"No os resistais al mal"
* Dicho por Jesús, en su discurso de la montaña.
Mientras más resistencia pongamos hacia lo adverso que nos llega, más violentamente nos derriba.
Vamos por la vida con "todo" y casi ni nos damos cuenta, casi ni lo agradecemos, a menudo, no lo agradecemos, los muy merecedores.
Hasta cometemos el error de renegar por "x" o "z" cosa absolutamente superficial o secundaria que deseemos y no tenemos.
Ah, pero el día que perdemos algo de lo mucho que es ese "todo" que teníamos, no lo queremos aceptar: "¿Por qué a mí me pasan esas cosas? ¡No es justo!, ¡no lo merezco!"
Y por qué tú no, quién te crees que eres como para estar exento de lo malo, nos responde la realidad.
A todos nos puede tocar recibir algo así. Al igual que recibimos lo bueno.
Nadie queda libre de perder algo y hay que aceptarlo cuando suceda, para a partir de esa nueva circunstancia continuar, con los recursos que aún nos queden disponibles.
Con aceptación, voluntad, disciplina, agradecimiento y amor, podemos volver a estar de pie. Por supuesto con mucha fe, en nosotros, en otros, en Dios (quienes creemos en Él).
Mientras más pronto lo aceptemos, más pronto nos recuperaremos.
Pues en la no aceptación se nos puede consumir la vida que bien pudimos aprovechar al máximo, después de la mala pasada.
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