Hay muchas cosas que no dependen de nosotros, la mayoría de cosas, mejor dicho.
Y escapa de nuestra capacidad el hacer que tomen otra dirección.
Es prácticamente nula la influencia que podemos tener para lograr que surja un cambio a favor. Pues,
Podemos ser pacifistas, educados, amables, considerados. ¿A quién le importa?
Podemos ser amenos, respetuosos, generosos, incluyentes ¿A quién le importa?
Podemos ser amorosos, muy amorosos ¿A quién le importa?
Nos han disuelto y separado entre la arena del desierto, como simples partículas de polvo.
Diseccionados, inmensamente solos, movidos por manos enemigas de la vida y del amor y la belleza consiguiente.
Lograron abandonarnos a nuestra suerte individual, sin comprensión, sin con quien hacer un plan, porque todos estamos inmersos en la nada personal.
Y aunque algunos estemos inconformes, solo aguantarnos podemos hacer, pues en todas partes estamos fuera de lugar y es imposible la rebelión.
El mundo ahora sí que necesita suerte, porque el ser humano ha fracasado y los arquitectos de su propio destino ya no viven. Lo que vale sigue muriendo y los reemplazos, no surgen.
*No encontré trébol 🍀 de cuatro hojas. ¿Ven? Es que al mundo ya le hace falta suerte, pues la humanidad fracasó rotundamente.
Confío de todas formas en la suerte. Y en el milagro de la conciencia.