Esa esquina provocaba escalofríos. En una ciudad tan llena de mitos, leyendas y fantasmas, la gente se acostumbra a esquivarlos, a convivir con ellos o a no ponerles atención para no quedar por semanas espantados o ir al manicomio.
Yo, después de haber experimentado esa sensación, solamente opté por no pasar por allí, en la que llaman hora cero (que es de cuando está por oscurecer a cuando oscurece, entre cinco y siete de la tarde). No es lindo ir caminando con algo que nos va hostigando y que no podemos ver. O imaginando no sé que tantas cosas. Que en esas experiencias, se mezclan los hechos, el nerviosismo y la fantasía.
Pero, una tarde, iba tan entusiasmada que no me acordé del asunto y la tomé de frente a eso de las seis de la tarde. Ni siquiera me crucé de acera.
A unos cuantos pasos de la casona, una mujer joven y hermosa, me llamó haciéndome señas desde una ventana. Emanaba un perfume floral muy agradable: ¡Acércate, ven!, me dijo.
-¡Qué barbaridad, si es una casa habitada, lo que uno es capaz de inventar!, cómo pude llegar a sentir miedo, pensé.
Le sonreí y ella a mí. Así que llegué.
En un instante, la joven cambió de apariencia y estaba encadenada en una silla destartalada, al centro de una habitación muy amplia y oscura. Luego, empezó a reír y en vez de ella, fui yo a la que vi en esa silla. Ella desapareció, pero la risa continuaba, retumbaba de una manera ensordecedora y me alejé que ni pisaba el suelo, iba casi volando, hasta la casa. Entré de sopetón y me quedé detrás de la puerta, como si pudiera detener la entrada de ¿Qué o a quién?
No tuve manera de indagar lo que sucedió en esa casa y, no quise investigar. Jamás volví por esa esquina. Después me mudé de ciudad y no supe nada más.
Hace años te hubiera dicho que quizás lo imaginaste, o que incluso podría ser una broma de alguien...
ResponderBorrarAhora ya no soy tajante porque viví una experiencia inexplicable y desde entonces creo que no sabemos nada de nada.
Besos.
Listo. Aquí está. Tal vez recuerdes que te comenté recientemente que quería hacer este relato. ;)
BorrarBesos.
Un gran relato fantástico, Sara, un abrazote!
ResponderBorrarGracias, María Cristina. :))
BorrarFuerte abrazo!
Un relato excelente, y una foto inquietante. No acierto a interpretar lo que hay encima del tejado junto en la esquina. ¿es una figura o una chimenea? Imagino que ese olor floral es lo más desconcertante.
ResponderBorrarRecogí la foto por ahí y lo del techo, no lo percibí al escoger la imagen. Esperemos que sea chimenea y no una figura :))
BorrarCierto! El perfume desconcierta, porque quizá fue lo que le dio confianza para acercarse a la protagonista, pero también podría ser un detalle para no hacerlo. Gracias.
Un abrazo.
Una de las casas del diablo y sus secuaces...
ResponderBorrarAbrazo
Algo así, Ángel. De esos lugares muy oscuros.
BorrarAbrazo.
Si hubiera sido de noche, el terror sería mucho mayor. Sucesos espantosos ocurrieron en el pasado en esa casa.
ResponderBorrarMe ha encantado ese relato, que me ha permitido conocer tu blog.
Feliz fin de semana.
¡Imagínate, sí!, de noche hubiera sido peor. Cosas horribles sucederían en esa casa que se quedó abandonada.
BorrarTe doy la bienvenida, regresa cuando gustes.
También te deseo feliz fin de semana.
Un abrazo.
Me da temor con solo leer tu relato. Te cuento que por aquí las había pero un presidente llamado Bernardino Rivadavia decretaba el 14 de noviembre de 1821 la obligatoriedad de que todos los edificios ubicados en las esquinas cumplan con normativa de estar en ochavas ( en España se llaman chaflan). ¿El motivo? Evitar accidentes y casos de inseguridad
ResponderBorrarBesos
¿Y dejaron de haber espantos con ese tipo de construcción en las esquinas?? Jajaja. No entiendo.
BorrarBesos.
Hay amiga que miedito,abrazote,no te acerques nunca más,beso.
ResponderBorrarJajaja... Esos lugares, mejor lo más lejos posible, amiga.
BorrarUn abrazo.
Quizás sea mejor no saberlo... ! ;)
ResponderBorrarUn saludo i mejores vibraciones !.
Sí es mejor, ya ves que se dice que "la curiosidad mató al gato".
BorrarUn abrazo, Artur.
A veces, suceden cosas inexplicables.
ResponderBorrarUn impactante relato.
Un fuerte abrazo.
Sí, Amalia. Fuera de toda explicación lógica.
BorrarGran abrazo!
Lo mejor es evitar pasar por experiencias desagradables, Sara, o al menos no repetirlas. Investigar aquello que nos ha desorientado, como mínimo, sería entrar en ese mundo que desconocemos...
ResponderBorrarSea relato o realidad, muy bien descrito.
Besos dulces.
Pienso como tú, Paula, son terrenos peligrosos de los que es mejor estar lo más lejos posible.
BorrarUn abrazo.
Yo hubiera hecho lo mismo.
ResponderBorrarSituaciones en que el instinto de conservación se pone al mando :)
BorrarBesos.
Nada que un "sueño" reaparador no pueda equilibar... :))))))
ResponderBorrarOtro, de corazón Sara!
Esto sí!!! :)))
BorrarTan bueno que es el sueño para liberar las mente de traumas.
Besos.
Esas casonas antiguas y abandonadas se prestan para dejar volar la imaginación y así empiezan a circular historias alrededor de ellas. Acá había una casa famosa llamada la casa Matusita, donde decían que nadie lograba pasar la noche por los ruidos que se oían.
ResponderBorrarAbrazos!
Acabó de buscar en wikipedia la casa que refieres La Matusita y tiene muy interesante historia. ¿Cuál será la verdad?
BorrarUn abrazo.
Hoy nos compartes lo inesplicable
ResponderBorrarMejor no vuelvas.
Toda mala experiencia nos deja una secuela.
Feliz tarde de domingo
Un abrazo Sara.
Gracias, Carmen. Hay lugares muy aterradores, que más vale no frecuentar.
BorrarUn abrazo.
¡Qué buen relato Sara!
ResponderBorrarTanto puede ser cierto como sólo imaginación ávida, sueños que parecen ser reales. En fin. Cada quien le dará el toque que crea de acuerdo a sus convicciones.
En lo personal...¡Vaya que creo en eso de "que las hay, las hay"
Y esas casas abandonadas se prestan para estas historias.
¡Buen domingo! Va mi abrazo
Las hay, claro que las hay.
BorrarEn retrospectiva no sabemos si sucedió o lo imaginarnos. Eso de bueno tiene el filtro de las mente para mantener un cierto equilibrio.
Besos, Lu.
Hay mucha tensión en este relato, ya con la imagen de esa casa estaba predispuesta al sobresalto y ha sido como en esas películas en las que quieres decirle al protagonista: no lo hagas, nooo. Algunos lugares nos provocan un malestar inexplicable, personalmente suelo hacer caso de esas sensaciones aunque no siempre y luego pienso ¿por qué no me tomé en serio ese "algo" que me avisaba?
ResponderBorrarCreo que hay cosas que están más allá de lo racional y palpable pero bueno, lo importante es que se quede en un susto. Juraría que casi todos hemos tenido experiencias que la mente no puede explicar, algunas horrorosas como la que narras, en casos así aprendemos a ir con cuidado que con una vez es suficiente y hay puertas que es mejor no abrir.
Besitos Sara!!
Hubo una época en que me gustó mucho traspasar puertas semiabiertas a lugares vacíos.
BorrarHace tiempo que se me quitó esa curiosidad. Podemos encontrar situaciones aterradoras que nos dejan muy inquietos por mucho tiempo.
Un abrazo!
Al principio pensé que era una pesadilla... aunque muchos hemos pasado por experiencias-pesadilla también... mejor no volver por allí, ese camino, mejor no.
ResponderBorrarUn abrazo, Sara, buena tarde de domingo
Hay realidades que son pesadillas y pesadillas casi reales.
BorrarUn abrazo.
Un relato impactante, ufff.
ResponderBorrarNo pasaría por ahí nunca.
Besos. Sara, buena semana 🍀
Nunca pases por ahí. Lo pasarías muy mal.
BorrarBesos, Vero. Igual tú, buena semana. 🌟
Sobrecojedor tu relato Sara, ni de lejos pases por allí.
ResponderBorrarBesos.
Gracias, Conchi. Te lo aseguro que no pasaré.
BorrarAbrazos.
Está claro que los Warren no pasaron por allí e hicieron una limpieza.:)
ResponderBorrarMás que claro :))
BorrarAbrazos
Tremendo relato en el que te vas sumergiendo. Muy bueno 👏🏼👏🏼👏🏼
ResponderBorrarGracias, Galilea. Casi no toco ese tipo de temas, quise ver si me salía algo creíble.
BorrarBesos.
Hay vivencias que parecen sueños y perduran en la mente, Sara...Me sorprendiste realmente, nos hiciste sentir miedo a todos, creo que también tú lo volviste a tener...Por eso no me gustan las pelis de miedo, no me gustan nada, amiga.
ResponderBorrarMi abrazo entrañable y admirado.
No me alegra haberlos hecho pasar un mal momento con mi relato, pero sí de que me haya quedado creíble. Piensa que puede ser ficticio.
BorrarUn abrazo muy grande.
Un impactante y buen texto, me ha gustado.
ResponderBorrarUn beso.
Gracias, Mari Carmen.
BorrarUn gran abrazo
Beautiful post
ResponderBorrarGracias
BorrarPlease read my post
ResponderBorrarMuy bien.
BorrarUn relato en los que se te ponen los pelos de punta y me he imaginado que era yo la que se acercaba a esa tenebrosa casa y me he quedado paralizada sin poder correr. Besicos
ResponderBorrarJajaja... Es un relato que traje en la mente durante mucho tiempo, pensando en algún día publicarlo. Pero me daba digamos, "flojera" decidir cómo escribirlo, Si en primera persona, en tercera. Y cómo estructurarlo para no dejarlo muy extenso, tedioso, aburrido, increíble o cómico. Que a veces lo de miedo, queda cómico en vez de aterrador.
BorrarAl final, decidí no decir tanto y dejar que la mente del lector fuera la que le diera la forma. Parece que funcionó.
Besitos de anís.
Interesante relato, este tipo de historias son de mis favoritas sobre todo porque los testimonios abundan más allá de si les crees o no. Más que un suceso aislado son fenómenos, muchas veces, a gran escala, que le vuelven todavía más curiosos. He hecho algunas investigaciones informales al respecto y por ello me emociona tanto cada vez que leo algo así, aunque deduzco que en tu caso fue ficción, no deja de ser entretenido. Gracias por traérnoslo.
ResponderBorrarPor cierto, qué gusto me dio verte de nuevo por mi sitio. Eres de las pocas que realmente se da a la tarea de entender en profundidad lo que uno quiere transmitir y por eso te doy las gracias. Un abrazo.
Muchas gracias, por celebrar mi historia y por lo que me dices de mi visita.
BorrarHay unas ansias en la gente de hablar, de decir, que ni se enteran y opinan. Ni leen, pero hablan y hablan. Yo sí no leo y entiendo lo que he leído, prefiero no decir nada.
Un abrazo.