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miércoles, 1 de junio de 2011

Tengo alma de perro

Dejar de fumar hoy

Siempre he pensado que tengo alma de perro.  Soy muy leal, cariñosa, demostrativa, juguetona, activa, alegre y solidaria. Cuando me enojo casi ladro y pareciera que muerdo.

También como perro, cuando sufro, sola me curo, alejada. No por orgullo, sino por no molestar a otros, lamiéndome las heridas un rato, hasta que puedo intentar estar de pie y caminar, cojeando un poco; resistiendo lo más posible el dolor, enfrentándolo, hasta vencerlo. Al  recuperar mi normalidad,  vuelvo a correr, brincar, volar y soñar, con más confianza que antes. Sobre todo con más esperanzas.

Por esos insólitos acontecimientos del  mundo de los blogs, el otro día en Sé positivo siempre declaré: ¡Fumo! y ¿Qué?.

Me invitó Jabo, el propietario del blog a platicar en privado. Yo... como clásica fumadora, le expuse mis justificaciones. Defendí las virtudes del tabaco, lo mucho que me gusta, lo disfruto, lo saboreo y que no me daña. Que es un gusto y no una adicción.

Nos despedimos con las cortesías usuales. Sin embargo, ante mí, quedé como una incongruente. Así que regresé a su blog:

Agradecí a Chus, del blog: Como la vida misma, hora toca cáncer, quien expuso su testimonio sobre el fumar y el cáncer. Me disculpé con ella. Y me dijo: No te preocupes, como tú piensan todos los fumadores y lo entiendo perfectamente. Esto no me sonó nada bien, porque nunca me ha gustado mucho que digamos, "ser como los demás".

Tampoco me gustó, el darme cuenta de las debilidades de los fumadores: Ironía, falta de respeto, irresponsabilidad, que ella perdonó, con su "no te preocupes, sé que así son los fumadores". Pero, se quedaron gigantes frente a mí, muy acosadores, muy evidentes, esos defectos... Mis defectos también, de fumadora, como todos los fumadores.  Tuve que verlos, sin remedio.

Luego, seguí con el sentido de los diálogos, más mi reproche ¿Cómo se puede ser solidarios hacia otros, sin serlo hacia uno mismo? 


Así que aquí estoy, con mi carita también de perro, como mi alma. Pero, ahora de perro con culpabilidad, de perro regañado,  igual que la del perrito de  la foto.

Aceptando mis errores y mi deseo de no volver a fumar, a los cuatro vientos.

Llevo dos días sin fumar y aunque se me antoja bastante, sobre todo hablando de ello, ya decidí, que no volveré a utilizar esa compañía silenciosa, complaciente, solapadora y aparentemente manipulable, para resolver mis conflictos internos o mis carencias de respuestas.

Porque sé que ese compañero, que he elegido, pretendiendo verlo como amigo, en realidad es un gran enemigo, que tal vez un día me pida la vida y no estoy dispuesta a regalársela, porque es mía. 

Sigo mi camino sin él,  sola:.
¡Ya no fumo!  

2 comentarios:

  1. Mi abuela Narcisa Pilar fue durante mucho tiempo tabernera. Un día me dijo:
    -¡Qué gusto me daba ver fumar a los hombres! Hala un cigarro, otro cigarro... Hasta que un buen día me enteré de que no era cosa de alimento.
    La ingenuidad de mi abuela me pareció una alegación que equiparaba el uso del tabaco a la tontería. Pero reconozco que también he abrazado esa tontería y la he dejado y he vuelto a esa compañía silenciosa. Los sentimientos de tu artículo me son muy familiares.

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  2. Es muy rico fumar. Es placentero, un paliativo contra todo lo que se siente mal. Sosiega.
    Te comprendo. Yo he vuelto a fumar, poco. No me siento culpable.
    Un abrazo.

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