En la arena, él espera sereno y de buen humor, con su vaso de ron, observa las nubes agrupándose. Ignora las bromas que le destinan al pasar, recuerda que allí estuvo ella a su lado, cada tramo de su piel recorrida y las palabras y su risa.
Sonríe al horizonte, que le proyecta las imágenes, de su último encuentro. Del primero, que sin conocerla, la engañó para besarla. Momento en que en vez de recibir la obvia bofetada, ella le obsequió muchos besos más, con su calor y su vida.
Esa noche, en que los destinos se complicaron para dos, por la osadía de cruzar las aguas de un tirón…Empieza a llover y no se mueve de su palco natural, quisiera correr a casa para arrancar, muchas hojas del calendario, para que ella regrese hoy y su aroma.
Bebe más ron y ese trago le llega más profundo, aprieta los labios y mira al cielo con reproche, antes de derramar sus ojos para mitigar el ardor. Con furia, aprieta la botella contra la arena, las olas lo azotan, arrancándole más llanto y su ron.
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