Lamentamos cuando nos suceden cosas malas, duras, desagradables, tristes. Pero, muy a menudo, seguido de lo adverso, surge algo muy positivo que ni imaginábamos.
De los que creemos en Dios, muy pocos, tenemos la confianza de que a pesar de nuestra imperfección, Él, cree en nosotros. Y tan es así, que si albergamos esa confianza, la vida nos es más ligera, linda y suave. Nos sentimos plenos y libres y amados... Sí, por Él.
¿Qué nos podría faltar, qué nos podría llenar más que su amor?
Para qué tantas vueltas, búsquedas y complicaciones, llanamente vivir es un gran privilegio, un lujo poder estar en este plano, qué hicimos tan bueno, para que se nos permita vivir y estar en constante aprendizaje.
Me siento muy satisfecha de haber esperado, como fuera, como pude, para al fin tener plena confianza y seguridad de que cuando creemos que nada sucede, Él nos está reservando en exclusiva algo superior, que no sospechábamos cuando estábamos empantanados.
Los tiempos de Dios, son perfectos, todo sucede cuando debe ser, cuando Dios sabe que estamos listos.