Con ilusión, se dispone a leer los nuevos post de sus amigos...
Antes, programa la música que armonizará su travesía...
Y, entra al primer sitio...
-Ay, qué interesante- suspira
Al ir por la quinta palabra... chirrrín pum pum chaca chún bom bom tirirí poropón pon bon chin chun chin chun lara la lara la iiiiihhhh!!! tundata tunda ta tun tarilirún chibirilún taca taca taca tán. Se empalma su música y la del blog abierto, como por arte de un dis-jockey del infierno.
Busca, busca y busca, entre ositos de peluche, cajitas de bailarinas, animaciones, detallitos, fotos, frases, refranes, buenos deseos, enlaces a los seguidos, seguidores, monitos, recuerdos, colección de gadgets, entra a los adds publicitarios, que se activan hasta con el más ligero pestañeo, chunches, telebrejos y aún más recuerditos, perfil, derechos de autor, fotos del bautizo, la graduación, la boda, los hijos y las vacaciones, el primer dientito del nieto, las mascotas, etc. Sube, baja, de izquierda a derecha. Mil cosas, como en un gran almacén de rebajas de temporada, con una mezcolanza donde hay de todo, de todo revuelto.... que le impiden encontrar el botón de apagar la música.
Ya de mal humor, se sale sin leer, ni comentar, apaga y se va a dormir... Sueña: guitarras rotas, violines desvencijados, flautas voladoras, chelos sin cuerdas, tambores agujereados. Con músicos trasnochados y malhumorados, un director de orquesta loco, cantantes afónicos y desafinados, bailarinas de pies sangrantes, hasta que risotadas burlonas le despiertan.
-Menos mal que es domingo- dice en cuanto abre los ojos. Se baña, desayuna, se prepara un café para regresar al internet. Entra a revisar correos y el primero es del blog que escapó: -¿Qué pasa?, ¿Ya no me quieres? ¿Por qué ya no comentas en mi blog,? Vi que entraste anoche, me quedé esperando tu comentario, pero nada ¿Acaso te enojaste conmigo? ¿No te gusta lo que publico? ¡Dímelo!
Quisiera sincerarse: ¡Tú música!, ¡tu desorden! Pero: -¡Alto!, le grita el subconsciente y recuerda la tristeza que sintió en sus últimos siete mil pleitos blogueros, se estremece, y, a punto del llanto, se contiene. Calla lo que sucede y solo le expresa una excusa creíble... Procede de inmediato, ahora con bocinas apagadas, a ir a ese blog, y mientras que su descontinuada computadora logra abrir, por el gran peso de todos los arrimadijos mencionados y en especial la música, va sacando todos los pendientes en su casa que había estado aplazando durante el mes, de tal forma que ya cuando se dispone a cenar, ¡Por fin, su computadora logra abrir ese blog... lee, comenta y sale de internet, sin poder visitar a nadie más.
Ahora sueña con una isla desierta y silenciosa, y sin internet (un paraíso aquello) hasta que el despertador le dice en lo más plácido de su sueño: ¡Ándale, ya vete a trabajar!
Allí, en el trabajo: ¿Por qué no fuiste el sábado?... se puso muy animado... aquello terminó a las tantas de la mañana... solo tú faltaste blablablabla.
-Eh...Mmm... Aerrrgh.. -No me alcanzó el tiempo, vieras tooodo lo que hice.