No recuerdo
datos muy básicos
de la historia universal.
Tampoco la conjugación correcta
de ciertos verbos.
Ni si se suman los catetos
o la hipotenusa
en el Teorema de Pitágoras.
Pero nunca olvido
el efecto de tus manos en mí,
la resonancia de tu risa
en mi corazón,
o el tic de tu ojo izquierdo,
cuando te agrado.
Menos podría olvidar,
lo que tu voz me provoca,
con la forma loca como dices,
algo que te parece lindo,
o cuando no mucho, también.
No sé qué tan trascendente,
deban ser muchas cosas
que aprendí en la escuela,
si cuando tú me besas,
se desaparece
todo lo que no sea
nosotros dos.
Indudablemente,
hay datos necesarios
para mi desenvolvimiento
diario, pero para la vida
solo contigo
basta y sobra.
*Recreación de un poema de 2011,
que mis seguidores actuales no leyeron.
Dedicado a Carlos Perea, un amor eterno, que hace ya casi dos años que partió de este nivel de vida y que hoy recordé en un momento de plenitud ante la naturaleza.
Puede ser que el enamoramiento en esa epoca sea tan distractivo quizas por la intensidad de las emociones que hace que aquello que enseñan en el colegio pase a un segundo plano. Es una edad en donde ese despertar del cuerpo hace estragos, pero guarda memorias muy bellas
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