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lunes, 15 de noviembre de 2010

Amanecimos con diez mil huérfanos en ciudad Juárez, Chihuahua.

 Hace ya tiempo, en mi tierra se le restó importancia a lo correcto. Por ejemplo, un profesionista con tal de ganar más dinero, mintiendo, logró el control, fama y riqueza. Lo que fue confundido con  prestigio y éxito. Los demás lo imitaron y sus hijos aprendieron a  hacer trampa.

Se luchó por ser más que otros, midiendo esa superioridad por cosas materiales y comodidades, conseguidas como fuera, transcurriendo generaciones con abstracción, enajenación y deshumanización.

La satisfacción de deseos fue más fuerte que el valor de las personas. La codicia, robó el tiempo para compartir con los seres queridos, convirtiendo a seres normales y sanos, en esclavos de los imperios que erigieron.

Se inventaron todo tipo de apetitos, a partir del “poder”, en una carrera desenfrenada hacia las alturas, no importando si para ello era preciso hacer concesiones, traicionar, mentir, estafar, matar, en una competencia desquiciadora. Hasta el amor fue sustituido por el placer y a Dios por el dinero.

Los empresarios insaciables, con el consentimiento de autoridades y funcionarios de gobierno corruptos, han abusado de los empleados:

Los empleados explotados, con su estado de malestar, falta de tiempo y frustración, desatendieron a sus hijos.

Los empresarios insaciables por cuidar sus negocios, descuidaron a sus hijos.

Los gobernantes corruptos, por “cuidarse las espaldas”, ignoraron a sus hijos.

Los hijos de todos, cuando piden atención, son rechazados, ignorados, maltratados, burlados y abusados, en cualquier nivel socioeconómico. Creciendo con odio, vacío y resentimiento, en un ambiente bárbaro.

Los medios de comunicación ilustran todos los tipos de violencia y los padres no supervisan lo que reciben sus hijos por falta de tiempo, ignorancia o negligencia.

Los niños aprenden de los padres y de sus maestros, a través del rechazo, falta o exceso de tolerancia. Asunto inmoral e irresponsable, que ninguna razón puede justificar. Fuera de casa se distribuyen y difunden todo tipo de materiales, actividades y sustancias destructivas. 

Nadie actuó para contrarrestar los efectos de lo que era tan evidente, inmerso cada uno en la conquista de su mundo personal. Llegó el momento en que se sobrepasó el nivel y se derramaron las fuerzas negativas, que están tocando ya no solo a inocentes, sino a los dueños del “poder”. Pues ahora si se registraron bajas en todos los frentes, amigos y enemigos. 

Esto lo merecemos, unos por abusones, otros por dejados y arrastrados, cada quien escoja el saco que mejor le siente.

Un día cualquiera… Amanecimos con 10 mil huérfanos en ciudad Juárez, en la guerra contra la enfermedad que todos dejamos avanzar y que ante miles de síntomas previos, no reaccionamos. Entonces, ¡no es un día cualquiera! Sino la marca de una nueva época de luto chihuahuense, irreparable y vergonzoso. 

Ahora, es nuestro deber dar toneladas de amor, en todas las modalidades a nuestros semejantes, para recuperar la razón y el sentido de la vida, mientras sea nuestra. 

El amor es indispensable, como hilo unificador, que nos devuelva el respeto, la autoestima, la confianza y todos los valores que se perdieron,  por el “poder”.

Es preciso ocuparnos en establecer vías seguras y coherentes, entre familia, escuela y  niñez. Recuperar y reajustar la convivencia social, como reflejo del sistema de valores universal.

Así como no es posible separar la crisis de valores de la crisis social, no es posible mantenernos como individuos dentro de la burbuja, separados de la sociedad, por el hecho de que “todavía a mí no me ha tocado”. No esperemos a que “nos toque” para empezar a actuar y a sensibilizarnos.

La tarea inmediata es apoyar a esos 10 mil huérfanos, más los hijos tuyos, míos y los de cualquier vecino o desconocido, que serán el resultado de lo que hoy hagamos por ellos.



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