Mi poesía es triste,
porque en mis alegrías
me aferro entera
a no perder ni un detalle,
y con egoísmo me nutro
de lo necesario, para después.
Porque si hablo de plenitud,
mientras otros padecen,
mientras otros sufren,
mientras tantos mueren a diario,
de hambre, de guerra, de lo que sea,
parecería presunción.
Sin embargo,
los pedacitos de dicha,
me brindan la fuerza
para sostener la pluma,
cuando en mis diarios insomnios
desfilan mis impotencias.
La impotencia trasmutada en fuerza. Cuadró usted el círculo, señora. Sus palabras son valiosas.
ResponderBorrarGracias!
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