La florista es toda amabilidad, desde el primer día que él fue a su tienda. Le representa una fuerte ganancia.
Él llega elegante, feliz, igual que en todas sus fechas
especiales, elige el ramo más exquisito, escribe con ilusión el mensaje de amor,
que memorizó durante la víspera, se lo entrega junto con las instrucciones de
envío. Parte pisando nubes.
La florista elige las flores más tersas, delicadas, perfumadas,
para irlas tramando, entreverando entre el
follaje, haciéndolas parecer a cada una como un suspiro, un beso, una caricia. Sus
ojos dejan caer lágrima tras lágrima, conforme las va arreglando.
La chica, igual que en todas sus fechas especiales, recibe
con desilusión su ramo: ¡Qué poca imaginación! ¡lo mismo, lo mismo, lo mismo! Habiendo
tantas otras formas de sorprenderme mejor, pero lo ama, no quiere herirlo.
La florista calladamente comparte su sentir.
La chica recibe la llamada…
La chica recibe la llamada…
-¿Te gustaron?
-Mh! Sí… son lindísimas… gracias… Amor… no hubieras gastado
tantísimo en flores para felicitarme, no está la vida para semejantes dispendios (para persuadirlo de no mandarle flores, sin lastimarlo)...
Él regresa a la florería, escoge un ramo más costoso aún y escribe conmovido: “Amor:
¡Adoro que seas así… qué cuides mis gastos!”
La florista esta vez llora inconsolablemente durante todo el
proceso.
La enamorada bufa, pero las recibe con gran amabilidad, no
quiere ser grosera con la florista, ella no tiene la culpa, mientras piensa ¡Cuánto odio que me envíen flores en las fechas especiales!- La florista le
dice algunas palabras de cortesía y se va muy apenada, intuyendo.
Le llama la chica (que no quiere herirlo) al novio: Mi amor…
para qué lo hiciste, ya era suficiente…
Él: nunca serán suficientes para decirte lo mucho que te amo…
¿qué tal si este fin de semana vamos a escoger las flores para la boda?
Ella casi se desmaya, siempre soñó que de casarse fuera muy informal, ella, él, un juez, ¡no más!
Al día siguiente, él entra a la florería todavía más feliz -quiero
que mañana que vengamos mi novia y yo, nos tenga disponibles todas las opciones posibles para adornar
iglesia y salón para la boda…
La florista asiente y cuando él sale, llora con fuerza y exclama: ¡Desgraciados!
¿Cuándo aprenderán a descifrar lo que no les decimos y que nos hace tan
infelices?!
Narrador: Jajaja! ¿Hombres o adivinos? A los hombres les emociona demasiado enviar flores... no sé si a todas las mujeres les guste recibir flores... (en secreto les digo: a mí no).
Sara...que coisa maravilhosa.
ResponderBorrarParabens,querida amiga.
abraços fraterno.
Sinto tua falta.
Sinval
Gracias Sinval, una alegría tenerte por acá.
BorrarAbrazo.
p.d. Allí he estado leyéndote y comentándote.
A mi me encanta que me regalen flores,abrazo
ResponderBorrarSi te creo... A mí el cautiverio, ni para las flores me parece, porque las amo!!!
BorrarBesos.
Bello texto, Sara, me ha gustado toda su energia. Ha sido un placer visitarte. Un abrazo,
ResponderBorrarQué alegría verte de nuevo, siempre me gusta verte. ¡Gracias!
BorrarUn abrazo.
Pues sí, Sara, además de un dispendio, a veces, la artificialidad de regalos que deben encontrarse muertos para poder adornar, es innecesaria puesto que un gesto, una mirada, una palabra, ejercería mayor poder de atención entre los amantes.
ResponderBorrarUn gran abrazo, querida Sara.
Justamente eso... me enoja que las hagan morir antes de su muerte natural, para luego ir a parar a un rincón como si fuera material inorgánico, a veces ni siquiera apreciando su belleza. Me encantan, me fascinan, libres y con su crecimiento y desarrollo y muerte normales... cuando a ellas les de la gana morir, no cuando el depredador humano lo decida!!!
BorrarAbrazo, defensor de las flores!
No puedo negar que me encantan las rosas de tonalidades coral y rosa
ResponderBorrarTe diria que acepte las rosas, porque cuando se case tal vez sus regalos sean aparatos electricos para las tareas domesticas. ojo!!!!!!
Cariños risueños
Jajaja, a mi como ves, me encantan, adoro las flores, son parte esencial de mi vida, en maceta o en los jardines, no en un ramo.
BorrarBesos.
Muy bueno el texto, Sara, me has hecho pensar. No soy de regalar flores, pero alguna vez lo hice. Ahora bien, cuando regalo flores me queda la sensación de que no quise jugarme a gastar más en algo más 'interesante'.
ResponderBorrarYa sé que si alguna vez te veo, no te llevaré flores.
Un beso enorme.
HD
PD: Todavía recuerdo tu comentario en mi relato anterior 'la puja', no sé si lo recordarás, pero ha sido uno de los mejores comentarios que me dejaron, eso de ser un personaje de ficción que se mete, de vez en cuando en la realidad. Hasta me dio la idea para un cuento largo. Muchas gracias por eso.
Todos mis comentarios han sido de los mejores, modestia aparte, jajaja! (es broma) me alegro que te haya gustado ese que me dices, dentro de unos minutos tendrás un cuento que me propuse hacer desde que leí tu blog completo, por el tono de lo que celebras que te dije jajaja. Espero que te guste y que aceptes el juego. Si no te parece, me lo dices por favor y lo lanzo al botede la basura.
BorrarBeso igual.