-- Má... ¿Vas a querer que te ayude hoy?
-- Sí, m'hijita, en cuanto termines tu tarea, te lavas muy bien las manitas y vas al taller.
Así pasamos esa primavera, mamá, mi tía y yo. Bordando aquel vestido de novia con una cauda de 19 metros, con chaquiras, lentejuelas, canutillos transparentes, blancos y nacarados como estrellas, destellos de lluvia y luna.
Aborrecí ese vestido, a esa novia, los vestidos de novia y esa temporada, en que no anduve la tarde entera en la calle con la pandilla, por estar entre tules, guipiures, encajes, shifones, flores, hilos, alfileres y agujas, mirando a los amigos entre puntada y puntada, desde la ventana, donde me sentaba para aprovechar la luz natural. Aunque solo era un par de horas, porque luego salía a jugar también. Me hice muy rápida bordadora para poder salir.
Y bien que me gustaba ayudar. A bordar aprendí, casi creo que antes que leer y escribir. Éramos 5 hermanos y mi madre apoyaba a mi padre, confeccionando vestidos de novia, para poder estar pendiente de la casa y de los hijos.
Fue un tiempo hermoso, porque platicábamos mucho mientras cosíamos. Fui de todos los hermanos, la que más conoció a mamá, por esas tardes íntimas. Para esa tía, no había tragedia tan fuerte, que no pudiera descoser, hilvanar y volver a coser, como cualquier prenda que hay que ajustar a una novia vanidosa ¿Para qué tanto trapo? ¿Acaso era garantía de felicidad marital?
Que bello arte es ese estimada...una labor única y de connotada sapiencia de aquellas que bordaron su vida en cada prenda...
ResponderBorrarMe gusta bordar, aprendí de niña también y a este tiempo aún lo hago.
Te dejo un abrazo.
Me gustaba mucho acompañarlas y poder ayudar. Siempre quise que mi madre trabajara menos.
BorrarFuerte abrazo.
Labores artesanales en las que nadie tendría que estar por obligación, si no por mero disfrute personal. Y más un niño.
ResponderBorrarAbrazo.
Tal vez me gustaba, hasta que esa chica quiso semejante cola y también además del vestido ¡bordada!! No sé como pudo ir cargando semejante peso.
BorrarLo que sí me encantaba, era sentir que ayudaba a mamá.
Un abrazo.
Concuerdo mucho contigo, he aprendido muchas cosas de mi padre, quizás también soy el que más lo conoce de sus hermanos, hijos, me ha enseñado mecánica, eléctrica y cosas de la vida, aunque somos muy distintos (el ingeniero y yo psicólogo) creo que tenemos algo el común, el seguir aprendiendo y compartir los momentos chingones.
ResponderBorrarTe dejo un abrazo con el alma.
Por estar muy cerca de ellos, uno hacía lo que fuera y se necesitara. Y la recompensa, pues casi "nacer aprendidos", como se dice. Aprendíamos haciendo.
BorrarUn abrazo doble.
En mi casa se cosia, se bordaba, bolillos, realces, bodoques y todo tipo de labores, mi hermana bordaba muy bien. Cualquier manualidad me ha interesado y he metido las narices en todas. Me has traído muchas tardes familiares. Un abrazo
ResponderBorrarTodo lo manual es muy relajante y propicia la charla. Era delicioso escucharlas, porque eran súper divertidas y cultas (leían muchísimo). Siempre reíamos. Con mi tía era fascinante estar, porque a todo le encontraba el buen lado. Así como tú. Tú me la recuerdas a menudo :)
BorrarUn abrazo.
No me extraña que con semejante cola en el vestido de novia se llegara a aborrecer el trabajo, y los trajes.
ResponderBorrarUn abrazo.
Sí, participé en muchos trajes. Y fue una locura de elección de esa novia en especial y más de mi madre por aceptarle hacerlo. Los papás de antes trabajaban demasiado. Eran incansables. Y nunca se quejaban. Además tenían tiempo para los hijos. Para escuchar, corregir, educar, jugar. Jugábamos mucho en familia. También paseábamos mucho. Éramos muy felices.
BorrarUn abrazo.
Yo era muy mala con la costura, en la escuela primaria las labores las terminaba mi tía en casa, ya de grande por obligación aprendí a hacer arreglos, soy la reina del punto atrás! jajaja, pero nunca usé máquina de coser, mi mamá tenía una Singer y le daba al pedal. Ni qué hablar de bordados, solo hice los de cañamazo. Qué lindo compartir esas tareas aunque el resabor por la extensa cola del vestido te haga trinar, Sara, un abrazote!
ResponderBorrarMis dos hermanas jamás aparecían por el taller, no les gustó nada. Más bien yo con tal de estar con mi mamá, aprendí de todo. Siempre quise que no trabajara tanto.
BorrarUn abrazo.
Hola Sara. Mi madre también me enseñó a coser y bordar. Lo curioso es que bordé todas mis sábanas del ajuar y resulta que ahora le quedan pequeñas a la cama y no las pongo. ¡Qué pena tanto trabajo! Hasta me enseñó a coger puntos a las medias.
ResponderBorrarUn beso.
De verdad es una pena que se encogieran tus sábanas. Acá, ellas también levantaban los puntos de las medias, fíjate que eso yo no lo hice nunca.
BorrarBesos.
La vida a veces nos lleva por caminos que nos hace aborrecer lo que a otros deleita, Sara. Y no te falta razón: ¿Para qué tanto trapo?
ResponderBorrarUn abrazo.
¿Para qué tanto trapo? Para mí, lo más sobrio, es lo más elegante.
BorrarUn abrazo.
Siempre me gustó la sencillez, mi vestido de novia lo diseñé yo misma pero me lo cosió una modista que yo conocía y me lo hizo tal cual cómo yo lo diseñé sin tanto trapo ni "perifollos". Besicos
ResponderBorrar¡Qué bien! Soy de las tuyas :)
BorrarAdemás... Lo más bello de un traje, es la que lo viste.
Besos.
Yo recuerdo las tardes tejiendo al lado de mi mamá mientras escuchábamos las novelas que se transmitian por la radio. ¡Qué época aquella en que las mujeres de la casa se runían para coser, tejer , bordar y conversar. ...y conversar!...ahora solo nos manejamos con whatssap tratando de usar la menor cantidad de palabras y las prendas se compran ya confeccionadas.
ResponderBorrarBesos Sara
Se ha mermado la enseñanza entre generaciones y esa convivencia conversacional que nos hacia tan importantes para los demás. Era un placer conversar en persona. Resolver problemas entre todos cuando hubiera, crear, soñar, filosofar. Demostrar el amor con tiempo de acompañamiento. Pura vida!
BorrarUn abrazo.
La verdad es que tengo que reconocer que nunca se me ha dado muy bien bordar. Considero que es algo bonito pero no he conseguido hacerlo muy bien.
ResponderBorrarEsos recuerdos nunca se irán. Sobre todo por tan dulce compañía.
Un abrazo grande.
Tiempos muy apacibles y llenos de amor y sueños.
BorrarUn gran abrazo.
Lindos recuerdos de juventud. Seguramente, a pesar de tu hastío por las cosas del coser vestidos de novia, os quedaban prendas bonitas. Y siempre existe el poso feliz de esas conversaciones lejanas ya...
ResponderBorrarUn abrazo
Así como lo has dicho. Me agradaba sin duda, sobre todo el ayudar me daba satisfacción. Pero yo no tenía límite para jugar y el rato que estuviera quieta sin salir, ya sabes, me parecía largo.
BorrarUn abrazo!
Bueno esas cosas de bordar, coser no es lo mío, tampoco las bodas, me entristecen un poco. Me gusta todo lo aprendido por ti, gracias.
ResponderBorrarAbrazo
Gracias por tu amable comentario, Rosario.
BorrarUn abrazo.
Un trabajo muy bonito, artesanal, de gran paciencia y grata compañía. Claro está que a una niña o jovencita le hubiera apetecido otra cosa.
ResponderBorrar:)
Besos y buen fin de semana 🌸
Solo una parte de la tarde, Salía luego a jugar. Pero imagínate, de niños no teníamos límite para el juego. Jaja.
BorrarIgual, Vero y un gran abrazo.
Hola Sara
ResponderBorrarLindo como cuentas, como atesoras tus recuerdos de niña.
En lo que a mi respecta, ni bordar ni tejer. Aprendí ambas manualidades, me enseñaban en la escuela primaria pero...
¡No me atraen en lo absoluto ninguna de las dos opciones! Tampoco coser.
Con suerte pego botones. jajaja ¡No es lo mío!
Respecto a las "novias" coincido contigo en que "¿Para qué tanto trapo?"
Abrazo va y que tu fin de semana sea como vos lo quieras
Se le encuentra el punto interesante, útil o divertido, a cosas que creemos que no nos gustan, según la circunstancia.
BorrarPara ti también, mis deseos de que tengas buen fin de semana.
Un abrazo.
Aprecio muito quem se dedica desde a idade quase infantil a fazer trabalhos manuais. Assim nasceram muitos artistas, muitos negócios e muitos talentos!
ResponderBorrarGostei muito do teu texto, Sara. Eu também comecei desde muito novo a escrever. Me apaixonei para sempre pela escrita!
Un buen fin de semana para ti.
Un abrazo!
Y escribes maravilloso. Gracias por venir a visitar y a darme alegría.
BorrarUn abrazo.
Como han cambiado los tiempos, gracias por recordarlo Sara. Gracias...
ResponderBorrarDemasiado, Anton. Como si no hubieran existido aquellos usos y costumbres. Gracias a ti.
BorrarSaludos.
Nunca es suficiente, nunca es demasiado el tiempo que pasamos con nuestros abuelos, con nuestros padres. La natural energía y nuestra inconsciente juventud nos arrastran a otras preferencias, con gente de nuestra edad, a lo lúdico, es ley de vida. Momentos así, de conversación, de aprendizaje, de recoger toda su sabiduría, toda la esencia de su persona y su experiencia vital son los que el paso del tiempo nos hacen valorar y añorar. Cuando faltan nos reprochamos ¿por qué no pasé mas tiempo con ellos?
ResponderBorrarFeliz fin de semana Sara
Um vestido de noiva é um bom ajudante da autoestima de uma noiva.
BorrarAbraço amigo.
Juvenal Nunes
PEDRO:
BorrarEs tal como lo dices y con el paso del tiempo, valoramos más esas conversaciones con nuestros antepasados. Por suerte tuve mucha platica y mucho juego.
Un abrazo.
JUVENAL:
BorrarMuy interesante tu comentario. No lo había relacionado con el autoestima. Ahora comprendo más. Gracias.
Un abrazo.
Las mujeres de la antigüedad se la pasaban bordando mientras conversaban, yo también he bordado muchas veces, recuerdo que una vez le bordé una sábana a mi hija para su cunita. Y me quedó preciosa. Gracias Sara por tocar este tema tan bonito. Un abrazo.
ResponderBorrarEn la antigüedad, muchas cosas se hacían manualmente. Se trabajaba mucho físicamente y las personas eran más estables emocionalmente.
BorrarUn abrazo.
Ya no es ni parecido a como lo hemos vivido. Mi madre me enseñó lo básico, mi abuela me ponía a bordar en un bastidor y me gustaba. Ella era una artista con el punto, de hecho hacía guantes y luego los llevaba a la tienda para que los vendieran. Nunca supe si la pagaban ni cuanto, era muy reservada. Aquellos tiempos quedaron en el recuerdo, ahora no cosemos ni un botón, bueno sí, de vez en cuando me toca hacer dobladillos o bajos, descoser mangas o cortar pantalones.
ResponderBorrarMe has traído muy buenos recuerdos, me servirán para distraerme después de la tristeza por la pérdida de un amigo.
Preciosa entrada, tan preciosa como tú.
Querida preciosa... Sí, sé lo triste que estás por lo de tu amigo. Estoy contigo, como tú has estado conmigo en tristezas como esta. Y por eso fue que en tu blog hablé solo de vivir intensamente. Es lo único que puede alegrar a nuestros amigos, ellos no nos querrían ver tristes... Ni por ellos. Mi Juan ya va a ser un año que me dejó.
BorrarY luego vine al mejor refugio, con miraa de que vinieras también, que es LA INFANCIA... Donde más felices somos tanto tú, como yo.
Para arriba, chiquita, que tú no necesitas tristezas en tu circunstancia.
Te quiero y estoy contigo.
Qué alegría poder disfrutar así del tiempo compartido.
ResponderBorrarBesos.
Chiquilla... Estaba muy triste cuando lo escribí y por eso me fui a la infancia, que es mi lugar más feliz y donde logro reponerme siempre, porque allí está el amor de los míos, que ya no tengo aquí.
BorrarCuídate... Ven a la infancia aquí a esta casita cuando estés triste y verás que bien lo pasamos.
Besos.
Qué hermosas vivencias nos has traído. Un placer su lectura.
ResponderBorrarBesicos.
Muchas gracias, Galilea.
BorrarUn abrazo.