Originario y residente del pueblo de Juan Mata Ortiz, al que se llega por un tramo de terracería al sureste de Nuevo Casas Grandes, en Chihuahua, México.
Es el alfarero más importante de México, quien rescató la cerámica de los apaches de Paquimé, pobladores de la misma zona, ya que los labradores fueron encontrando fragmentos de su arte, perdido desde hacía 600 años.
Impactado por la belleza de las piezas y deseando una mejor perspectiva de vida, él se decidió a experimentar, con sus escasos conocimientos de elaboración de cerámica.
Un antropólogo norteamericano, fue su mecenas durante un año, tiempo en el que depuró su técnica y logró superar por mucho, la belleza de las piezas de sus precursores, que hoy se encuentran entre las más bellas del mundo.
Juan Quezada, sigue siendo la misma persona sencilla y humilde y ha compartido sus conocimientos con el resto de su comunidad, de donde él nunca ha querido salir, a pesar de las constantes invitaciones de diferentes países.
Cada pieza está cotizada alrededor de los 30 mil dólares.
A su casa, la misma de siempre, donde tiene su taller, lo visitan coleccionistas y admiradores de todas partes del mundo, a quienes atiende personalmente. Cuando le preguntan sobre cómo logró alcanzar esa perfección, él solo se concreta a contestar: Poco a poco. Así de simple.
Poco a poco... |
No hay oficio que me seduzca más que la del alfarero, por su poder de transformar algo informe en belleza.
ResponderBorrarEste Juan Quezada, tiene un don. De alguna manera, al leer tu entrada, lo pude conocer y hasta tocar sus obras.
Gracias, Sara.
Un abrazo
Son tan delicadas que parece que si las miramos mucho se desbaratan. Es precioso su don.
ResponderBorrarBesos Alicia.
Pese a su poca trascendencia, creo más en estos seres más simples. Esto va relacionado con mi comentario anterior.
ResponderBorrarVoy a ver tu comentario anterior.
BorrarGracias a el arte de este hombre, vive toda la comunidad de donde es originario. Vienen a conocerlo de todos los confines del mundo.
Un abrazo.