Los Rarámuri o Tarahumaras, celebran la Semana Santa, con un ritual sincrético muy intenso y dinámico, preparado con mucha anticipación. De la religión católica, utilizan sus templos y solo incorporaron los pasajes que les agradaron.
Han conservado su cultura con sorprendente tenacidad. Emplean los mismos dibujos y símbolos en sus obras artísticas; ropas, cerámica, creencias, costumbres... Obligando a la iglesia católica a incorporar sus costumbres a las ceremonias, para poder permanecer en su zona.
Desde el martes, recorren enormes distancias, para reunirse en los principales pueblos de la Sierra Madre Occidental o Barranca del Cobre, en Chihuahua, México. Los sacerdotes y gobernadores, designan a los encargados de cada función.
Miércoles: Con ramas de pino, forman arcos de hasta 4 metros, coronados con flores de yuca; para enmarcar el camino de las múltiples procesiones, frente y alrededor de la iglesia y a la casa elegida, con un gran patio, que los albergará a todos y en donde se sirve el tesgüino (bebida alcohólica espesa de maíz fermentado), que también es el alimento fundamental de los dioses y de los innumerables espíritus.
Antes del anochecer, el sacerdote principal Rarámuri entra a la iglesia, sosteniendo antorchas y un cuchillo, frente a la cruz, marca los cuatro puntos cardinales. Le siguen otros tres, portando vasijas llenas de tesgüino, para rociar el piso. El rito se repite tres veces. Depositan ofrendas de tesgüino y alimentos.
En la noche, suben al cerro un grupo de sacerdotes, danzan brevemente y encienden varias fogatas en cada uno de los cuatro puntos cardinales ¡La semana santa ha comenzado!
Durante toda la noche danzan frente a la iglesia, acompañados por la música de tambores, flautas y violines rudimentarios, en honor a sus muertos y a los dioses: Reyénari (Sol) y Metzaka (Luna) para alejar maleficios, evitar enfermedades, sufrimiento y tragedias. Así como expresar sus esperanzas, anhelos y plegarias por felicidad, alegría y buenas cosechas. La danza es oración, cuidadosamente ejecutada, y jamás cambiada por la inventiva.
Jueves: Al amanecer se alimentan con las ofrendas colocadas y se baila, acompañados nada más del canto del sacerdote y sonajas.
Todos se congregan en la explanada ante la iglesia. Las mujeres se reúnen y permanecen en una esquina. Dos músicos con tambor y flauta irrumpen en el atrio. Aquí participan dos grupos: el de los fariseos, malos, partidarios de Judas (los de raza blanca) que simbolizan, pintándose de blanco. En la danza ellos dominan todos los sitios y la situación. Y los soldados en un plano secundario.
Los “tenaches” que cargan con las imágenes de los santos y los “pascoleros” participan con la alegre danza del pascol, con cascabeles alrededor de los tobillos, al son de los violines y flautas.
Una procesión sale de la iglesia a recorrer el pueblo, los hombres cargan la imagen de Cristo, las mujeres la imagen de la Virgen María, vestida de Rarámuri.
Todo el pueblo se cimbra con el ensordecedor sonido de tambores, para aumentar la tensión del mal predominante. Regresan a la iglesia.
En la noche encienden una fogata en el atrio de la iglesia, en torno a la que aguantan el frío. 12 grupos de danzantes se alternan en la explanada. Finalmente se dispersan y sólo permanece el misterioso sonido de los tambores hasta el amanecer.
El viernes: Se celebra una misa católica dentro con poca concurrencia, mientras que la explanada está atestada de bailarines y músicos tocando tambores, violines y flautas; los ancianos, gobernadores y sacerdotes, presencian.
Al final de la tarde una procesión cargando “El Santo Entierro”, una imagen de Cristo, atada al tronco de un árbol, como son los entierros rarámuris, sale de la iglesia y se dirige al panteón, seguida por toda la concurrencia.
Sacerdote Católico con camisa Rarámuri |
Después, El Judas, un muñeco de paja vestido como los blancos, es paseado por todo el pueblo, para ridiculizarlo y vapulearlo. Al caer la noche la tensión aumenta en el atrio y aunque ya están cansados, se reconfortan con tesgüino. Colocan al Judas en la puerta.
Sábado: En la mañana, los pascoleros se dirigen a la iglesia acompañados por cuatro hombres, que lanzan gritos de coyote. Dan varias vueltas en la nave de la iglesia. Una multitud los espera a la salida para la quema del Judas, que los soldados arrebatan a los blancos. Todos insultan al Judas. Los soldados lo atacan con lanzas y le prenden fuego, entre la algarabía de todos los presentes.
Eliminado el mal, comienza la fiesta hasta que se agote el tesgüino. Tres o cuatro días más.
No obstante esta celebración, la característica más notable de la cultura Rarámuri, es el silencio. Aparte de su gran fortaleza, resistencia y tenacidad, así como innumerables cualidades que les admiro enormemente y que los hace tan dignos, por más afrentas que han tenido que sortear, más escabrosas que su majestuoso territorio.
Muchas gracias por dirigirme hasta aquí Sara, es realmente bonito y emocionante, pero lo mejor de todo es que es parte de ti, de tu cultura y por supuesto, de tu alma.
ResponderBorrarMe siento como una invitada en una película en la que todo el mundo sabe perfectamente su papel, bellas danzas y cantos que erizan la piel; sólo que no es ficción, son personas realmente hermosas y grandes de espíritu que han sabido conservar su verdadera esencia y amor por la tierra y por todo lo que les rodea, han conservado su cultura y sus principios y amor por encima de todo contratiempo, y no han sido pocos.
Es un honor saber más de ti y de tu pueblo, y sí, tus ojos tienen esa belleza.
Gracias de verdad mi preciosa Sara. Te quiero millones
Muchas gracias por toda esta información, de verdad. Mi familia paterna es rarámuri, pero desde la muerte de mi padre me fue imposible indagar más sobre su cultura.
ResponderBorrarTienes un blog precioso, y muchas gracias por tu tiempo.
La iglesia católica fue siempre maestra en absorber costumbres y cultos, como las grandes empresas absorben a las pequeñas. Las variopintas costumbres de la Semana Santa, por ejemplo, así lo atestiguan, también en España. Pero la larga tradición del catolicismo, más antigua aquí que en América, los ha ya casi desvirtuado por completo.
ResponderBorrarEs una pena, porque se perdieron hermosas tradiciones. Pero no podemos borrar el pasado, ni sentir culpas ajenas, que ni nos corresponde hacerlo.
BorrarAdemás sin aquellos jesuitas, tú y yo no nos estaríamos comunicando en esta lengua tan bella. Jaja.
Abrazo.