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martes, 14 de junio de 2011

Vueltas


Alcancé la cima,
con el éxito en un puño
y la felicidad en el otro,
cristalicé todos mis anhelos.

Invencible, infalible...
Un parpadeo,
me deslizó hasta el fondo,
fortuitamente.

Desde allí, la ciudad bella,
tranquila y segura
me pareció
un infierno.

Con las manos vacías,
fui un fantasma.
El entorno me rechazó:
cruel y cerrado.

Al tornarme inapreciable,
perdí la materia,
y... enloquecí
un rato.

Me acorralaron
las almas en pena,
por los barrios, las plazas
y los mercados.

En esa vida etérea,
sobre mi columpio invisible,
me resigné al miedo,
a la nada.

No sé cuánto duró el trance,
ni cuánto perdí…
Para poder vivir hoy tan bien,
sólo de escuetos sueños.

3 comentarios:

  1. Parece que usted sólo se resigna en sueños, y aún así apenas un instante, porque todo lo que escribe denota firmeza. No parece usted vara fácil de tronchar.
    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Parece que la vida no se cansa de decirme con experiencias lo fuerte que soy y lo cerca que Dios siempre está, aún que no lo mire ni lo pueda acariciar como quisiera. Pero que no hace falta pues siempre me manda emisarios de su amor.

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    2. Ves? Allí un aún que... en vez de aunque. Perdón.

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