Llegó el momento,
momento de encanto,
encanto de paz,
de niños jugando.
Jugando en la calle,
calle sin peligro,
sin peligro de crímenes,
crímenes perversos.
Se hizo la magia,
magia necesaria.
Necesidad de cambios,
cambios humanitarios.
La humanidad reaccionó,
reacción simultánea,
para gritar ¡Basta!
¡Hasta aquí!, ¡No más fuego!
Ya no más terror,
terror lacerante,
que nos convierte en nada,
revueltos en escombros.
Escombros de carne,
carne humana molida,
como humana la sangre,
del horror diario.
“¡Se acabó el horror!
Mañana dirán los diarios”
(Susurró el niño, y…
descansó en Paz)
Me gustó la poesía. Tiene mucho mensaje!
ResponderBorrarMuchas gracias, Ester. Pasaron años y no percibí tu comentario.
BorrarEl final no deja mucha tranquilidad.
ResponderBorrarSería cuando Irak, o cualquier guerra.
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