Hubo apagón, justo cuando empezaba a transcribir un proyecto, que debía enviar por Internet esa tarde sin falta. Tomé el borrador y salí apresurada a una antigua biblioteca del centro de la ciudad. Casi al llegar me encontré a mi hija que regresaba de la escuela, cerca de donde transbordaba para llegar a casa. Le conté del apagón y me acompañó. Ella haría una tarea.
A pesar de que siempre estaba saturado, tuvimos suerte de encontrar computadoras disponibles y en lugares contiguos.
Aunque al rato llegó alguien con una niña pequeña que brincaba, reía y corría atrás de nosotras, se acercaba y se paraba en el espacio entre mi hija y yo a ver lo que hacíamos. Con la prisa que yo tenía y faltando solo una hora para que cerraran el lugar, me molestaba bastante su presencia. Pues se estrechaba tanto a nosotras, que me obligaba a encoger los brazos para poder escribir, pero no perdería tiempo en buscar y quizá discutir con la mujer con quien escuché que venía. Así que luché por concentrarme a pesar de que ella se empecinaba en molestar.
Solo se retiraba cuando volteaba a mirarla. Yo la fulminaba con la mirada. Se iba, pero luego regresaba. Permanecía cuando la miraba de reojo y cuando volteaba, huía de inmediato y mi hija, me veía a mí muy extrañada, pero seguíamos trabajando. Y así estuvimos, entre los brincos, risas e invasión de la pequeña hasta que al fin pude terminar y enviar el trabajo.
Mientras mi hija imprimía su tarea, fuí con el encargado:
- No sé cómo permiten que entren niños que no saben comportarse, no me opongo a que vengan, obviamente, así les va naciendo el amor a las bibliotecas, pero deben saber comportarse, estar con algún adulto que les enseñe a respetar... ustedes exigir ese respeto.
- Señora... disculpe, ¿de qué habla?
- ¿Cómo que de qué? La niña que estaba jugando detrás de nosotros. La chiquita que vestía... de este tamaño -señalé con la mano- y que llegó con una mujer enseguida de nosotras, que se situaron en la sección a nuestras espaldas. -La cara del chico se fue desencajando y palideció.
- Aquí no entran niños, señora... ¡Nunca! Hace muchísimos años que no hay sección infantil... Además, no entró nadie más después de ustedes dos. -Me dijo muy tajante, mientras con la mirada desorbitada revisaba todo el local ya vacío. Se apresuró a cerrar, de tal forma que salió junto con nosotras-
Rumbo a casa, me preguntó mi hija: ¿qué tanto le decías al hombre?
- Me quejaba de la niña que buena lata nos dio.
- ¿Cuál niña, mami? Y ¿Por qué me mirabas tanto cuando estábamos tecleando?
- No te miraba a ti, sino a la niña. ¿Acaso a ti no te molestaba?
- No. ¿Cuál niña?
... Era una niña muy antigua, la recuerdo perfectamente. Mi hija no la vio. Seguramente el encargado sabía de esa niña y por eso su cara se transformó. Y su tono tajante, más bien era de "cállese señora, no me diga, no siga."
No pude saber más, regresé, pero el encargado renunció. Me alegró no haber hecho por mirar a la mujer con quien iba la niña.
¿Todavía el día 3 se sigue celebrando en México el Día de los Muertos? Tradición ancestral donde las haya, con registros de etnias mexica, maya, purépecha, nahua y totonaca, aunque luego fue modificada con la llegada de los españoles y la religión católica.
ResponderBorrarPor cierto muy buen relato.
Abrazos
Se celebra el 2, pero hacen muchas actividades alusivas durante unos días más, con el sincretismo que surgió de esa fusión de costumbres, creencias y tradiciones.
BorrarGracias.
Fuerte abrazo.
siempre las sombras sugestionan
ResponderBorrarbesos
Puede ser...
BorrarBesos.
¡Uy! Qué miedo. Discurría el relato con tanta normalidad que quedé atrapada con lo de la niña que nadie vio. Muy bueno. Te felicito, Sara.
ResponderBorrarBesos.
Muchas gracias, María Pilar.
BorrarMe alegra que te haya atrapado.
Besos de anís.
Me encanta la intriga! Asi que disfruté este pequeñito relato.
ResponderBorrarUn abrazo.
Gran flor que le echas, con la brevedad. Que me parecía tan extenso y mucho temí que no lo leyeran completo.
BorrarFuerte abrazo.
Un buen relato apropiado a estos días. Disfruté lellendo, me asombroó el final.
ResponderBorrarUn abrazo.
Muchas gracias, Josefa. Encantada con tu comentario.
BorrarBesos anisados.
Ay Sara, tengo en mi lista de favoritos "El libro de la vida" con sus canciones, por mi nieta, pero aunque ella ya no lo mire yo voy de vez en cuando a visitar el lugar, me encantó saber de esa tradición en Méjico a través de una película para chicos, y todo lo que conlleva el respeto y recordación a sus muertos. Este relato es un hermoso homenaje tuyo, un abrazo!
ResponderBorrarEs hermosa. Ahora te recomiendo que busques "Coco" es nueva, se acaba de estrenar y es también muy buena.
BorrarFuerte abrazo y gracias.
*México se escribe con "X" aunque suene casi como "j"
Sí Sara, tenés razón, acá la nombramos mal con la j. se debe respetar su escritura. Y Coco se estrena ahora, ya mi nieta la tiene en la agenda de sus papis! Gracias, un abrazo!
BorrarEspero me disculpes si me sentiste pesada. Porque además es verdad, me pongo bastante pesada con eso. Está en muchos nombres originales de esta tierra. Del náhuatl. De lo poquísimo que sigue siendo "nuestro" a lo largo de tanta fusión. Para mí, es parte importante de nuestra identidad. Gracias por tu amabilidad de siempre y comprensión.
BorrarFuerte abrazo.
Hola Sara, es un relato muy interesante. No todo el mundo estamos en
ResponderBorrardisposición de ver las misma cosa, y ser conscientes de todas las realidades que nos rodea, solo captemos una pequeña parte, y esa pequeña parte está muchas veces llena de confusión, y ruido.
Que tengas una lindo fin de semana! Besitos.
Nuestra tendencia racional por sobre todo, nos impide percibir mucho de nuestro entorno, que puede ser fascinante.
BorrarIgualmente para ti. Fuerte abrazo!
Misterio, intriga y dolor de barriga. Enhorabuena. Saludos.
ResponderBorrarY dolor de barriga, jajaja.
BorrarUn abrazo.
Pues me estaba creyendo la historia hasta el final inesperado....te felicito pues hasta yo me he molestado por la niña traviesa que no dejaba trabajar.Besicos
ResponderBorrarCharo, muchas gracias. Fue trabajar bajo presión.
BorrarBesod de anís.
Una buena historia. No todos vemos lo mismo.
ResponderBorrarDifícil saber dónde está la realidad.
Un abrazo y muy feliz fin de semana.
Es difícil saber qué pasa en casos así. Igual para ti, Amalia, feliz fin de semana.
BorrarUn fuerte abrazo.
Buen relato que me encantó leer, enhorabuena. Es estos días especialmente.
ResponderBorrarAbrazos.
Gracias, Mari Carmen. Fechas de honrar a los muertos. Gran tradición por acá.
BorrarBesos de anís.
Días después el encargado fue entrevistado por la televisión contando que la niña de la biblioteca había vuelto, tal como lo hacía tantos años. El había preferido ponerse a resguardo de sus travesuras.
ResponderBorrarTal vez mi comentario ha sido impertinente.
Para nada impertinente. Muy buen final para el relato. Gracias, Vicente : )
BorrarUn abrazo.
Sara, pensé era real.
ResponderBorrarIntrigante relato.
Besos 🌹 🌸 buen finde
Podría ser real. Recuerdas lo que te conté : )
BorrarFeliz finde. Besos de anís.
Un estupendo relato. Felicidades.
ResponderBorrarMuchas gracias, Tracy. Eres muy amable. : )
BorrarBesos.
Que bueno Sara,abrazo.
ResponderBorrarMuchas gracias, amiga.
BorrarUn abrazo.
Muy intrigante...
ResponderBorrarBesos y salud
Jejeje. Besos, amigo.
BorrarTe prometo me ha dado un escalofrío...
ResponderBorrarA mí cuando caí en cuenta de que lo que vi no era normal.
BorrarBesos.
Que miedo nos da todo lo que se escapa a la razón y que cerquita de nosotros está siempre ese lado. Creo que si pudiéramos prestar un poco más de atención al instinto disfrutaríamos incluso de aquello que nos asusta.
ResponderBorrarMuy buen relato, mi querida Sara.
Un besito.
Así es, justo como lo has explicado. Si hubiera estado yo con tiempo libre, tal vez hubiera gozado. Pues ella solo buscaba jugar. No todos los que se aparecen son lindos. O quizá con tiempo disponible no la hubiera visto. No sé.
BorrarRaquel, un abrazo con todo cariño.
Muy apropiada tu historia para este mes y tan bien ideada que parece real.
ResponderBorrarEl misterio nos acompaña aunque nos pase desapercibido, hasta que un día el velo se corre y la leyenda se convierte en realidad, aunque sea en nuestra imaginación.
Cuida que esa niña no vuelva a molestarte y dale caramelos de anís.
Abrazos Sara-Agatha Christie.
Gracias, amiga. A veces la realidad parece fantasía y la fantasía, realidad. Los asuntos paranormales, nadie los cree, porque es más sencillo y practico dar un diagnóstico de enfermedad mental, que entender o aceptar lo que no se puede explicar con manzanas, jajaja.
BorrarDaré muchos caramelos de anís a esa chiquilla si la vuelvo a ver, lo prometo.
A ti te mandó unos cuantos, con unas palomas mensajeras muy veloces.
Besos.
* me hiciste recordar tardes preciosas con mamá leyendo a A. Christie, cuánto la gozábamos, jaja.
Tal vez, si yo hubiera estado en tu caso, lo de esa pequeña hubiera sido una oportunidad para pulir en mi la virtud de la paciencia. :)
ResponderBorrar¡Oremos por todos nuestros seres queridos que han fallecido y por todas esas almas, que no tienen quien ore por ellas!
Un abrazo Sara.
Sí, pudo haber sido una buena oportunidad para germinar la paciencia.
ResponderBorrarClaro que sí, hay que orar por todos ellos.
Un fuerte abrazo.
Un abrazo.
ResponderBorrarMisterio en el relato.
Bs.
Gracias. Un abrazo bien grande para ti, bonita niña.
ResponderBorrarhola! nos has cautivado con el relato que lo compartimos felices de haber llegado a tu blog y sumarnos! gracias, saludosbuhos, nos vemos de vuelta, si gustas! saludosbuhos desde argentina!
ResponderBorrarHola Búho, Muchas gracias por tu visita y tu comentario tan amable. Claro, paso a visitarte, será un gusto.
BorrarAbrazo.
un relato maravilloso y con la duda de que la niña estaba o no en aquella biblioteca,aunque solo dos ojos la hayan visto eso es suficiente para saber que solo se dejo ver por una sola persona.una historia intrigante.un abrazo y gracias por seguirme tambien!!!!!
ResponderBorrarHola, Sony. A vemos lo que no es, otras veces cerramos los ojos y no queremos ver lo que no comprendemos.
BorrarUn abrazo. Paso por tu casa.
¡¡Wawww...!!
ResponderBorrarQue sensación tan especial debes haber vivido. Me quedé sin palabras.
mariarosa
La verdad que sí, no estamos acostumbrados a ver cosas.
BorrarUn fuerte abrazo.