A esos lugares, más arriba que las nubes y en lo más negro de la profundidad de la noche; solo ellos, algunas estrellas y luceros de luz tenue y ciertas aves discretas, pueden entrar, con "santo y seña". Amigos de probada confiabilidad, para que nadie más entre a sus refugios y así, poder conservarlos.
Cuando amanece, los gatos regresan y deambulan o descansan en lo alto de algún árbol, en algún rincón o recodo. Incluso hay los que tienen casa y familia que los atiende de todas, todas, como si lo necesitaran.
De día, hacen creer que sus ojos y agilidad única, son por suerte de bonitos y no por lo indispensables que son para esa otra vida que llevan, donde todo se permiten, sin dar explicaciones a nadie.
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