Ella muy pronto empezó a divertirse, con los avances de su
continua práctica, tales como ver sonidos, sentir colores, tocar aromas,
caminar entre nubes y hasta medir lo infinito.
Desarrollando estados fascinantes.
Cuando dominó los principales secretos, el Fabricante de
Sueños, se despidió, sin muchas explicaciones:
-Tú ya sabes hacer magia mejor que yo, no me verás más, debo
ir a ayudar a otros. Le anotó en la palma de la mano un número. “Lo vas a
necesitar... No pierdas tu varita… que te perderías.
En cuanto él se fue, Natasha, con las palabras clave de su
varita y un pase mágico, creó una fiesta en un jardín majestuoso, repleto de amigos
cariñosos y atractivos, con quienes ella departió y bailó, incluyendo al sol, que
estaba más seductor que nunca y la luna, con quien se solazaba por las
ocurrencias de las estrellas.
Gracias a su magia, logró ser la más hermosa, la más brillante,
la mejor. Interrumpía su baile solamente para beber agua e ingerir grandes
cantidades de golosinas. Saboreaba meticulosamente cada partícula de ese manjar
para ella delicioso, que le permitía acariciar la perfección.
Bailó y gozó sin
límite, hasta que la fiesta terminó de súbito, cuando se apoderó del
ambiente un silencio amenazador y se fueron alejando los asistentes, sin
siquiera despedirse la mayoría de ellos, exhaustos. Las órdenes de Natasha, no
sirvieron para detenerlos y se convirtieron finalmente en ruegos, que todos ignoraron.
Sin darse por vencida, convenció a la luna para que
permaneciera su lado, charlando, quien en el fondo, tampoco tenía intenciones
de retirarse aún, pero debía hacerlo antes del amanecer -¡Hay que respetar las
leyes! –Le dijo, la luna con gracia- -Además, -contestó oportuna Natasha- -No
provoques más al sol, que ya está enfermo de celos, desde que el toro se enamoró
de ti –Rieron como desquiciadas, hasta que desapareció la luna-
Natasha se quedó sentada y sola en un enorme sillón, planeando
su próxima aventura, todavía con restos de enojo y confusión porque las cosas
no salieron como deseó, pero, con tal de no seguir repasando lo sucedido, ingirió
la píldora del sueño plácido.
La luz del amanecer la despertó sobre una roca en un campo
desierto, no pudo explicarse cómo llegó a ese sitio, si ella se había dormido
en el mullido sillón, en medio del jardín donde fue la fiesta. Miró a diestra y
siniestra, tratando de orientarse. Pero sintió una sed inaguantable y se
aterrorizó al percibir sus latidos en el cuello, casi haciéndole estallar las
venas, acentuando su ansiedad.
Lloró... necesitaba con urgencia agua o cualquier líquido, para
calmarse un poco. Mientras que encontraba, se bebía las lágrimas. Pero, sentía su
trayectoria desde la lengua hasta que llegaban al estómago, como una bola de
fuego que crecía al avanzar, desgarrándola, culminando en una brutal punzada de
hambre. Su exagerado cansancio, casi le impedía levantarse.
La luminosidad del día, como si la cegara, la obligaba a entrecerrar
los ojos. Se arrastró por el suelo, tanteando, para encontrar su varita mágica
y cambiar cuanto antes el escenario. Pero no podía encontrarla, ni recordar dónde
la había dejado, junto con toda su dotación de fórmulas y demás pertenencias.
Siguió buscando con desesperación, pero solo encontró latas y
botellas vacías, colillas de cigarros, basura ¡Carajo! ¿Dónde la dejé? ¡Me
robaron! Sí, eso es... ¡Me robaron! ¡Envidiosos!, nunca los volveré a invitar,
además de aburridos, rateros ¡Púdranse en el infierno! ¡Los odio a todos!
La volvió a derrumbar el llanto, se revisó frenéticamente,
estaba muy sucia, con raspones y muchos moretones, apenas atinó a tocarse la
cabeza, que con tanto dolor parecía desprendérsele, no daba crédito a que ese
cuerpo era suyo. De seguro fue la luna, ¡Sí, fue-esa-hipócrita-desgraciada-maldita!
Qué casualidad que tan amiguita, ella me robó mi varita, ¡No sabe el alacrán
que se acaba de echar encima, me las va a pagar todas juntas, yo la voy a
destruir! –Gritaba y manoteaba con rabia-
El número, el número, el número, le susurró su subconsciente,
lo tienes en la mano ¡Muévete! Quizá sea un teléfono… El del Fabricante, que te
ha jugado una broma con su adiós y quiera verte. – ¡Ay! Tengo que encontrarte.
No puedes esfumarte así como así, cuando te necesito tanto.
Caminó en contra sus temblores que la hacían dar tumbos y muy
sofocada, teniendo que hacer un gran esfuerzo por respirar, hasta encontrar una
vereda hacia la ciudad. Después de mucho buscar, encontró a un buen hombre que
le facilitó su celular para llamar, apenas atinaba a marcar... Le contestó una
voz masculina muy hosca. Ella, con un chillido, le dijo:
-El Fabricante de Sueños me dio ese número... es urgente, quiero
hablar con él, comuníquemelo… por favor… perdí mi varita y yo también ando
perdida. Necesito ayuda, no sé qué sucedió, no sé donde estoy. –Escuchó las carcajadas del hombre-
-¿De qué se ríe?
-No debiste perderla ¡Estúpida!, ¡ya no podrás seguir siendo
Hada! Todas son iguales, se engolosinan con lo que son capaces de hacer y luego,
luego ¡Se pasan!, cuando es lo primero que se les recomienda. No pensé que me
buscaras tan pronto, pero te anticipo “rei-ni-ta”, ahora no podrás vivir sin mi
ayuda constante ¿Cuánto tienes?
-¿De qué?
-¡Dinero, dinero, por supuesto!
-El Fabricante no me dijo nada de eso.
-¿Y qué pensabas, que el paraíso es gratis? ¡Si que te
perdiste! ¡Jajaja!
-No tengo dinero... Te lo suplico, por lo que más quieras, ¡ayúdame!
-Tendrás que hacer todo lo que yo te pida.
-Lo que sea... yo hago ¡lo que sea!
-Necesito que hoy induzcas a otros a la magia, calle de la
Escondida esquina con Ilusión, allí nos vemos en dos horas, a partir de hoy ya
serás maga.
-¿Y mi varita?
-Ya no tendrás más varita mágica, la extraviaste... ¡Solo mírate!,
para que lo constates. Pero, ya tendrás recetas cada vez más potentes, porque
ya eres maga ¡Entiéndelo!
Natasha, consiguió dinero con desconocidos, con un pretexto
vago de un asalto para justificar su estado, lo que resultó muy creíble y por
suerte, no tuvo que conseguirlo a la fuerza, esa vez.
En el lugar, ya la estaba esperando el hombre que la citó,
arriba de un automóvil.
-Aquí tienes 5 métodos para hacer magia, busca a los más
jóvenes, a los más solos y enséñales lo que son capaces de hacer. Todos los
días tendrás que enseñar a cuantos yo te ordene, que sean muchos ¡Oíste! y poco
a poco te iré gratificando, tú serás muy buena para esto, ya luces como toda
una maga ¡Esfuérzate! Al final les dices que sin la varita, no podrán hacer
nada, que es su voluntad, sin embargo, no les hagas mucho hincapié, a nadie le
importa lo que les pase. Para nosotros es mejor.
- ¡Sí, sí, sí! ¡Cómo tú ordenes!... ¿Y yo?
-Espera cielo... tranquila... No seas tan impaciente. Estos
dulces, pócimas y fragancias son para que adquieras tus poderes de maga. Ser
hada es para principiantes y tú ya dejaste de serlo, desde que perdiste tu
varita.
En esa rutina transcurrieron algunos meses, Natasha fue absolutamente
dócil, ávida de aprender y ganar más y más poder, quería experimentar el
dominio total de todas las fórmulas mágicas. Se empeñó hasta lograrlo,
desarrollando simultáneamente, su máxima capacidad de liderazgo para convencer
e influir en grupos cada vez mayores, hasta que alcanzó lo que tanto había
deseado, "El premio máximo". Todas las fórmulas existentes para ella
sola, el hombre le entregó un paquete, con un discurso muy motivador.
-¡Te adoro! Contigo nada me falta –lo abrazo y lo besó con
pasión, como hechizada-
En cuanto él se fue, Natasha se puso en práctica una vez más,
se elevaría lo más alto imaginable, nadie la detendría. Hizo aparecer un cometa
para viajar sobre él a máxima velocidad, no permitió a pesar de muchas
súplicas, que ningún discípulo la acompañara.
Se elevó, gozó la sensación de libertad que le daba la
velocidad, extasiada miraba nubes y todo lo que iba cruzando por su camino,
todo era manipulable desde su grandeza, increíble que hasta un simple color,
podía cambiar como ella lo decidiera. Giró e hizo piruetas con el cometa y lo aceleró
más, hasta confundirse con el viento. Se convirtió en una maga genuina, capaz
de hacer lo que fuera, por no perder ni su título, ni sus privilegios. Robar,
mentir, hasta matar, eran insignificancias, a cambio de tantas fantasías y
sensaciones.
Después de mucho planearlo, viajó hacia dentro de sí misma:
¡Me hace falta conocerme interiormente más! –Dijo con sarcasmo- Por un orificio
en su antebrazo, fue por donde entró. Navegó su caudal sanguíneo, maravillada vio
cada parte de sí misma. Cruzó por todos sus órganos, hasta llegar al corazón, donde
obtuvo una doble sensación, desde su cuerpo diminuto y desde su órgano. El
bombeo en eco, ensordecedor y rítmico, la entusiasmó de manera superlativa ¡Verdadera
música! –Gritó-
Saldría hasta que completara el recorrido, por el antebrazo.
Pero, a corta distancia, milímetros tal vez, sin desearlo, fue arrastrada hacia
un pozo muy oscuro. -¡Ups! Es mejor que la "montaña rusa" -todavía
bromeó- Una sensación de caída se prolongó, hasta que se aterrorizó y mirando
azorada, hasta desorbitársele los ojos, sin poder precisar ninguna imagen… gritó
sin cesar, en su deseo de no caer más.
Enseguida, el color azul líquido le fue rellenando todos los espacios
huecos, de tal forma que ya no le dejaba evitar la asfixia que iba creciéndole.
Luego ese mismo color azul, le penetró sus ojos, como si se los estuviera calcinando,
y aunque apretaba los párpados con fuerza, no lo soportaba.
El color negro, destruyó de una oleada al azul y amordazó con
salvajismo a Natasha, hasta desprenderla de sí misma, desintegrando sus gemidos
y estertores. En la esquina de calle La Escondida con Ilusión. Nadie la
identificó, ni la reclamó.
* Una más de las historias de consumo de drogas,
por lo que perecen miles de jóvenes todos los días
en el mundo entero... abandonados del corazón del hombre.
Querida Sara, tienes una imaginación increíble, me ha encantado tu cuento, felicitaciones.
ResponderBorrar¡Pobre Natasha! de lo que ella pensaba, a lo que fue finalmente, una buena moraleja tiene tu cuento.
Besos, buen finde amiga
Vero: Muchas gracias! fuerte abrazo, feliz finde...
BorrarEstoy leyendo a Kafka y tu relato tiene muchas semejanzas con esa especie de sinsentido vital que a todos nos envuelve de vez en cuando.
ResponderBorrarQuizás la mayor verdad que puede descubrir un ser humano en su corta vida es que TODOS podemos ser maestros de nosotros mismos.
Un abrazote.
Por supuesto Ibso... pero no todo mundo aprende, con todo y las experiencias, con todo y los tropiezos, aun lastimándose, hasta la muerte. ¿Qué triste? Gracias por tu comentario y por los enlaces, los revisaré.
BorrarUn abrazo igual que el que me dejas!
Mi estimada Sara:
ResponderBorrarTu historia es de una imaginación increíble, qué maravillosa!
Bueno, ya lo has demostrado como cuando "desnudaste" a Humberto, el famoso escritor de Brasil.
Felicitaciones y recibe un gran abrazo.
Eres muy amable Gustavo, muchas gracias. Tamién recibe un abrazo!
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