Escuché en un noticiario que en las oficinas federales ya no se utilizará papel, para la correspondencia interna y ciertos trámites. Los árboles informados, están muy felices, ganan esperanza de más vida. Qué bien por los árboles... Además, menos basura y todo eso de la ecología.
Pero, si teniendo el papelito en la mano, se cometen tantas arbitrariedades en cualquier nivel de nuestra burocracia, ¿cómo confiar en tratos, convenios, contratos electrónicos...? Y ¿Hasta dónde se extenderá la fiebre del "sin papel" a las demás áreas y cuánto será de verdad el beneficio para los ciudadanos? siendo lo electrónico tan fácilmente manipulable y con tanta corrupción...
Daba gran confianza obtener el papel firmado, al consumar
cualquier trato... quedaba la constancia fehaciente, el amparo legal.
Por
otra parte, qué delicia recibir un "te amo, te quiero, te necesito, me haces falta, te extraño, escrito en papel.
Apple ayer presentó su nuevo aparatillo, a un precio accesible casi para cualquiera. Trescientos y tantos dólares. Qué alegría por mucha gente... Cada vez más podrán acceder a estas herramientas.
Soy una reliquia de museo, pues:
Me tocó usar cuadernos, enviar y recibir miles de cartas y tarjetas postales, disfrutar del olor de la madera de los lápices al sacarles punta, o del olor del papel, luego de la tinta, ese exquisito maridaje entre tinta y papel, cada tipo de papel tenía olor diferente, igual cada marca de bolígrafos. Me inspiraba tanto escribir a mano.
Pasé a la máquina de escribir mecánica, tan manualita, una Olivetti portátil, con su estuche color gris, de un material entre vinil y piel, en la que hice todos mis trabajos de la prepa, con la que en secundaria aprendí mecanografía: "asdfg-ñlkjh-asdfg..." ("por si un día se te ofrece") qué feliz me sentí al aprender la colocación adecuada de los dedos, para lograr rapidez. Gracias a eso, si se me ofreció y trabajando de "secretaria" (puesto que ya no existe en ninguna oficina, bueno, ni las oficinas, desde que todo es outsourcing) me financié la universidad.
En los trabajos conocí las máquinas eléctricas, con tipos de letra intercambiables y con corrector integrado. Con tal de no corregir, simplemente no cometía errores. De todas formas no me equivocaba mucho, porque todo era con por lo menos dos copias, en papel "cebolla", que se hacían con pasantes (papel carbón), había que corregir las copias manualmente en un complicado ritual.
En ese tipo de máquinas, hacíamos el periódico estudiantil de la Universidad, con un mimeógrafo que nos prestaban en la misma escuela, picábamos los esténciles, tamaño oficio. No cualquiera lo hacía sin equivocaciones. Si se podía corregir, pero era una gran lata, aplicar un líquido sobre el error, esperar a que secara, volver a escribir. Como con las máquinas que no tenían corrector.
Conocí el telégrafo. Envié muchos telegramas, se acostumbraba participar noticias urgentes, felicitaciones o condolencias con un telegrama. (Eso lo hace hoy el Tuiter) Luego conocí el télex, que sustituyó al telégrafo. Después llegó el fax, cuando recibí el primer fax... me quedé petrificada, qué maravilla, lo platiqué y presumí con cuanta persona conocida me topé, recuerdo los ojos de sorpresa de mi madre cuando le platiqué. Hasta allí seguíamos con el papelito en mano, con lo que todo cobraba validez.
Después... me adapté a la computadora, que tendré que sustituir, cuando muera la que tengo de teclado y con un ratón, animal con quien logré, a base de grandes demostraciones de diplomacia, finalmente hacer amistad, pues cuántos clicazos en funciones indebidas me desbarataron todo lo que había escrito y que no había guardado, mientras aprendía el "microsoft office".
Ahora tendré que resignarme a ni siquiera rozar las pantallas lisas, frías y más inhumanas... que con mis manos tan grandes y toscas, me será un poco difícil, partiendo de que ya no necesitaré usar tantos dedos, tengo que desaprender. Los siguientes humanos nacerán con 2 o 3 dedos solamente y sin memoria ¿para qué la querrían?
Un periódico de prestigio, creo que gringo, anunció también que deja de ser impreso... A mí no me queda duda de que ¡Sí van a desaparecer los libros en papel... y, me aflige mucho, el papel es algo muy hermoso!
Usarán llaves y firmas dactilares e iridiales, para luego falsificarlas, lo que por ahora no es posible. "Papelito habla" ya no significará legalidad.
Invito a leer el homenaje que hice al correo postal hace tiempo en mi cuento aquí "Las cartas de Giralda", o en la parte superior de la columna de la derecha.