A casi una semana

de la elección presidencial, en los medios, ya todos hablan y celebran el triunfo de Enrique Peña Nieto, con una ventaja descomunal.

Un personaje que hasta hoy nadie respeta, por su comportamiento, historial, errores, amistades, mentiras y por su falta de ética, cultura y valor; pero que veremos en breve, como transforma su cobardía en despotismo, autoritarismo y absolutismo. Cómo imaginar que no se cobre todas las muestras de rechazo, aunque él se las haya ganado con su forma de ser.

Ya con el poder, nos regresará a lo que nos ha costado demasiado ir superando. Pues delante, detrás y rodeando a esa cara joven, están los mismos que hundieron a México sexenio tras sexenio, llevándonos a la situación extrema actual, que fue necesario afrontar y que impidió llevar a cabo gran parte de los planes. 

 

Tal parece que ya convencieron a todos los mexicanos de que es mejor volver a las deudas, las inflaciones, los saqueos, las devaluaciones, los pactos oscuros, los nepotismos, los abusos, los silencios impuestos, la compra de voluntades y sobre todo más corrupción, que el PRI vende justamente con las palabras contrarias, a través de quien ha estado personificando un burdo papel de galancete...

Por eso estoy guardando la luz que se filtra a través de este árbol, que nos hará mucha falta los próximos seis años. Qué lamentable es la amnesia y candidez crónica que padecemos, que nos internará en una horrible pesadilla.