El 4 de abril de 1968 murió asesinado Martin Luther King (condecorado con el premio Nobel de la Paz en 1964), cuando se preparaba a una manifestación. Por soñar y luchar por la paz, contra la pobreza, por los derechos civiles de los afroamericanos y la no discriminación racial. Por la libertad y la democracia…
Soy muy pequeña y más que la Libertad de Quino, tan acertadamente bautizada, me siento; cuando veo la sangre derramada de personajes tan excelsos como él inútilmente. Digo inútilmente, porque lo frustrante que sería para Luther King ver ahora que la brutalidad no tiene color, pues solo se trata de quien sostenga en su turno el poder.
El señor Obama resultó ser tan sanguinario, prepotente, ambicioso, rapaz e irracional, como sus predecesores blancos, dueños del poder, desde la nación más grande y dueña del mundo. Es propicio analizar, si se puede considerar grande a una nación con los millones de ciudadanos, celebrando un asesinato de su mandatario.
No defiendo a Osama Bin Laden, se supo que traía su gran trayectoria de sangre. Pero los métodos del odio, para instaurar el orden y hacer justicia, no me conducen a respetar, al señor Obama… Soy tan pequeña, que me duele más allá de mi tamaño cualquier crimen alevoso, aún el de un criminal, a quien según la información manipulada fue echado al mar. Esto me resulta tan indigno y vomitivo como la exhibición que hicieron del Sadam Husein, posterior a su captura.
¡Qué pequeña me siento!, al no poder influir por más que grite, me oponga y me rebele, desde mi inexistencia civil, como supongo se sentirán muchos seres humanos que poblamos el traspatio gringo.
Si eso hicieron con Osama, ¿qué podemos esperar? del famoso ¡Yes, We can! del señor en turno del país vecino. Hay demostraciones como ésa, que me hacen crecer dentro de toda mi pequeñez, mucho repudio, sin siquiera mencionar esta vez lo que estamos padeciendo en mi patria, gracias a ellos.
Martin Luther King, tú sigue descansando en paz, que por tus ideales de todas formas te hubieran asesinado y más triste hubiera sido, que fuera por orden de alguien de tu misma raza. Pues tus sueños todavía se contraponen con la mentalidad de quien ahora goza del poder.
Creo que nunca podré entender, por qué a cualquiera que asesine, aún en defensa propia, es encarcelado. Y, al Presidente de USA se le aplaude y tal vez hasta se le reelija, gracias a un crimen confeso, ante todos los medios de comunicación del mundo y con todas las agravantes de ley.
Tal vez sea que el poder se define a sí mismo por se el monopolio de la violencia. Y no tolera que la use nadie, ni aún en defensa propia, para preservarse por siempre el monopolio de su uso. El poder es impunidad, por eso asusta.
ResponderBorrarY vaya que asusta... indigna, llena de impotencia.
BorrarUn abrazo.