-Vamos los dos... yo la consulto y al salir, tú distraes a la vieja con lo que sea... yo se lo robo. Al fin que ya confía en nosotros.
¡¿Te imaginas en nuestras manos?! Nos haremos millonarios, carnal ¡Total! Ella, ya está más pa'llá que pa'cá. Ni cobra y nosotros necesitamos ya formalizar un buen bisnesín ¿L'entras?
-¡Órale!, me cái que simondor!
-¡Te rajas!
-¡Nel! Pero tú te avientas todorria la gestión, yo sólo te desafano a la ruca.
-¡Órale!, me cái que simondor!
-¡Te rajas!
-¡Nel! Pero tú te avientas todorria la gestión, yo sólo te desafano a la ruca.
-Hasta le haremos un favor, es mucho exponerse a su edad y sola, con tanto pillo que no falta, recibiendo a sabe Dios que diantres de desconocidos con qué entraña para sus adivinaciones en su cantón.
. . . . .
Dicho y hecho... esa misma tarde.
Todavía jactándose de su fechoría, llegan a la cantina del Ruper y reúnen a medio mundo.
-¡A ver, a ver!, dice Ruper. Pregúntale cómo... blablabla.
-Órale, pero con varito por delante. De a milán por piocha.
-¡Achis, achis! primero demuestra y luego cobras, cabrón.
-¡Bien-tos!, pero de perdis cáite con una ronda pa' todos los presentes, testigos, circunstantes, conexos y futuros asiduos clientes... que les voy a resolver la vida en caliente y de volantín a tochos morochos. Nomás calmen su turno bien tranquilinos que esto tiene su ciencia y pide gran concentración.
Con ademanes de adivinador consumado, lanza las monedas las seis veces y dibuja el primer hexagrama en una servilleta... abre ansioso el libro en lo mismo que entra el silencio al ambiente, como una bocanada desde la contrabarra.
En la página de las referencias de los 64 hexagramas, buscando el correspondiente al trazado, lee para sí: "Jijiji...Jojojo...jujuju. Si me pregunta el necio o el indigno, no doy respuesta". manuscrito con tinta de pluma fuente.
-¡Cómo? ¡No puede ser! - y va hasta el inicio, y al abrir hoja tras hoja, se va escribiendo lo mismo y otros enunciados similares, en letra cursiva antigua muy garigoleada, de izquierda a derecha, de arriba a abajo, inclinada, curvada, en círculos, triangular, piramidal, en relieve y en 4D.
Ante su gélida estupefacción, un impaciente parroquiano, le arrebata el libro:
-¡Presta pa'cá! ¡Pa mí que no sabes leer güey!...
Corren ríos de carcajadas, insultos y burlas. El empresarial adivinador en ciernes, lívido, sudoroso, tembloroso y muy espantado, le da fondo a su copa y pide más.
-¿Qué transa, bato? Me sacaste de onda -le dice al oído su cómplice.
No le responde nada.
No le responde nada.
Uno a uno de los presentes van abriendo el libro, pero todas las hojas están ahora en blanco.
-¡Tanto desmadre, para robarte un puto cuadernito, ca...!, ¿qué pues, carnal?
-Les juro que... si hubieran visto... pue... ehgr.
-¡Ya!, ¡Ya!
-Que de adivino tú no tienes...
-Ni al caso.
-¡Bah!
-Fiasco de adivino adivinador adivineitor.
-Carcajadas.
-¿Qué loco, mai? Si la cuentas ni te la creen, me cái.
-Neta.
-Que de adivino tú no tienes...
-Ni al caso.
-¡Bah!
-Fiasco de adivino adivinador adivineitor.
-Carcajadas.
-¿Qué loco, mai? Si la cuentas ni te la creen, me cái.
-Neta.
En la rokola sonando: "Échame a mi la culpa de lo que pasa, sabes mejor que nadie que me fallaste... lleno estoy de razones pa' despreciarte, y que una nube de tu memoria, me borre a míiii" (Casualidades, como le dicen a eso que pasa, cuando todo va cascando sin querer).