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jueves, 14 de abril de 2011

Al ritmo de los Tejedores de Bécal


Estamos en Bécal (Camino al aguaje, o camino al pueblo),  Municipio de Calkiní, Campeche, México. Es un pueblo pequeño, que limita con Yucatán y no llega a 10 000 habitantes. Allí es donde se confeccionan los sombreros de jipi. Es su principal actividad comercial, me atrevería a decir que la única, desde el año 1450 hasta hoy. 

Al fondo de casi todas las casas, encontramos una cueva excavada, de unos 12-15 metros cuadrados,  en su propio terreno, de roca blanda y caliza. Bajamos por la escalinata del mismo material, que constituye la óptima infraestructura, por el clima y humedad natural ideal, durante todo el año, requeridos para lograr el grado de flexibilidad de los materiales de palma.

Allí encontramos a los miembros de la familia, y tal vez algún vecino o amigo, a quien han incorporado a su grupo productivo. Durante un promedio de diez horas diarias, ellos confeccionan los famosos sombreros de jipi, o Panamá, así como: abanicos, cajitas,  alhajeros, cigarreras, bolsos de dama y demás artículos. 

Nos reciben, sentados en banquillos bajitos, en círculo, con la cálida sonrisa de quien se encuentra en plena armonía, porque hace lo que ama. Pronto nos sumimos en su abstracción de tejer con toda creatividad, mientras van sometiendo el material que forma su ámbito, en absoluto espíritu de colectividad y buena convivencia.

Los dedos se mueven al contacto de las tiras del material, en un ágil compás. Las mujeres acunan a sus bebés en sus faldas, al ritmo de sus manos y ellos, se arrullan, sintiéndose muy amados y protegidos.  En la cadencia de su conversación, mezcla de sus cotidianidades, mitos y leyendas, se filtra el ingrediente imprescindible de la confección de las prendas; desde tiempos inmemorables de sus antepasados mayas. 

Nosotros no entendemos lo que dicen, pues aunque hablan perfectamente el español, su charla es en maya. Pero de inmediato dejamos que la dulzura de los sonidos de sus palabras acaricie nuestros oídos y por qué no, el corazón, pues su gesticulación es de diversión y amabilidad. Entendemos y nos contagiamos por su bienestar. 

El proceso: Una vez recolectados los cogollos de palma, se golpean para extenderlos como un pliego de papel, luego se rallan con una aguja y se separan unas de otras, en una, dos o tres partidas, Se tejen como lo estamos viendo y luego se horman, en forma redonda, tropical, española, tejana, indiana, etc. 

Toma de  3 días a 3 semanas la confección de una pieza y no aceptan la sistematización. Es lo que saben hacer, lo que aman hacer y lo que da significado a sus vidas, como ellos han elegido. Fuera de estrés, presiones, preocupaciones, que nos acechan a casi todos.  No ambicionan riquezas materiales, porque tienen la principal riqueza y la defienden denodadamente, logrando el respeto a su autonomía.

¡Qué ganas de ser becaleña! pero no reúno los requisitos principales: El domino del maya, la coordinación  manual, ni su serenidad y grandeza espiritual, además de muchas otras cualidades necesarias.

Los sombreros terminados de Bécal, pueden ser pasados a través de un anillo, sin romperse ni perder su forma ¡Por increíble que parezca!, eso es garantía de su alta calidad, de perfección.

Para nuestro asombro, ellos no utilizan sombreros, pues lo consideran decorativos, más no funcionales. Es mercancía… Solo algunos ancianos los portan, por presumir un poco su galanura. Cuando el turismo los usa, ellos murmuran animadamente en maya, "es artista, forastero o personalidad"  y ríen satisfechos.



6 comentarios:

  1. Me gustaron mucho los sombreros, tanto de dama como de caballero; como puedo adquirirlos yo radico en Guadalajara, Jalisco. Gracias por su atención y espero respuesta.

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  2. No sé... yo no los comercializo. Es cosa de que busque por internet alguna página de directorios de los comercios del lugar.

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  3. Me hubiera gustado visitar Bécal, pero me cae algo lejos...
    - Jubi, eso no es problema si me sigues te llevo hasta "Bécal, la cuna de los sombreros de jipi y palma"
    ¿Me llevo un bocadillo para el camino?
    No hace falta.
    Gracias Sara O. Durán por compartir esta información.
    Besos

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  4. Gracias a ti, Jubi, por interesarte en algo bello y de gran tradición de mi tierra : )
    Besanises.

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  5. Jipijapa o jipi, con ese nombre lo estudié de pequeño en la escuela. Aunque aquí no se hacen, que yo sepa, al estudiar América fue una de las palabras exóticas que quedó en mi cabeza de niño. Ahora la recupero muy bien historiada al pasear apaciblemente por este blog cálido, amable y amigo.

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