Muchos están embelesados con la invención de BlackBerry. Smartphone que permite realizar llamadas, enviar y recibir mensajes y correos electrónicos, acceder a las redes sociales, navegar por Internet, organizar información personal, GPS información para llegar a cualquier destino, escuchar música, tomar fotos, ver, grabar, recibir y enviar videos; realizar compras, pagos y transferencias más rápidas, eficientes y seguras a cualquier hora. Juegos y entrenador deportivo. Además recibir boletines informativos, de nuevas aplicaciones, para agregarlas de inmediato y seguir dentro de la corriente que se han dejado imponer.
Como dice su lema: "BlackBerry es lo único que necesitas". Gracias al instrumento inteligente, se aligeran las labores más abrumadoras, si se departe simultáneamente con los amigos que andan divirtiéndose. Es posible ignorar a los seres queridos cotidianos, por conocer las últimas noticias o todas las decisiones y ocurrencias de los políticos, artistas, intelectuales y cualquier personalidad importante, con quienes ya se llevan como si se conocieran de siempre. También es posible trabajar mientras se vacaciona.
¡Qué maravilla! poder estar con cientos de personas, entender sus ideologías, manifestar afectos, aprender, empaparse de actualidad. Llegar con la familia o los amigos, y mientras ellos comentan sus asuntos cotidianos, con un toque de pantalla, escapar de esas nimiedades, contactando a los diferentes grupos de amigos o clusters, generar más negocios, compartir pensamientos, preocupaciones, soluciones, o el chiste más circulado durante los últimos 10 minutos; mucho más interesante o divertido que lo que se tiene en cuerpo y alma.
Conducir el vehículo, mientras se revisan las redes sociales a las que se pertenece, subir, bajar, enviar o recibir fotos, puede ser una panorámica de la ciudad por donde se acaba de pasar, dar o recibir instrucciones a subordinados, colegas, colaboradores, jefes.
Otras personas, más hábiles en su uso, pueden ir aún a muy alta velocidad, hablando y leyendo los últimos comunicados, todos los periódicos y estableciendo comparativos y conclusiones, reenviándolos a su círculo más estrecho de 500 contactos, maquillándose, fumando, sacando más fotos, enviándolas a todos los amigos y platicándolo con quienes llevan al lado, que ni se enteran de lo que les hablan.
Ese nuevo Tamagotshi está rompiendo con la comunicación efectiva, afectuosa, estrecha, profunda, auténtica, con las personas reales y cercanas. Los dependientes del BlackBerry, ya no saben lo que piensan, sienten o sucede a las personas con quienes viven. Más atentos a sus aparatos, recibiendo y reenviando todo tipo de información, sin comprender muchos temas, sin asimilar tantos comunicados y sin enterarse de lo que frustran o hieren, con su distanciamiento y ensimismamiento, asunto que tampoco les importa entender.
Los diálogos en persona se han empobrecido, ajustados al número de caracteres permitidos de las redes sociales. Sienten que las relaciones reales, obstaculizan las que mantienen con sus desconocidos, las 24 horas del día. Se han constituido en esclavos del BlackBerry, más estresados, dispersos y con menos tiempo disponible ¿Qué no se trataba de lo contrario?
Actúan y deciden en automático, sin preflexionar y muchos ya parecen autómatas: Inexpresivos, endurecidos, con la mirada perdida, incoherentes y lejanos. "Nunca me dijiste", "no me había enterado", "no supe", "sígueme", "no lo recibí", "mándame un mensajito y yo te confirmo", expresan, como si estuvieran en la red y no en persona.
No se les puede distraer de sus aparatos a ninguna hora, sin que se enojen. Hacen todo con bastante descuido, por mantener siempre el aparatito en las manos. Cada vez más solos e individualizados, dejando escapar por la red: Libertad, convivencia humana, felicidad y su alma.
Imbuido en estas mismas ideas que escribes, hace unos días desayunaba en una cafetería (café con leche y churros, una cosa muy típica de aquí) y mientras mojaba en el café vi, con alegría, un letrero que colgaba de una pared: "No hay Wifi, hable con los demás". Sonreí para mí con una chispa de dudosa esperanza.
ResponderBorrarHace mucha falta volver a tener contacto humano.
ResponderBorrarSabes qué me espanta. La robòtica.
Un abrazo.