A la pobre, siempre le fue mal. En cuando empezaba a levantar cabeza, no faltaba quien llegara y le echara a perder su destino.
Hablo de una mujer noble, con muy buen carácter, aspecto y simpatía. Muy humana. Como eran antes los humanos, sensible y solidaria. e
Le hicieron dos jugarretas atroces, que la lanzaron hasta el sótano de su existir y con mil dificultades pudo volver a ponerse en pie.
A partir de allí, trató de manejarse con muy bajo perfil, para no sobresalir y de esa forma, lograr que nadie la mirara. Pero como por encanto, parecía que los fracasos se le fueron tejiendo en su esencia y más brillo irradiaba su personalidad.
Se aisló. Pero cuál va siendo el verdadero destino, que al final de cuentas, quedó al centro de todo su entorno. Eso es así, tarde que temprano. La entereza y temple cultivadas, no la dejaron derrumbarse más, recuperando la trayectoria hacia su destino claro y ya sin obstáculos.
"... De tanto recibir golpes, su piel endureció y jamás volvió a sentir dolor"
Final aportado por nuestro amigo Carlos.
*Gracias por la buena acogida a la entrada anterior. No creo que la casa estuviera abandonada. Eso me inspiró la imagen. Como ésta.
Te inspiras en una imagen y creas una historia, se te da bien, lo cuentas como si realmente existiera esa persona, y la moraleja es cierta la paciencia, el buen hacer acaban dando frutos. Abrazossss
ResponderBorrarGracias, Ester. Hay imágenes que ellas solitas cuentan su historia.
BorrarAbrazosss, jajaja.
Esas raíces a la vista, muestran mucho tesón por subsistir.
ResponderBorrarBesos.
Evidencian todas las dificultades que tuvo que librar.
BorrarBesos.
Las raíces al viento para bailar con ellas...
ResponderBorrarUn abrazo
Celebrando su gran resistencia.
BorrarUn abrazo.
Un abrazo querida amiga
ResponderBorrarGracias, Josefa. Igualmente. Un abrazo con todo cariño.
Borrarexcelente relato, y muy buena fuente de inspiración la fotografía...
ResponderBorrarme permites un final para tu historia?
...de tanto recibir golpes, endureció su piel y jamás volvió a sentir dolor.
beso
Claro, ya está. Muchas gracias por ese buen final. 😊
BorrarUn beso.
Ese final me resulta muy familiar.
ResponderBorrarEn cierta manera todos nos endurecemos a fuerza de golpes para no sufrir más.
Besos.
Ojalá que la dureza no impida también disfrutar de lo bueno que luego podamos recibir.
BorrarBesos.
A veces, cuando somos golpeados una, dos, tres, diez o quince veces, parece que el sufrimiento nos hace insensibles; pero eso no es más que la armadura que lleva el buen guerrer@, para salir a "pelear" con el mundo; y cuando se sosiega y se quita la armadura, debajo hay una piel suave y bella, una piel que nos recuerda a la de un niñ@, con sus alegrías y sus descubrimientos; esos que nos hacen crecer en SABIDURÍA, ACEPTACIÓN y BONDAD.
ResponderBorrarConxita. ^:^ tedeternura
Vamos aprendiendo a sobrevivir a fuerza de ejercitarnos constantemente.
BorrarUn abrazo, Conxita!
Qué belleza de árbol con sus raíces a la vista. Es como mostrarnos con todas nuestras virtudes y defectos ante los demás y sentirnos bien. Tu heroína ganó. Un abrazote Sara!
ResponderBorrarSiempre me consuela un poco, dar finales felices a las historias 😊 reforzar que se puede lograr algo mejor.
BorrarAbrazo fuerte.
Algunos nacen con estrellas y otros estrellados. En el caso que nos muestras, supo derrumbar escollos y es la estrella que roba las miradas de su entorno.
ResponderBorrarBesos Sara
Está más esperanzador ese final a que no lograra sus objetivos.
BorrarBesos Norma.
Sabes transmitir muy bien y muy bonito.
ResponderBorrarUn placer disfrutar de tus letras.
Un fuerte abrazo.
Muchas gracias por tu elegante manera de acercarte siempre.
BorrarAbrazos.
Los golpes te endurecen, te fortalecen, pero quizás por eso mismo te puedes quedar sola, contigo misma... y la soledad también duele...
ResponderBorrarUna historia muy bien relatada que nos lleva a la reflexión.
Besos, Sara.
La soledad es muy dolorosa. Lograr las buenas compañías, es algo para lo que también necesitamos desarrollar valiosas habilidades.
BorrarBesos.
Las cicatrices se fijan siempre en el alma, no se van y llegan a convertirse en lo que en medicina llamamos "queloides", se ve perfectamente en sus raíces retorcidas y fuertes.
ResponderBorrarTe dejo una frase: El dolor de ayer es la fuerza de hoy.
Mi abrazo azul.
"El dolor de ayer es la fuerza de hoy" Tendré en mi mente esa frase para recurrir a ella en situaciones difíciles y saber que acarreará algo muy positivo después.
ResponderBorrar¡Gracias!
Abrazo de estrellas.
Un relato tan real cómo la vida misma, doy fe de ello, cuantos más golpes da la vida más nos fortalecemos... pero no deja de ser muy triste.Besicos
ResponderBorrarNos problemas son difíciles, pero la satisfacción de superarlos, nos hace sentirnos muy satisfechos.
BorrarBesos, Charo.
Y por desgracia tu relato aparte de bueno es tan cierto como la vida misma. Lo lamentable de todo es que a las buenas personas, a base de poner una mejilla y a veces la otra, la vida termina por cambiarles por completo, y lógicamente es cuando dicen, ¡no es la misma persona que yo conocí! ¿Cómo va a ser la misma persona después de todo lo recibido?
ResponderBorrarUn gran abrazo, amiga y feliz resto de semana.
El verdadero logro consistirá en conservar la esencia, a pesar de los problemas que se puedan experimentar. Aprender a defenderse, pero sin perder la nobleza del corazón.
BorrarGracias, igualmente. Fuerte abrazo!
La vida se le ha dado mal a la protagonista, como quien sale a bailar con las mejores ganas y le arruinan la fiesta. Se aisla debido al fracaso pero a pesar de eso no la doblegan los infortunios y, estando ella, siempre en estado de apertura a la existencia logra alcanzar su propio cielo.
ResponderBorrarHermoso cuento, Sara, un placer leer tus cosas.
Un cariñoso saludo desde Buenos Aires.
Ariel
Muchas gracias, Ariel. Me alegra mucho que vengas a visitar y a comentar.
BorrarUn abrazo hasta ti en Buenos Aires.
Un gran relato, Sara, felicitaciones.
ResponderBorrarLa vida es una escuela y todo lo que vivimos es aprendizaje y por ello somos cada vez más fuertes.
La soledad no tiene porqué ser mala y en ocasiones es necesaria.
Besos 🥀
Muchas gracias, Vero. La soledad nos ayuda a conocernos y los problemas, a ser fuertes. Luego aprendemos a sentirnos plenos, solos o acompañados.
BorrarUn abrazo.
Los fracasos y los dolores tienen la maravillosa facultad de hacer que las personas adquieran fortaleza y, el paso del tiempo lo transformen en valentía y entereza.
ResponderBorrarBonito relato Sara.
Abrazos
Así es, Tatiana. Después de sufrir viene la recompensa del aprendizaje y la madurez. Gracias!
BorrarAbrazos.
Los fracasos, cuando los digieres, te van enseñando y no hay como ser tu misma. Entonces, sin apenas darte cuenta, brillas con luz propia.
ResponderBorrarUn abrazo, Sara.
Lo importante es lograr digerirlas, porque un mal proceso puede ser muy destructivo.
BorrarUn abrazo.
Se precisa la longevidad del tejo o del olivo, la fortaleza del roble o de la encina, la flexibilidad del junco... para mantenerse en pie y seguir avanzando a pesar de las tempestades. Y así es.
ResponderBorrarMuy hermosa analogía entre el árbol de la imagen y la capacidad humana para superar adversidades.
Un fuerte abrazo, Sara
Hermosas, tus palabras!. Es un comentario muy bueno el que haces. Te lo agradezco grandemente.
BorrarBesos.
La prueba de ensayo y error suele dar muy buenos resultados y aunque alguno fracasa y abandona, no ocurre con la mayoría y un ejemplo es este que describes, que pese a los batacazos que le dan sigue adelante, cada vez más fuerte.
ResponderBorrarUn abrazo.
Me impresionan los árboles con ese tipo de raíces y creo que es mucho lo que nos enseñan si seguimos su ejemplo.
BorrarGracias. Un abrazo.
Siempre me sorprende cómo las plantas o los árboles se amoldan (literalmente) a su entorno y llegan a salir adelante. Las personas a veces no tenemos esa flexibilidad, o si la tenemos la perdemos sin saber cómo. Creo que esta foto y la historia que cuentas de esa persona endurecida que termina estando en el centro de su mundo es prueba de ello. Espero que esa persona al menos se sienta feliz, se lo merece sin duda. Un saludo y gracias por tus palabras, siempre.
ResponderBorrarMuchas gracias, Joaquín. Es muy importante tu comentario. La flexibilidad y la resistencia son la clave, parece. Si emulamos a ese árbol, podemos crecer hermosos y fuertes: sabios.
BorrarFuerte abrazo!!!
Sara querida,hacía tiempo no te leía,en realidad un poco alejada de los blogs,¿pereza?,no lo sé,pero te leo y la verdad la imagen concuerda totalmente con el relato,abrazotes fuertes.
ResponderBorrarTodo aburre con el tiempo. Si que te comprendo. Y si tienes mejores cosas que hacer a diario, es fabuloso.
BorrarDe todas formas, estamos.
Un abrazo muy grande.
Como la vida misma, es un relato muy bueno.
ResponderBorrarUn beso.
Gracias, Franconetti. Eres un sol. Dichosos los ojos que te ven por aquí.
BorrarBesos.
La entrada del post curiosa, pero mucho más curiosa es la imagen del árbol enrevesado que has seleccionado. Un árbol verdaderamente peculiar y probablemente único.
ResponderBorrarJ S. Es un árbol muy curioso, tienes razón. Toda esa raíz expuesta, casi sin tierra de dónde alimentarse y muy frondoso y sano ¿?!
BorrarGracias por tu comentario.
Aprender de los golpes es lo único que nos salva.
ResponderBorrarUn placer leerte.
Nadie aprende en lo blandito.
BorrarLuego que pasa el tiempo, agradecemos lo sucedido, que tanto nos enseñó.
Abrazo.