus fondos se
destinaran a controlar el nuevo azote llamado “ébola”. Sería una manera de encontrarle un sentido a lo
vivido por quienes se vieron afectados por la polio, desde muy temprana edad hasta la
fecha, porque las secuelas son otra historia también, pero favorablemente se logró erradicar. Porfa, díganle al señor
Almodóvar: que aquí hay mucho argumento a considerar (Se vale pedir).
Así que les pido encarecidamente
la difusión del libro de nuestro querido amigo, a la venta en digital, por
Amazon… ¡Cómprenlo también! Confío mucho en la capacidad de difusión y
hermanamiento entre blogueros ¿y ustedes?